sábado, 7 de diciembre de 2013

EL ABORTO por Eva Vaz.



Ni lo intentes.
No hay nadie
capaz de hacerme
más daño
que yo misma:
mi propio cuerpo
me destroza.

Mis hormonas andan
desquiciadas,
enviando mensajes
incomprensibles
para mi útero vacío

La prolactina, la hormona
de las hembras mamíferas,
aún no se ha enterado
de que no es tu boca
la desembocadura de su alimento.
Que no es tu avariciosa boca,
tu boca de Saturno
paladeando, excitado
hasta la demencia,
el destino
de este calostro privilegiado
para los recién llegados.

Mi cerebro le manda
mensajes implacables:
estás sola y sóla.
Mis hormonas
aún no saben que no eres
mi niño
y que tu boca no tiene
hambre ni frío.

Y yo, en medio de
esta madeja de hormonas
sin destino,
cierro los ojos
y golpeo mi útero
y mis pechos
rogando paz
en este despojo de óvulos
muertos.

Ni lo intentes.
No hay nadie
capaz de hacerme
más daño
que yo misma.
Mi propio cuerpo
Me destroza una vez al mes.
Mi fracaso natural.

Es lo único que no he permitido
que me abandonase:
la sangre.
El fracaso.
La muerte.


Eva Vaz, Metástasis, 2008.


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