lunes, 31 de diciembre de 2012

WILLY URIBE. Patxi Irurzun




Mientras se descongelan las gulas, el champán se enfría y un cuñado dice Zaragoza con un polvorón en la boca, el escritor Willy Uribe lleva ya tres semanas en huelga de hambre. Ha dejado de comer para reclamar un indulto para David Reboredo, un extoxicómano gallego que ha ingresado en prisión después de haberse rehabilitado y al que se le acusa de haber vendido dos papelinas en el año 2006. La protesta de Uribe no es una cuestión personal (y a la vez lo es, en un su sentido más radical). El escritor vasco no conoce al extoxicómano gallego, pero a la vez podía haber sido él (los dos pertenecen a una generación en la que miles de jóvenes cayeron como moscas por culpa de la heroína, un pequeño y silencioso holocausto que nunca se ha investigado, ni ha habido interés en investigar). Uribe tomó la decisión de solidarizarse con Reboredo por eso, pero sobre todo por un agravio comparativo, al saber que cuatro mossos d’ escuadra eran indultados y reindultados después de haber sido condenados por un caso de torturas (otro pozal de mierda, el de la tortura, que tampoco conviene remover). La huelga de hambre de Willy Uribe va por ello mucho más allá del caso Reboredo. Es una huelga de hambre que denuncia situaciones que se repiten y perpetúan en un país en el que ante la justicia todos no somos iguales, ni siquiera aunque lo diga un rey (en realidad un rey, sancionado además por un sanguinario dictador, no es la persona más adecuada para hablar de igualdad). Ante un juez o ante un ministro de justicia no cuenta lo mismo ser pobre –una especie de pecado original e imborrable- u honrado, que rico o asalariado con un hueso (un uniforme, un cargo político…) al servicio del mal, o sea del capital. Una desigualdad sobre la que en realidad se basan todos los pilares sobre los que se sostiene un sistema de castas al que algunos llaman con desfachatez democracia (“Nosotros, los demócratas”, es de hecho una de sus frases favoritas). La huelga de hambre de Willy Uribe es por tanto una protesta en favor de Reboredo, pero también de cualquiera de todos nosotros (porque cualquiera de nosotros, en realidad, podríamos también ser Reboredo, cualquiera de nosotros podríamos perder, estamos perdiendo el trabajo, la casa, la igualdad de oportunidades para estudiar o acceder a los servicios sanitarios y quizás por ello la esperanza, o los nervios, lo cual también nos convierte en sospechosos y potenciales “delincuentes”); y es sobre todo, esta huelga de hambre -y esa es la cuestión personal- una protesta en favor del propio Willy Uribe, una cuestión de dignidad personal y profesional (Uribe, con modestia, ha dicho que su huelga de hambre no es la de un escritor, sino la de una persona normal, pero no es cierto, en realidad un escritor es alguien que sabe contar mejor que el resto lo que está pasando y para un escritor hoy en día mirar a su alrededor y contar es algo que está poco menos que obligado a hacer); una protesta que contagia además esa dignidad y transmite la esperanza de saber que no todo está perdido cuando hay personas que están dispuestas a sacrificar su propia salud, su propia vida, por otras personas, y por una sociedad civil, por una auténtica democracia en la que la igualdad y la justicia no sean solo un polvorón que se deshace en la boca y cae hecho migajas sobre la mesa entre risas.

Patxi Irurzun

LA POESÍA según Karmelo Iribarren.


Hay poetas ininteligibles para mí, así de sencillo. Ya me di cuenta de esto hace años, muchos, pero entonces pensé que quizás el problema era mío, que todavía no estaba lo suficientemente preparado para enfrentarme a esas obras. Pero qué va. Salvo alguna excepción -que ni recuerdo ahora mismo, pero que la habrá, siempre las hay-, sigo pensando como pensaba entonces, que no hay Dios -ni el de Mallarmé- que los entienda. Y luego hay otros poetas, un poco más claros, pero no mucho más, que poco menos que exigen un libro de instrucciones para poder leerlos. El trabajo que exigen es ímprobo por lo general, y las satisfacción obtenida a cambio bastante insignificante casi siempre. Te hacen sentirte, mientras los descifras, una especie de Sisifo ignorante. La emoción para ellos no es más que una palabra que está en el diccionario en la letra e, y que nada tiene que ver con la poesía. A algunos eruditos les encantan estos tipos de poeta. Se sirven de ellos para desplegar su erudición -y tener así su pequeño momento de gloria- en textos universitarios y suplementos culturales. Lo cierto es que entre unos y otros lo que consiguen es que la gente huya de la poesía, y ya hace tiempo que llegué a la conclusión de que su proceder no es del todo inocente, sino que es precisamente eso lo que buscan. Es evidente por y para qué. Por suerte también hay poetas, muchos, que escriben poemas para seres humanos, magníficos poemas muchas veces, buenos otras, y hasta malos, pero incluso estos últimos tienen a veces algo de disparate que los hace simpáticos, y como poco pueden arrancarte un sonrisa. Si no, cierras el libro y pasas a otro. Estos son y serán siempre mis poetas.

Karmelo Iribarren

viernes, 28 de diciembre de 2012

ANIMALES PERDIDOS: Prólogo.


De la penumbra a la luz 

Animales perdidos, el último poemario de Vicente Muñoz Álvarez, reconstruye una travesía vital y poética desde la oscuridad de los días amargos y las noches turbias de tristeza hasta las mañanas luminosas por el amor y la esperanza. Desde el atosigamiento de los infiernos interiores hasta el reencuentro con la vida plena y con la estabilidad anímica, pasando por ese desasosiego de quien está desorientado y ya no se ve capaz de encontrar de nuevo su lugar en el mundo.

En esta obra observamos paralelismos con una novela, pues a fin de cuentas nos narra una historia, con su planteamiento (Infierno), su nudo (Purgatorio) y su desenlace (Cielo). Que no se preocupe el lector: no estoy desvelando nada que no se intuya desde que abrimos el libro y leemos el título de esa primera parte. Donde hay Infierno, tarde o temprano (lo sabemos), habrá un Cielo. Se trata de los contrarios. Los contrarios, los opuestos, en realidad se necesitan para subsistir: no olvidemos la relación de necesidad entre el superhéroe y el villano, analizada por ejemplo en la película El protegido. Lo que debe interesarnos no es el qué, sino el cómo. Porque, en la poesía, no importan las revelaciones postreras, sino las formas. Importa el modo en que el autor lo cuenta. Nos importa el camino, y no tanto la meta. 

Animales perdidos entronca, en un principio, con la obra poética de Vicente Muñoz (Canciones de la gran deriva, Privado, Parnaso en llamas…) que ya conocemos, pues comparte algunos temas comunes (el vacío, la angustia bernhardiana, la soledad, la huida de los entornos humanos, el tiempo como trituradora que todo lo consume, el miedo…) que, esta vez, están potenciados porque V. les ha extraído aún más savia. Sin embargo, su progresión acaba siendo distinta en cuanto a las intenciones finales. Veamos por qué. 

En la primera parte encontramos a un poeta recién salido de una ruptura sentimental, tras una relación de varios años. De ella surge un hombre partido en pedazos, envuelto en una sensación continua de desamparo, que se siente exactamente como uno de esos animales vagabundos a los que, con suerte, alguien rescatará de la calle para amarlos (inolvidable el primer poema, que da título al libro, y donde hallamos ya esa soledad de quien ha perdido el rumbo, simbolizada aquí por ese perro enfermo al que una vecina acoge en su hogar). 

No eran buenos tiempos: es el verso que anuncia que la travesía comienza en un pozo. La quiebra amorosa desemboca en una etapa de sueños marchitos y desamor, de llanto por el pasado, por lo que hubo y no volverá. Por si eso no bastara, la ruta del calzado (el poeta como vendedor que intenta conciliar la vida solitaria en la carretera con la escritura de su obra en marcha, inmerso en un mundo despiadado de crisis, amargura y valores enfermos y en decadencia) acentúa esa vaciedad: 

La vida a los 40 años 
es el juguete roto 
del sueño en nuestras manos. 

En este Infierno sólo quedan apenas unas tablas a las que aferrarse para lograr la salvación: el poema como guía y refugio en el que cobijarse, las obras de otros autores que lo acompañan en su soledad e inspiran algunos de sus versos (Malcolm Lowry, Thomas Bernhard, David González, Pablo Casares, Philip K. Dick, Céline…) y, sobre todo, la palabra como símbolo de supervivencia; en este sentido, es magistral este recurso que evoca el submundo de criaturas abisales de William S. Burroughs: 

las palabras 
son semillas 
que germinan 
como flores 
carnívoras 
en el subconsciente 

No olvidemos que, en el altar donde Vicente coloca a sus héroes, ocupan un sitio de privilegio los autores de la generación beat: Kerouac, Ginsberg, Burroughs… De hecho, su rutina on the road como vendedor de zapatos alude a ese periplo viajero, a ese rumbo constante por carreteras y pueblos donde no faltan la soledad y la lluvia. Infierno no rehúye, tampoco, el amargor producido por las lacras y los temores actuales, síntomas modernos de nuestras vidas y de una sociedad enferma: véase el poema “Sujeto de experimentación”. Síntomas de un mundo en ruinas con los que el lector se siente identificado. 

En la segunda parte encontramos poemas casi siempre más breves que los del primer bloque, y caracterizados por la falta de título. En su germen habitan la extrañeza, esa (antes citada) huida de los entornos sociales, la búsqueda de un cobijo y el peregrinaje por un camino erizado de rosas y espinas. En Purgatorio hay menos poemas narrativos, a veces sólo una deriva que culmina en auténticos estallidos poéticos: 

los pájaros picoteando 
el suelo en la terraza 
la figurilla del lobo de mar 
fumando en pipa 
las flores del jarrón 
que se han secado 
el chasquido de la lluvia 
en la ventana 

Purgatorio ya anuncia, hacia el final, que va siendo hora de ver la luz y salir de esa penumbra que enlaza con el título de la bitácora que Vicente mantiene en la red: “Mi vida en la penumbra”. 

El lector, para entonces, está tan angustiado como el propio poeta. Necesita ese respiro, ese oxígeno, porque desde el inicio empatiza con el autor. Anhela su salvación. Desea que encuentre la paz de espíritu y establezca su hogar, su nido. 

La última parte, Cielo, abarca un resurgimiento, un encuentro, la entrada a un mundo donde cualquier cosa es posible, donde todo va bien y las sombras se van extinguiendo gracias (no podía ser de otro modo en un romántico como V.) a los ojos de una mujer, gracias a su compañía, que posibilita el sosiego: 

nuestro amor 
era un milagro 

Quizá Animales perdidos sea, de todos los poemarios del autor, el que prefiero. Es evidente que, a veces, necesitamos grandes y brutales dosis de fracaso, deriva y sufrimiento para hallar bienestar y una obra aún más madura. Por suerte o por desgracia, los fracasos vitales suelen desembocar en proyectos literarios más cerrados, con ese pulso narrativo de quien escapa de las tinieblas para afrontar lo que vendrá. Pero eso lo sabíamos: porque Vicente Muñoz Álvarez es de uno de esos hombres ya curtidos que, en la lucha, jamás se rinden.


José Ángel Barrueco, prólogo de Animales Perdidos (Baile del sol, 2012).

NOLO BLUES by Alfonso Xen Rabanal.


recorro una autopista de palabras
pero las pierdo en un brillo
de la armónica
donde labios que no busco
modulan notas
que se retuercen
en las entrañas.
Son como un mal
que se da en las alturas
cuando dejás atrás
la espuma rota de la cerveza
los abismos
donde nacen los puertos
de la resaca:
los llamados Silencio.

Aquí la calle
húmeda y vacía
es pista de aterrizaje
para los que jamás
han volado

los que nunca han perdido
la mitad de su vida
atascados entre las sombras
de una cremallera.

Por mucho que se arrimen
a las luces de las farolas
no brillan
son palabras huecas
luces de navidad
grasa apegada en las piedras
sumisos del fascio
mojones violentados
por los excrementos
de la sombra.

Algunos aprendimos
a volar
con los cupones del spar
y las cuentas siempre a mano
los borrones de esperma
que nunca anegaron
las pistas donde aterrizamos
liberados del miedo al diente
cuando descubrimos el velcro
allí donde nos amarramos
y bifurcamos.

Ahora son vuestras hijas
las que comparten
máquinas del tiempo perdido
que rasuran
sus coños de tránsito
allí donde se incrusta
el chip de la visa.

Y vuestros hijos
reciben la herencia
del rojo par
en sus culos siempre impares
y negros:
la ruleta del esclavo
donde giran
bolas chinas:
sumiso a tu imagen
tu semejanza.

Puede que mi vuelo sea el del sapo
pues mi lengua sigue buscando
una melodía una esencia
que aquí no existe.

Si rehúyo la caricia
es que sudo veneno.

No agacho la cabeza
simplemente huelo el humo
para saber hacia dónde
no he de saltar.

A veces, después de la resaca,
reencarno en un chiste malo
solo intento ser un homo... sapiens
que sueña con seguir volando
hacia ti, Nueva Orleans
.

Alfonso Xen Rabanal, del blog Crónicas para decorar un vacío.

miércoles, 26 de diciembre de 2012

UN FINAL INJUSTO por Antonio Huerta.


Lleno, estoy lleno de vacío,
hasta arriba de nada,
nada, nada, nada...

Tres escorpiones recorren mi espalda
con su aguijón, su indiferencia, su veneno.
Recitan un poema perdido,
olvidado hace décadas.
Con sus golpes, sus patadas
e insultos hacen más llevadero este infierno.

Derraman sobre mí agua bendita,
el olor resulta demasiado fuerte,
escucho cómo surge el fuego de cerilla
y presiento que ese será mi último momento.

Quizás lo merezca, o no...
Puede que mañana nadie sepa
que desaparecí de este mundo
o quizás sea la portada de algún periódico.

Muere quemado un mendigo en Sevilla.


Antonio Huerta Orihuela, de Doce y cuarto (Origami, 2012).

http://www.editorialorigami.com/tienda/

lunes, 24 de diciembre de 2012

UNA NAVIDAD DE MUERTE


Bienvenidos a una Navidad de muerte, un conjunto de relatos en los que lo sobrenatural se mezcla con lo cotidiano, y donde la vida y la muerte están separadas por una línea apenas imperceptible.

Hemos querido hacer un homenaje a estas entrañables fiestas preparando un libro especial, y para ello nos hemos rodeado de los mejores autores:

Norberto Luis Romero - Jesús Esnaola - Víctor Balcells Matas - José Ángel Barrueco - Ana F. Montes - Vicente Muñoz Álvarez - Jesús Martínez Balmaseda - Joaquín Piqueras - Sonia San Román - Patxi Irurzun - Miguel Á. Hernández-Navarro - Jorge Barco - José Manuel Vara - Juanjo Ramírez - Pepe Pereza - Celia Novis - Julio César Álvarez.

MIS COMPAÑEROS por Ángel Fernández Fernández.


Ninguno de mis compañeros de trabajo
sabe el nombre de mis hijos.

He leído que es normal:
La sociedad del bienestar
y de consumo
ha llevado hasta ese punto
las relaciones sociales.

Somos seres individuales,
no sumados.

Dicen los expertos.

Pero no estoy de acuerdo.

Que se preparen.

Porque yo sí he averiguado
cómo se llaman
cada uno de sus hijos.


Ángel Fernández Fernández, de Las lágrimas del Pato Donald (Origami,2012).

ESTA NOCHE TOCA MIEDO by Pablo Müller.


Esta noche toca miedo,
miedo a la noche última,
a la palabra en el olvido,
al ruido que hace la puerta
al abrirse.

Esta noche toca miedo,
fría puerta, oscura puerta
que ensaya los sonidos del hielo:
ira, pasos, metálica llave
al abrirse.

Esta noche toca miedo,
miedo al padre que abre
la puerta y golpea mi rostro
para rescatarme de la muerte.


MI VIDA EN LA PENUMBRA: Libro recomendado en Literatúrame.


Hay muchas razones para recomendar un libro de relatos tan intenso como Mi vida en la penumbra, de Vicente Muñoz Álvarez; las da el propio autor en la nota preliminar: “Sangre, sexo, ultraviolencia, drogas, alienación, amor y desamor y crueldad y ternura”. Son relatos nacidos sin duda de las vísceras, pero tamizados por la prosa elegante y exquisita de Muñoz Álvarez, aspecto este imprescindible para transformar un texto enérgico y vibrante en una obra literaria. Mi vida en la penumbra es una bajada a las estancias más oscuras de nosotros mismos, y por tanto a las más puramente humanas. O cuando el placer de la lectura se da la mano con el vértigo de mirarnos directamente a los ojos, sin falsas excusas ni medias verdades. Otra sincera recomendación para estas navidades.

Carlos Manzano


A la venta en eBook

sábado, 22 de diciembre de 2012

1 POEMA de Ricardo Moreno Mira.


Así voy a follarte, como un ejército puesto en píe como los indios aúllan a caballo cabalgando alrededor de una caravana como un bombardero cruza el cielo rojo y venenoso
Mirar tus ojos es como mirar la primera noche del mundo
Mirar tus ojos es como mirar esa noche, las piramides en medio.
quiero ofrecerte los signos, las constelaciones
las fuentes te ofrezco la noche derruida
el aliento las ciudades de metal
quiero levantar
quiero
la torre abolida la niebla
El jardín la tapia llena de yedras
Amarillos dioses el pozo…
dónde dónde están ellos dónde queda su amor dónde su ferocidad dónde sus ciencia dónde

Ricardo Moreno Mira

EL POLÍTICO por David González.


la mar es un mantel:

espero que esta noche
haya veleros para cenar:

echaré
los peces a las migas:
los perros a los huesos:
y las sobras a los pobres:


no me hables de política tío, que tengo ojos
sharon olds

David González, de No hay tiempo para libros (Nadie a salvo) (Origami, 2012).

LOS CHICOS DEL VERTEDERO


Presentación: 22-12-2012
Bukowski Club-Madrid

CUESTIÓN DE ALMA por Esteban Gutiérrez Gómez.



(A Gsús Bonilla,
compañero en el camino
al otro lado del espejo)

A menudo me comentan
que desperdicio mucha energía
en proyectos que no son míos,
que confío demasiado
en los demás.

Que si el taller,
que si las correcciones,
que si libros de otros,
que si todo por el cuento.

Joder,
a ver si te enteras:
este mundo
es una selva.

No alcanzan a entender
que toda esa fuerza,
de una forma u otra,
siempre me regresa
multiplicada
por mil.


Esteban Gutiérrez Gómez
del blog Bacovicious.

martes, 18 de diciembre de 2012

LA NIEBLA CUMPLE en FANZINE LEÓN


Fanzine León y su impulsor: Santos M. Perandones: el tío que más se mueve entre los vericuetos culturales de León, tienen a bien presentar el último sorteo de libros de "la Niebla cumple".

Entra en este enlace y entérate de la dinámica del sorteo. Los libros que se sortean y las preguntas a responder para acceder a ellos, en estos enlaces:


Entre todos aquellos que respondan bien a la/s pregunta/s se sortearán estos dos acojonantes libros:



Bueno, tenía ganas de decir lo siguiente: "Esto es todo, amigos"...

Durante estos últimos años, mi única intención con este sorteo ha sido el promocionar un tipo de literatura en la que creo. Por aquí han pasado los mejores autores del momento... no todos, es cierto, me he dejado en el tintero a otros tan representativos como ellos y a los que admiro y me honran con su amistad... pero ya no doy para más. Creo que he cumplido el objetivo con el que nació todo esto: ser empático, mover a la peña en la que creo... demostrar que existe algo más allá del ego personal en un blog que ha contado con todos aquellos que tienen algo que decir y lo escriben.
Pero las circunstancias me han tambaleado en los últimos tiempos y, si no es por la ayuda de Santos Perandones y su movimiento cuántico, no hubiese podido asumir ni el tiempo ni el gasto que siempre me ha supuesto esta labor. Por otra parte, nunca me cansaré de agradecer a los autores que han donado sus libros y los de otros autores para estos sorteos.
Los tiempos llaman a otras cosas y de las letras.. ya casi ni en sopa se puede comer. Vamos a dar de hostias a estos tiempos. Aquí se empezó hace tiempo y en ello se sigue.

Aquí finiquito La Niebla cumple: cumpliendo... antes del fin de una era... la siguiente depende de nosotros... el péndulo oscila ora hacia el fascismo ora hacia... ¿hacia dónde quieres ir?

Mientras lo piensas, entra en este agujerito en la Niebla que te llevará hacia Fanzine León

tic tac
...

gracias a todos los que habéis participado

Alfonso Xen Rabanal, de Crónicas para decorar un vacío.

IMPERMANENCIA por Silvia D.Chica.


De la sutileza de la luz
de la soledad
de la necesidad
del uso del objetivo
del momento preciso
del movimiento
de los contrastes
de la sombra
de la perspectiva
del tiempo
de lo que combine con tu alma.

de las imágenes, muchas imágenes
que se quedan contigo para siempre.
Hoy me quedo contigo para siempre.
Para siempre.


Silvia D.Chica, del blog La Tierra Pura.

lunes, 17 de diciembre de 2012

POETRY BLOG by Felipe Zapico Alonso.


La vida es un susurro
de
soledad entretenida
hilvanando
crónicas para decorar un vacío
dad al aire mi voz
escrito en el viento
ese
viento que agita la cebada
mientras veo
gente triste
abatida por
más palabras para olvidar
en la
ciudad sin nombre
y
el alma disponible
mientras
mi vida en la penumbra
espera
la venganza de los malditos
cuando

hasta los gatos acaban por suicidarse
y solo queda que
respirar descontento
respirar descontento
respirar descontento.


Felipe Zapico Alonso

Poema realizado con los títulos de los blogs de estos amigos, poetas, escritores, blogueros, resistentes al fin.

Gracias a Anita Noire, Eva Gutierrez Pardina, Xen Vinalia, Begoña Leonardo, José Ángel Barrueco, Mario Crespo, Julia D Velazquez, Luis Miguel Rabanal, MJ Romero Nicieza, Ana Pérez Cañamares, David De San Andrés, Carlos Salcedo Odklas, Vicente Muñoz y Julio Cesar Álvarez.

mi Padre, el rey

9

otras veces,
recibo golpes de toda índole; otras veces,
los escalofríos son
por el avance seco de la vida
que temprano
posa sus pezuñas
sobre uno de mis hombros.

Gsús Bonilla, de mi Padre, el rey (Ediciones La Baragaña, 2012).

UNA GRIETA EN LA MURALLA. Patxi Irurzun



En el aire de la ciudad flotaba un olor a mierda que ya nada ni nadie podían tapar. Junto al portal de mi casa había un cajero que, para que nadie se meara dentro, los del banco habían protegido con una valla que decía: “Esto no es un servicio público”. Pero últimamente la gente no estaba para bromitas, ni para provocaciones, y menos por parte de los bancos. La gente de lo que tenía ganas era de pegarles fuego, pero de momento se conformaban con cagarse en ellos. Así que desde el cajero subía como una enredadera aquel olor a cuadra. A orines de todos los colores y concursos de quién mea más alto. A kalimotxo en polvo rumiado con humo de hachís culero. A roña y cadáveres escondidos debajo de una alfombra en la que se leía Ongi etorri.

Estábamos en San Fermín.

Era la hora de la siesta y hacía un calor horrible. A través de la ventana el aire parecía un plástico que se quemaba y formaba pliegues caprichosos. En el tendedero de enfrente el tanga de mi vecina ondeaba como una bandera entre las del ayuntamiento, las ikurriñas de algunos balcones y los banderines de Heineken. En la calle, dos borrachos bailaban juntos y luego se daban de hostias y después volvían a bailar, tan amigos. Me pareció ver pasando entre ambos a un pirado con un gorro y una bufanda de lana y por un momento pensé en C, mi antiguo jefe, pero después me dije que era cosa del calor y de la resaca. Como si mirara todo aquello a través de la botella de patxarán Zoco que me había pimplado el día anterior, por puro aburrimiento, esperando por si venía algún cliente. En San Fermín nunca se sabía: los celosos se volvían más celosos, a los que estaban de baja laboral se les curaban todos los males, tirar a alguien por una muralla siempre podía colar como un accidente…

—¡Dindón! —sonó el timbre del portero automático.

A través de la cámara vi que era el tipo del gorro y la bufanda. C. Inconfundible. Había trabajado durante mucho tiempo para él como guardaespaldas y me sabía de pe a pa toda la coreografía de su cuerpo. Claro que ahora cualquiera lo reconocía al primer vistazo; ahora que no se quitaba aquel gorro y aquella bufanda de lana ni para mear; ni siquiera un día de julio como aquel, cuando sobre los capós de los coches se podían freír unos huevos fritos con txistorra.

Abrí la puerta. Todo el mundo decía que C estaba como una chota desde el Murallazo, aquel sucio y grotesco asunto que había acabado con su carrera política, pero a mí me parecía más cuerdo que nunca; desde luego más que la mayoría de los que seguían en sus poltronas, tan tranquilos, con la que estaba cayendo.

—¿Cómo te va, Chavelo? —me saludó.

Él mismo me puso aquel mote, una noche de farra, en un karaoke, en la que yo acabé cantando una de Chavela Vargas y disparando al techo con mi cacharra.

—Podría irme mejor. ¿Y a ti?

—Podría irme peor.

C se quitó el gorro y la bufanda y debajo de ellos apareció una especie de sombra de lo que había sido. Estaba más delgado y medio calvo. Cualquiera diría que hacía solo un año le habían dado el premio al diputado con el cabello más bonito. También había sido premio Pico de Oro. Su nombre, incluso, había sonado como ministrable.

—Si no hubiera sido por la innombrable habría tocado pelo —solía decirme.

A C algunos se la tenían jurada en Pamplona. Sabía algunas cosas. Y los demás no sabían demasiadas cosas sobre él. Líos de faldas. Alguna veleidad literaria. Poco más. C también disparaba de vez en cuando al techo pero no tenía muertos en el jardín. O los tenía muy bien enterrados. Cuando se fue a Madrid y los “mireusted” le bailaron el agua se creyó más poderoso de lo que era. Empezó a enredar. A airear los trapos sucios del terruño. Toda la porquería guardada en la caja fuerte, esa que habían apandado los mismos que debían custodiarla. C midió mal sus fuerzas y las de sus adversarios. Con el dinero no se juega. Le tendieron una trampa. Un email anónimo. Un sobre para recoger escondido en una grieta de la muralla. Información jugosa sobre la innombrable… Está todo en las hemerotecas. Lo que está escrito y lo que no. Para quien sepa leer, claro.

—Cuando me enteré te hubiera metido una hostia —le dije, mientras desde la calle subía el latido de un tambor, como un corazón bombeando sangre.

Pensé en todas las mañanas que me había agachado para mirar debajo de su coche. En todos los jarraitus que se cruzaban con nosotros y lo encañonaban con los ojos. En todas las veces que tuve que mirar incómodo para otro lado cuando magreaba a su novia. Todo para que el muy ababol saliera a recoger un paquete, solo y a medianoche, creyendo que un gorro y una bufanda iban a bastar para taparle, para protegerle y que no le estallara en la cara.

—Sí, una buena hostia —añadí.

—Fue una trampa —se defendió él.

Era la misma cantinela que venía repitiendo hace un año. Desde que lo trincaron los picolos, cuando fue a recoger el sobre. Después supo lo del otro anónimo, chantajeando a la innombrable. Si no quería que se revelara cierto asunto relacionado con unos coches debía dejar 25 de los grandes en una grieta de la muralla. La misma en la que C fue a recoger el sobre.

—Sí, fue una trampa, todos los sabemos, pero tú te has quedado atrapado para siempre en ella. Ababol.

Lo ridiculizaron. Sacaron fotomontajes en Internet. Escribieron relatos de género negro chuscos que él protagonizaba. Hubo peregrinaciones de curiosos a la grieta de la muralla y manifestaciones del 15M y de los vascos que acababan en ese lugar… Pero él se puso farruco. Si tanta gracia les hacía lo del gorro y la bufanda se iban a reír a base de bien. Hasta que les doliera la tripa. Hasta que tuvieran agujetas en la conciencia. No pensaba quitárselos hasta que todo se aclarara. Iba a ir bien tapado para que todos le vieran. Porque no tenía nada que ocultar ni de lo que avergonzarse.

—Nada es para siempre, Chavelo.

Y en efecto, hubo risas. Al principio. Después dijeron que se le había ido la olla. Pero cada vez que alguien lo decía en la boca se le quedaba el regusto amargo de la duda. ¿Qué necesidad tenía de hacer todo eso? Él, que iba para ministro y que tenía el pelo más bonito de todo el parlamento. En el fondo, todos esperaban que algún día contara lo que sabía. Aunque no ganara nada con ello, excepto salvar su orgullo.

—Sé quién envió esos anónimos —soltó, de repente.

—¿No te habrán dejado su nombre en un sobre, en una grieta de la muralla?

—No me toques los huevos, Chavelo. Va en serio. Solo necesito la ayuda de un profesional. Del mejor profesional.

C me miró a los ojos. Sabía que no podía decirle que no.

—Y ese soy yo ¿no? —caí en la trampa

De hecho, me lancé de cabeza a ella. Me pareció que fuera lo que fuera no podía ser más peligroso que volver a pimplarme otra botella de patxarán Zoco a solas.

Después C se levantó, acercó su boca a mi oreja, susurró un nombre y se despidió.

—Volveremos a vernos pronto —dijo.

Mientras él bajaba por las escaleras a mi mente vinieron imágenes de cabezas de cutos degollados sobre las sábanas de mi cama, mi nombre en los periódicos con un pie de foto que decía “el presunto terrorista”, un acordeonista tocando jotas día y noche en el portal de mi casa, una bala en mi buzón envuelta en un pañuelico rojo con el escudo de Navarra bordado…

Me asomé a la ventana y vi a C atravesar la calle, de nuevo con su ridícula bufanda y su puto gorro de lana. Parecía que se había escapado de la pancarta de una peña. Pero aquello iba en serio. Primero tragué saliva, pero luego me dije que quizás ya iba siendo hora de que el olor a mierda comenzara a disiparse. Nada era para siempre.

Abajo, en la calle, uno de los dos borrachos se acercó al cajero automático. Miró un par de veces hacia los lados y después metió la mano por debajo de su blusa. Me pregunté si se sacaría la chorra o un mechero.


VICENTE MUÑOZ & GSÚS BONILLA: Hoy en León.


Vicente Muñoz y Gsús Bonilla; un ‘tête à tête’ poético en Belmondo

Los autores presentan esta tarde sus poemarios ‘Mi padre, el rey’ y ‘Canciones de la gran deriva’.

Diario de León 14/12/2012

El Belmondo acoge esta tarde la presentación de los poemarios de Vicente Muñoz Álvarez y Gsús Bonilla: Canciones de la gran deriva y Mi padre el rey, respectivamente.

Gsús Bonilla ha publicado los poemarios El Forro,Ovejas esquiladas que temblaban de frío, Menú del día... A día y ha coordinado el libro colectivo Al otro lado del espejo. En Mi Padre, el rey nos encontramos otra rosca de tornillo en lo que conforma a día de hoy su obra, sin abandonar su ideario, que le viene acompañando en su poesía, Gsús Bonilla ofrece al lector el resultado de una excavación. Escarba en lo más profundo de lo propio como un nuevo terreno para recuperar un tiempo perdido; encontrando, más allá de la piel, el tesoro negro de la memoria, otros sentimientos y la muerte con su desajuste emocional, en definitiva más injusticia pero con otros ropajes: La palabra como homenaje y tributo, un solo poema como manifestación del dolor. Mi Padre, el rey es, empezando por la izquierda, su cuarto cuaderno de poemas publicado; además de ser, la habitación que ha destinado para el aseo interior.

Por su parte, Vicente Muñoz Álvarez ha publicado poemarios: Canciones de la gran deriva, 38 Poemash, Privado, Estación del frío, Parnaso en llamas. Relatos y novela: Monstruos y Prodigios (Premio Letras Jóvenes Castilla- León, 1995), El pueblo oscuro, Perro de la lluvia, Los que vienen detrás, El merodeador, Marginales, Mi vida en la penumbra. Además, es el autor del ensayo: El tiempo de los asesinos, y de Cult Movies: Películas para llevarse al Infierno. Trece años después de su primera edición Editorial Origami, reedita una versión ampliada del poemario publicado por el Ateneo Obrero de Gijón en su colección Zigurat. Canciones de la gran deriva, un poemario que se anticipa a la crisis.

Lugar: bar Belmondo. Calle San Lorenzo, 1, León.

Hora: 21.00 horas.

POZO by Mareva Mayo.


Tienes dentro, un pozo, con un cadáver y cien ramos de flores. Una herida que nació, cuando no estabas en tu cuerpo, porque un viento con pájaros de metal y droga del olvido, te sacudía la carne, te abría los ojos, al imposible, de la muerte de las estrellas. Es un pozo, que riega, los leteos del infinito, y te lleva, maldita de ti, a la fisura del tiempo. Un pozo sin fondo, en el que la búsqueda de las respuestas, es el encuentro con el absurdo, con el desconocimiento total, de la tierra. Es un pozo de veneno y sangre revuelta de las amapolas, con aullidos inescribibles del dolor de tener oídos. Un agujero negro, con el eco del revés de todas las líneas, con el invertido de todos los suelos. Es un fruto alucinógeno y mortal. Un suicidio. El nacimiento de una vida inhabitable. Es un pozo inhumano, que ha de ser de los fondos de las vísceras de las bestias. El canto de sirenas asesinas y destrucción total de la realidad. Un pozo tuyo como tu sangre. Con las armas de todos los enemigos que tú eres para ti, en ese pozo.

Mareva Mayo, del blog Hoguera de ideas.

UN GENIO por Karmelo Iribarren.


Llevaba siempre el pelo largo,
barba de días,
gabardina
con lamparones,
hablaba poco, fumaba mucho,
se emborrachaba siempre
que podía...
Un madrugada dobló
una esquina
y nunca más
supe de él.
Decían que era un genio
tocando el piano.
Hoy he visto su esquela.
Supongo
que no lo consiguió.

Karmelo Iribarren

FEMINIDAD por Lucía Clementine.



Me dolía,
tanto,
que mi feminidad lloraba conmigo
y las lagrimas resbalaron- rojas- hasta mis rodillas.

Lucía Clementine

domingo, 9 de diciembre de 2012

MIEDO AL MIEDO por Enrique Villagrasa.



De tanto miedo, miedo no siento,
y es que ritos al miedo
desde el inicio del mundo.

El miedo mueve el mundo.
Es la fuerza negra de mi poesía,
la que no puede travestirse,
la que junta a los débiles.

Un inmenso pánico en cada poema:
¿es eso el miedo?
¿Y tú me lo preguntas?
Miedo eres tú.
Porque entre lo que parece
y lo que está dentro
el umbral es el miedo.
¿Y el dintel?: tu terror.

Además, pensar la vida en prosa
es una manera de definir el miedo.
Es una forma de dejar pasar lo más vivo.
Tú poeta, nunca tendrás paz,
–yo no tengo paz,
–tengo miedo.
Ahí, pues, tienes el pebetero
donde arde tu pavor:
incienso de tu religión.

Volver, regresar. ¿Hay olvido
en el noviciado del miedo
o el olvido del novicio es miedo?
Ya es tarde para filosofar. Medianoche.
Pero decidme por último:
dónde ocultaré mi miedo,
porque mi miedo no es fácil de esconder.

¿Tú, ya has visto, cada noche,
cuando el sueño y su luz,
a la hora que el miedo te arropa
a esa vieja araña húmeda que está
en el ángulo oscuro del techo de la habitación?

El miedo no está marcado en mi frente.
Todo se repite y el miedo acaba
con el resplandor de la mañana.
Voy a seguir, voy a volver,
viviré sin miedo,
aunque el epitafio final no está escrito.
Un rescoldo de miedo remueve
el saber telúrico del poema.
Tus restos quedarán perdidos
en el osario de Burbáguena.
Así, pues, miedo al miedo,
en las puertas de noviembre,
en la casa del pueblo.


Enrique Villagrasa

DIARIO DE UN PSICÓPATA


Esta difícil traducción, la primera a nuestro idioma, quiere ser un fiel reflejo de la primera edición norteamericana, en la que se muestra directamente al público un dosier y cierta documentación en forma de diario relativa a un asesino en serie, toda ella seleccionada y revisada a cargo del profesor y psiquiatra forense, A. Johnson, autor y colaborador de diversos trabajos y obras de referencia. La publicación ha sido realizada a partir de diversos documentos que, junto a un diario, fueron hallados en el condado de Marion, Woodburn, Oregón, EE. UU. El autor, presuntamente, fue un criminal y padeció una psicopatía antisocial de primer orden. Sus notas están fechadas en el año 1999. En 2009 se realizó toda la labor de selección y revisión. El objeto de la misma coincide con la de la versión norteamericana y es presentar una visión lo más directa posible, no ya de esos hechos, sino de la mente de un perturbado, un enfermo, para observar e intentar comprender el horror y la crueldad más gratuitos e intolerables.

sábado, 8 de diciembre de 2012

EL LADO OCULTO DE LA NOCHE


Norberto Luis Romero
y
Jesús Urceloy

presentarán el libro

El lado oculto de la noche

novela de Norberto Luis Romero con ilustraciones de Pobreartista

Lunes 10 de diciembre, 20 h

ENTRADA LIBRE Y GRATUITA

También se inaugura la exposición de las ilustraciones originales de la novela, realizadas por Pobreartista. La misma se podrá visitar hasta el viernes 15 de diciembre


El lado oculto de la noche
Ediciones Traspiés

La noche en apariencia eterna encubre verdades incoherentes e inmutables. Una guerra cíclica y absurda se cierne sobre gentes obsesionadas por coleccionar los más variopintos e inútiles objetos. Bajo el gobierno del despótico “hombre gordo”, un ejército de extravagan­tes sirvientes y crueles guardianes, atiende a la élite de poderosos cuyo único propósito es saciar sus bajos instintos. Inmerso en una atmósfera de sensualidad y hedonismo extrava­gantes, el protagonista se mueve entre la pesadilla y el ensueño.

El lado oculto de la noche es una fábula perversa donde conviven la ingenuidad y el amor, la crueldad y la muerte, la malignidad y la indefensión. Una obra que refleja perfectamente el universo personal de Norberto Luis Romero.

Centro de Arte Moderno, Galileo,52. Madrid.

RESCOLDOS por Jesús Esnaola.


Tras más de diez años compartiendo vacaciones, Albert y Marga olvidan la rutina en destinos diferentes. Albert fotografía Lisboa con el secreto deseo de encontrar a Marga, su modelo de los últimos años, en cada encuadre. Marga posa por las estrechas calles de Sighisoara con el sueño de ser poseída, como hasta hace tan solo unas semanas, por la cámara de Albert. 

Y en un instante, pese a los miles de kilómetros que los separan, son conscientes de hallarse el uno frente al otro; el mundo paralizado en torno a la línea invisible que los une.


Jesús Esnaola, del blog El doctor Frankenstein, supongo.

AGUZOS por Luis Miguel Rabanal.


Hay días funestos que nos tiran del pelo
y nos hablan al oído con murmullos soeces,
es cuando cauterizan mejor las heridas.
Conviene estar solo
para acallar estas lenguas, nos apuran a
padecer como demonios sin pronunciar
bien nuestro nombre, nos echan de la sala
como tantos amigos.
Así la flaqueza estira más nuestra piel
y nos ata las manos, quisiste
presenciar de cerca el horror.
Dicen que quema, dicen que el pasado
se asusta contigo y comienza a dar vueltas
el mal de la asfixia,
o sea, el del cuerpo que tuvimos.
Yo puedo discernir esa historia,
asumir la ignominia y callar.
En cambio tú, hombre de pacotilla
y tristezas, retuerces tus sentidos y te haces
preguntas, preguntas como sales de fruta.
Porque para la soledad,
para la intemperie que dibujan para ti
los niños que devuelven sangre y espuma
en este preciso momento
no hay palabras que descifren tu vida.
Has vuelto a mirar.
En Olleir la memoria se agría, esperas
a que ella tienda la sábana más blanca
con los dedos cortados de tu madre, notas
que no está.
A lo mejor nos engañamos
al creer que fuimos un poquitín calamitosos,
hay días dulces para ese regreso.

Luis Miguel Rabanal, de Música para torpes (Baile del sol, 2012).

HOY SERÁ MARTES by M.J.Romero.


Hoy será martes, ayer fue jueves, hoy llueve y mañana hace sol. El laberinto de mi boca es una fuga de tiempos arrasados. Bajo tus uñas, a zarpazos. 

Había un tabique doble que separaba y un fondo de armario doble donde se sentían a salvo los huesos escondidos de los muertos. No era solo un cuento. No era solo un grito saliendo de la nada a otra nada. 

Era aburrido leer lo mismo en todos los libros, la misma nada sobre el cuerpo. Quise hacerme escama. Quise ser una gran escama y ocultarme a la vergüenza de leerme repetidamente en todos los libros. Por eso a veces me hago silencio, me araño, me busco en los huecos que dejan los rasguños sobre la piel. Ruido de arañazos y poco más.

M.J.Romero Nicieza

MUNDOS PARALELOS por José G.Cordonié.


Ezequiel Danguínez se asomó a la ventana y se vio a sí mismo cayendo al vacío desde lo que supuso que sería el tejado. Ni siquiera le dio tiempo a gritar antes de estamparse contra la acera. Ni siquiera le dio tiempo a recordar aquel documental que había visto una noche y que trataba sobre mundos paralelos. 

Simplemente volvió a su butaca sorprendido y allí se quedó hasta la noche con la boca ampliamente abierta.

José G. Cordonié.

LA CARNE NO ESTÁ EN VENTA: White Rabbit.


Estuvo buscando durante más de diez minutos una canción que se equiparara a su estado de ánimo. Ramón era extremadamente sensible y necesitaba desquitarse de sus sentimentalismos con ayuda de la música. Aquella mañana se sentía perdido pero un extraño sentimiento de libertad se apoderó de él. La carretera estaba vacía. Tan solo algún vehículo despistado le adelantaba a velocidades desorbitadas. La gente huía hacia la boca del lobo. En todas partes la infección estaba comenzando a hacer temblar la tierra. El mundo se estaba convirtiendo en un decorado fantasmagórico. Incluso el cielo pareció adoptar un azul menos intenso, casi grisáceo y el sol, una inmensa bola de fuego amenazante a punto de escupir su ira contra los habitantes del planeta Tierra.

‘She’s a Lady’ de Tom Jones escupió un poco de optimismo dentro del Dodge. Ramón seguía el ritmo moviendo los dedos encima del volante. Lucifer, a dos patas, trataba de atisbar cualquier cosa que aconteciera en aquel aburrido paisaje. La B20 se había convertido en una interminable serpiente de piel viscosa y curvas poco pronunciadas. El aire entraba dentro del coche como el gas que sale de una lata de cerveza. La tonelada y media de metal, piel y neumático rodaban por la autovía como una alfombra mágica, acercándose cada vez más a un destino incierto. La Remington 105 descansaba en el asiento trasero con dos cartuchos en la recamara lista para exhalar algo de fuego purificador. La invasión zombi estaba calando demasiado hondo. El mundo se pudría como el mismísimo infierno.

El vehículo pasó por debajo de un enorme rotulo que abarcaba todo el ancho de la calzada como si fuese la boca de un lobo de proporciones descomunales. Tarragona 21 kilómetros.

-Ya casi estamos llegando Lucifer.

El gato pareció asentir con un pequeño maullido. El animal se sentía saciado después del atracón de leche que se había dado en la gasolinera. Hacía más de veinticuatro horas que no probaba un solo bocado de comida para gatos y la verdad, se sentía muy agradecido. La invasión zombi le estaba beneficiando. Y de qué manera.

Ramón apretaba el acelerador sin importarle los pequeños carteles que se encontraba en el lateral derecho de la autovía. No se dio cuenta de que acababa de pasar una enorme placa de color azul que le indicaba que la Base Aérea de Reus estaba a cuatro kilómetros de su posición. Encendió un cigarrillo y bajó la ventanilla. Dejó el encendedor en la guantera y frenó en seco girando el volante hacia la izquierda para no darse de bruces con un zombi vestido con uniforme militar que se tambaleaba en el centro de la calzada. Tiró el cigarrillo por la ventanilla y subió el cristal haciendo girar la manivela con suma rapidez.

El zombi vio al Dodge y se aproximó lentamente, con los brazos estirados, como Boris Karloff en La Momia. Totalmente fascinado por lo que sus ojos blancuzcos estaban divisando. Ramón puso punto muerto y vio como la figura se acercaba a paso extremadamente lento. Durante un momento pensó como podía haber llegado aquel muerto hasta allí. Bajó del coche y abrió el maletero. Sacó el bate de beisbol y sin contemplaciones se acercó al muerto y le reventó la cabeza. El zombi cayó al suelo tiñendo el asfalto de sangre. La mancha comenzó a expandirse como un mar de lágrimas en una película de vampiros adolescentes. Ramón cogió al muerto por los pies y lo dejó en el arcén como un cadáver de mapache. Subió al coche, giró la ruedecita del control del volumen de la radio y puso primera.

‘White Rabbit’ de los Jefferson Airplane comenzó a besarle detrás del oído.


Los golpes en la persiana eran cada vez más molestos. Sandra sacó la cabeza por la ventana rota y pudo contar casi treinta muertos.

-Cada vez hay más. –dijo con el semblante algo preocupado.

-Ya queda poco señorita. En menos de una hora el camión estará listo para aplastar cabezas de zombi. –Pericles estaba apoyado en el marco de la puerta, con las manos en el bolsillo y una ceja ligeramente enarcada, en un intento de emular a Roger Moore. Al griego le encantaban las películas de 007.

Ligar siempre se le había dado bastante mal y era totalmente consciente de sus carencias. Siempre encontraba el momento para hacer el ridículo ante una dama. Sandra pasó por su lado con una mueca de desconcierto.

En el interior del garaje el ruido era ensordecedor. La música de los AC/DC junto con el sonido de los taladros, mazos y lijadoras convirtió aquel taller en una granja de estallidos sonoros que nada tenía que envidiar a un episodio de American Choppers. Liliana, en el interior del remolque estaba soldando asientos de autocar en el suelo y colocando unas bridas metálicas a modo de sujeción para que no se despegaran del suelo. Alberto, de mala gana, estaba ultimando la conexión de los altavoces gigantes con la batería del camión mientras Jeremías, subido en el techo del remolque probaba la sujeción de las escaleras de piscina que había atornillado de nuevo con un destornillador eléctrico. El trabajo de Enrique sin ningún tipo de dudas era sublime, pero le faltó asegurar algunas piezas. Este revisaba el motor con extremada precisión. No era cuestión de quedarse tirado en medio de un atolladero de zombis. Subió a la cabina y arrancó el motor. El indicador de gasolina indicaba que tenía más de la mitad del depósito lleno. Podrían recorrer un buen tramo sin necesidad de detenerse. Volvió a girar la llave del contacto y cesó el ronroneo del motor. El medio mêlée bajó de la cabina y entró en el remolque. No pudo evitar fijar su vista en el trasero de la rubia.

-¿Qué tal? ¿Cómo lo llevas?

-Esto casi está. Creo que en media hora podremos pirarnos. Los zombis me están poniendo nerviosa.

-Bueno, a mí también.

-Me apetece sacar a pasear a ‘la impaciente’.

-¿Has pensado algún punto de destino?

-La mayoría de nosotros somos de Barcelona.

Enrique asintió con la cabeza y bajó de un salto con sus piernas como leños. Los altavoces estaban instalados y presurizados en la pared del remolque, cubiertos por una fina tapa de metal llena de agujeros para evitar cualquier golpe. Enrique miró el reloj que aprisionaba su muñeca.

Llegaba la hora de volver a su casa. O al menos, eso era lo que él pensaba.


Ricard Millás, de La carne no está en venta.

martes, 4 de diciembre de 2012

lunes, 3 de diciembre de 2012

Frase corta que te apunta a ti: Historia universal de los hombres gato, de Josu Arteaga. MIGUEL ÁNGEL MALA



Extraído de Factor Crítico

Gato: (del lat. cattus) 1 m Mamífero carnívoro de la familia de los félidos, digitígrado, doméstico, de unos cinco decímetros de largo desde la cabeza hasta el arranque de la cola, que por sí sola mide dos decímetros aproximadamente; cabeza redonda, lengua muy áspera, patas cortas; pelaje espeso, suave, de color blanco, gris, pardo, rojizo o negro. Es muy útil en las casas como cazador de ratones. Diccionario de la RAE, 1992.


Un análisis del título del libro revela que el autor ha leído a Borges, o al menos que podría haberlo leído o que conoce suHistoria universal de la infamia. Porque escribir una historia universal, aunque trate sobre una aldea de pocas decenas de habitantes como Olariz, es en sí mismo algo pretencioso y desproporcionado. De hecho, Borges tituló así su librito de biografías porque resultaba cómico querer abarcar algo por entero, eso que los enciclopedistas franceses pusieron de moda y que muchos otros han continuado.


Existen historias universales sobre casi cualquier cosa, incluso sobre la literatura, sí, y lo llaman Literatura Universal y se quedan tan anchos. Y se lee en los congresos: Literatura Universal Comparada, o La Poligénesis de la Literatura Universal, o Introducción a la Literatura Universal. Y a uno le dan ganas de reír, porque una verdadera Introducción a la Literatura Universal no puede durar una hora y media con un turno de preguntas de cierre.

Y por eso Josu Arteaga ha escrito una Historia universal de los hombres gato en la cual, utilizando esas enumeraciones caóticas que a Borges tanto le gustaban, se pasa revista a los gatos pardos, a los gatos monteses, a los gatos tuertos o a las lenguas de gato, entre otros tipos y subtipos y fenotipos de gatos y sus cualidades. ¿Y qué representan estos animales para Josu Arteaga? A juzgar por el texto, creo que la parte más salvaje, instintiva, sincera y brutal del ser humano. Una parte que no se deja domesticar mediante castigos o alabanzas, chantajes ni manipulaciones. Algo que en los pueblos queda al aire libre, como si dijéramos, mientras que en las ciudades está escondido.

Así, las perversidades del narrador y coprotagonista, Fernando Amescoate, se suman a las de todo un pueblo, de alma negra pero también sincera hasta un punto animal, falta de atavío, de perifollo o vestimenta. Una raza maldita que sin embargo conoció tiempos mejores en los que el agua bajaba limpia por los arroyos y ciertas reglas aún se respetaban, reglas que no tenían mucho que ver con el hombre sino con la tierra, reglas cuyo mayor representante fue Arsenio Aguirre Solozábal, El Indiano, al que achacaban muertes que no fueron suyas y del cual Fernando aprendió casi todo lo que tenía que saber. Y pese –o quizás gracias– al monstruoso entramado de bestialidades que emparenta a sus habitantes, dice de ellos:


Que sepan que fuimos libres. Que sepan que morimos antes que entregarnos. Como la vieja Numancia de la que supimos por la escuela.

Patxi Irurzun califica de neotremendismo el estilo de la obra, cosa que me parece muy razonable, y lo relaciona con mi primer libro, La cruz de barro, cosa que me agrada todavía más porque ambos comparten la misma idea generatriz, esa autenticidad del medio rural frente al alma postiza de las ciudades. Como Josu, sentí la necesidad de hablar sobre un mundo que me parecía fascinante, en el que las historias poseían el sabor del pecado original, del barro y del aceite rezumando por los bordes de la tina de almazara. Olariz y Garmaz forman parte de un mismo universo, aunque una sea navarra y la otra castellana.

Y el marco temporal también las aproxima, pues ambas comienzan antes de la guerra civil y terminan en la actualidad, señalando el paso de un mundo antiguo que apenas había sufrido transformaciones en cientos o miles de años a otro moderno, marcado por el agua corriente, la electricidad, el cloro de las piscinas y el asfalto de las urbanizaciones.

En cierto modo, si se atiende a la atmósfera semifantástica y al marco temporal, comparten el ADN de ciertos libros que surgieron en la pasada década, como Los girasoles ciegos de Alberto Méndez, y pillan de refilón el tema de la guerra civil y las dos Españas, tan presentes en la polémica carlista. Y como Los girasoles ciegos o La cruz de barro, Historia universal de los hombres gato es un libro difícil de clasificar genéricamente. «Novela, dicen algunos», señala Josu Arteaga de su propio libro, y lo mismo se podría achacar a las otras dos.


Pero para mí, todas ellas son libros de cuentos. Cuentos relacionados, que comparten personajes y amplían historias ya tratadas en otros anteriores pero cuentos al fin y al cabo, dotados de autonomía y eficacia singular. Claro que las editoriales prefieren que se califique de «novela» a un libro como Los girasoles ciegos, porque decir que es una colección de relatos descarta a muchos lectores. Tanto da.

Cuestiones genéricas aparte, el estilo de Josu es coherente con la sequedad del alma de los habitantes de Olariz, marcando las frases de forma tan contundente que a veces parecen martillazos en una fragua. Son sentencias tan bien cortadas como los sillares de una iglesia, cimentando una construcción que avanza con la rotundidad de un pánzer sobre las verdes praderas francesas. «En Olariz la vida y la muerte se entienden a nuestra manera», dice. «Todo nace y todo muere», dice. «Sin más».

Así ha sido desde el primer amanecer. Para hombres y animales. Sin distinción. La vida es nieve primeriza. La muerte es nieve pisada. Ambas son lo mismo. Blanca y pura cuando se posa. Barro que desaparece en el barro, cuando el invierno muere bajo un sol que nace.

Frases cortas que apuntan al corazón del lector, inoculándole el veneno de la narración en dosis exactas para que no muera hasta el último momento, cuando ya esté todo dicho y no haga falta más que el silencio para que la obra fragüe.


Historia universal de los hombres gato
Josu Arteaga
Editorial Alberdana
ISBN: 9788498681888
206 páginas
Irún, 2010