miércoles, 31 de agosto de 2011

PRÓXIMAMENTE


Un verano, el de 2008, desfila por las páginas de este diario de Patxi Irurzun, escrito con una fiereza solo equiparable a su ternura. Contiene, en efecto, la fiera crónica cotidiana de un ser humano que desea y persigue la verdadera vida en todas y cada una de las rendijas de la existencia y de sus múltiples escenarios. Sus anotaciones son entonces afiladas, pero también empáticas. Contempla y relata, pero, al mismo tiempo, se implica y vive. He ahí la clave. La ternura se cuela en las páginas de este diario tanto cuando Irurzun habla de su entorno afectivo, de su hijo nacido antes y de su hija, cuyo nacimiento nos relata en directo, de su compañera, de sus amigos, de su cosmos, como cuando nos habla de esos seres que lo que denominamos “sistema” expulsa de su interior como materia inservible, ya deglutida, digerida y amortizada… Esta crónica cotidiana, que bien podría haberse titulado Diario de mudanzas, recorre un trayecto vital que se inicia, efectivamente, con la perspectiva de una mudanza de domicilio, y acaba en una mudanza mucho más agria: el despido. Entre ambas mudanzas, Irurzun nos ofrece todo un mundo en sus múltiples y, a menudo, crueles manifestaciones. Dios nunca reza trae, sin duda, un aire radicalmente nuevo a la escritura del yo y de la memoria.

Dios nunca reza. Patxi Irurzun. Alberdania (Irún, 2011)


UN POEMA DE RAMÓN IRIGOYEN



PARA ESTA HORA


Decir adiós, cuando uno aún no es viejo,
es como oler un perfume de hierbas
por la mañana, antes de ir al trabajo.
El baño se convierte en una sierra
anticipadamente fatigada.
El frasco de perfume es el emblema
de la montaña con tufillo a tinta
y en el espejo aletea un nardo
con las alas pisadas por la lluvia.
En el lavabo se ahogan unos tordos
que no pueden soltarse la corbata.

Decir adiós, cuando uno aún tiene ganas
de seguir por ahí a ver qué ocurre,
es respirar un humo que enamora,
por más que el humo, cuando es augurio
feliz, siempre lo es a corto plazo.
Aspirar hasta dentro el humo ese
es zambullirse en un río de soles
y sacarse un pañuelo del bolsillo
y alzar la mano a un árbol ya maduro
y limpiarle a la fruta los venenos
ante el asombro de las mariposas
que estaban ya poniéndose mohínas
al presentir en ese gesto
la tristeza de toda despedida.

Decir adiós, cuando uno tiene amor,
es imposible, pues los pies se agarran
a unos brazos con piel de golondrina
y uno se pierde en esos ojos grandes
y se esconde en el cielo de la boca
y siente que le nacen mil raíces
tan pobladas de pájaros y pájaras
que quiere aquí quedarse para siempre.
Decir adiós, estando enamorado,
es algo falso que la sangre niega.

Por eso hoy que estoy bien afincado,
nada puedo decir para esta hora,
aunque presiento oscuramente que
si muero en casa y alguien me acompaña,
le haré esta simple súplica:
por favor, abre bien esa ventana.

Ramón Irigoyen acaba de publicar en Visor su "Poesía reunida", que incluye la reedición de los dos primeros libros de poesía del autor pamplonés: “Cielos e inviernos” y “Los abanicos del caudillo” (con el que en su día se armó mucho ruido) publicados en 1979 y 1982, respectivamente. También recopila, bajo el nombre de “Romancero satírico” y “La mosca en misa” dos conjuntos de poemas inéditos en libro.

LA INVASIÓN DE LOS ULTRACUERPOS (Un poema de SUARÓN)


La invasión de los ultracuerpos

ya está aquí.


Se van apoderando de nosotr@s

y de nuestro cerebro.

Quieren que formemos una unidad de autómatas.


Dormir

Trabajar
Gastar
Dormir
Trabajar
Gastar
Dormir
Trabajar
Gastar
Dormir
Trabajar
Gastar.

Así es como quieren que funcionemos

y
Denunciar
Gritar
Señalar
Denunciar
Gritar
Señalar
a quien se salga de la
norma.


David Suárez 'Suarón'. http://cacharromalblog.blogspot.com

lunes, 29 de agosto de 2011

QUE DE LEJOS PARECEN MOSCAS. Kike Ferrari


I. PERTENECIENTES AL EMPERADOR

1

El señor Machi se apoya en el respaldo del sillón, hunde su mano en la melena rubia que se mueve rítmicamente entre sus piernas y cierra los ojos. Los primeros rayos de sol de la mañana se cuelan en forma de triángulo por la ventana y avanzan sobre el escritorio iluminando a su paso la lapicera, los dos vasos semi-vacíos, la miniatura del Dodge de Fontanita, el teléfono antiguo, el papel abierto, la pila de merca, la tarjeta de crédito con los bordes blanquecinos por el uso y el cenicero sucio, para derramarse finalmente sobre el cuadro con la foto familiar en la que el señor Machi, diez años más joven, sonríe junto a sus dos hijos y su mujer en una playa del Mediterráneo. Cuando el vértice del triángulo de luz alcanza la cabellera rubia, los movimientos de ésta empiezan a ser menos rítmicos y a acompañar los estertores del cuerpo del señor Machi que cierra su mano sobre un puñado de pelo rubio y vocifera su orgasmo en un ronquido ahogado. Después se desploma en el sillón, se afloja el nudo de la corbata, saca un Dupont de oro del primer cajón del escritorio y prende un Montecristo mientras la mujer acomoda su melena, se limpia la comisura de los labios y se arma una línea.

Querés, pregunta.

Tiene un rostro joven ligeramente avejentado y el rímel corrido bajo el ojo izquierdo, lo que le da cierto aire de dejadez, de abandono, de desesperanza.

El señor Machi piensa en sus problemas cardíacos y en la pastillita azul que tomó hace poco menos de una hora y que garantiza que su sexo, aún ahora enhiesto, tenga una retirada lenta y altiva.

No, no, contesta con el humo del tabaco en la boca, soltándolo luego para que se mezcle con el creciente triángulo de luz que ingresa por la ventana y dibujen –la luz y el humo- figuras en el aire que nadie va a mirar.

La mujer joven de pelo rubio jala -una, dos, tres veces- y putea, gustosa y engolosinada: a la calidad de la merca, a su suerte, al triángulo de luz que anuncia otro día hermoso -maldición- y al sabor del semen del señor Machi en su boca.

Me voy, Luís, anuncia.

Cerrá la puerta, yo tengo que quedarme un rato más. Que Eduardo y

Pereyra se ocupen de que estén todos temprano esta noche, eh, acordate

que vienen los mexicanos…

Tranquilo, arreglo todo con ellos; nos vemos esta noche, corazón, se despide la mujer joven con un beso en el cuello. El señor Machi se deja besar y sigue jugando con el humo del Montecristo, como si ella ya no existiera, como si vaciado de deseo, aquella chica de melena rubia y nariz ávida no fuera ya más que una molestia. Después, cuando ella se da vuelta y se va caminando hacia la puerta, moviendo las caderas dentro de la pollera verde, le mira el culo.

Mañana se lo rompo, piensa.

Una vez solo en la oficina va hasta el baño y se mira al espejo.

Ve éxito en el espejo, el señor Machi.

¿Qué es el éxito para él?

Sonríe al espejo y piensa que el éxito es él.

Éxito es una pendeja rubia chupándote la pija, Luisito –piensa sonriente frente al espejo-, el sabor de un Montecristo. Éxito es la pastillita azul y diez palos verdes en el banco.

Vuelve a darle fuego al tabaco que lo espera en el cenicero sobre el escritorio y marca un número en el teléfono antiguo. El triángulo de luz ya se hizo dueño de la oficina y no deja dudas sobre la llegada de la mañana.

Holá, contesta la voz somnolienta y brumosa de la mujer, acentuando la a.

Hola, recién termino, en un rato salgo para allá.

¿Recién terminás?, se burla ahora la mujer con afán de pelea, qué amable en llamar, ¿te lavaste antes, al menos?

No me rompas las pelotas, Mirta, ¿querés?, prepará algo para el desayuno que en una hora más o menos estoy en casa, retruca el señor Machi con más aburrimiento que enojo.

Bueno, le puedo pedir a Gladis que prepare algo si querés, la voz de la mujer parece desperezarse tras la malicia de la frase, ah, no, a Herminia le puedo decir…

Otra vez con eso, Mirta, se queja el señor Machi. Piensa, mientras le da una nueva pitada al Montecristo, por qué no le habrá dicho a la chica de melena rubia y pollera verde que se quedara y le rompió bien el culo, si por lo visto la pastillita todavía está trabajando.

¿Y a qué voy a deber el honor de desayunar con vos, si se puede saber?, la voz de la mujer, Mirta, pierde somnolencia y gana ira con cada palabra, puede sentirse el temblor nervioso en las vibraciones de las s, pronunciadas como un siseo de serpiente.

Es mi casa, ¿no?, replica el señor Machi, que siente que se le acaba la paciencia, sos mi mujer, ¿no? Bueno, hacé algo rico de desayunar, dale… En una hora, más o menos, llego.

Corta.

Rompepelotas, piensa.

Decide que pese a la pastillita azul y sus problemas cardíacos se va a tomar un pase antes de irse.



Así arranca la nueva novela del argentino Kike Ferrari, autor de Operación Bukowski. La publica Amargord ediciones. Y este es el blog de Kike: http://quedelejos.blogspot.com/

LA CRISIS DEL ARTE, VAYA GILIPOLLEZ by Velpister.


Escucho, otra vez, una noticia en la radio: la crisis no parece haber afectado al mundo del arte, el resto de la noticia se diluye en mi atención, no es que me indignen estas cosas, pero sí que me convulsionan, casi no escucho nada más que una previsible referencia a los cientos de miles de euros o dólares o yenes o yuanes que han alcanzado no sé cualas obras de arte en no sé qué exclusiva subasta. Se diluye en mí la noticia, reflexiono, pienso ¿a qué crisis se refieren? ¿A cuál exactamente? ¿Será a la crisis económica que habitualmente sufrimos los artistas? Ah, esa que no me permite prever la subsistencia del mes siguiente?. Ah. ¿Será a la crisis existencial que nos hace pensar que a lo mejor si dejamos de existir puede que nuestras obras se revaloricen y nuestros hijos dejen de estar a expensas de unos pobres bohemios fracasados? Ah, claro. ¿Será la crisis de personalidad, esa que hace que no sepamos exactamente qué o quiénes somos? ¿Será? Ah, sí. ¿O será la crisis referida a la autoestima que nos hace pensar constantemente que lo que hacemos es una mierda? Ah ¿o que somos una mierda? Ah. Será, será. ¿O será simplemente la crisis creativa que a veces nos mortifica dejándonos petrificados ante un lienzo en blanco (en mi caso siempre en negro)? Ah, será, ¿será esa crisis a la que se refieren? Qué carallo sabrán ellos, ¿que la crisis no afecta al mundo del arte? Se habrán equivocado. Lo que, seguramente, quieren decir es que la crisis no afecta a los que habitualmente pagan lo mismo por un cuadro que por un Ferrari o por una temporada en un hotel de lujo, a ellos la crisis no les afecta, pero qué sabrán ellos del mundo del arte, de verdad, de la vida del artista, que eso es, en realidad, el mundo del arte, y mira que se empeñan, esos marchantes, galeristas, embaucadores varios, que te digo aquí, desde aquí, desde mi pequeño rincón, desde mi poca importancia, que no saben nada de nada, de verdad, no saben una mierda de arte, ni qué significa el arte ni ser artista ni vivir del arte. Ni puta idea, te lo digo yo, que sí que sé. Colega.

Texto e ilustración by Velpister

velpister.blogspot.com

viernes, 26 de agosto de 2011

NADIE LEE BLOGS by David Refoyo.


Recuerdo con cariño aquella etapa, cuando la gente leía blogs, escribía mails a sus autores y dejaba comentarios. Hoy estamos demasiado atareados con Facebook y puede que con Twitter. A decir verdad, si mantenemos estas bitácoras es por pura pereza, porque jamás nos descargamos las cientos de historias publicadas, porque en el fondo nos daría pena perder todo esto. En ocasiones pienso que debería colgar unas cuantas fotos pornográficas para que censuraran este blog y así, notar la solidaridad de los visitantes. Escasos, supongo. No fui amigo de las estadísticas, lo único que tengo claro es que los blogs no sirven para nada. Avanzamos deprisa. Ahora es Facebook, mañana será otra cosa. Primero murieron los chats, después los fotologs, dentro de poco morirá Tuenti, después Facebook. Otra cosa vendrá. Otros canales. El canal blog murió hace tiempo, tal vez hace unos meses o incluso años. Ya nadie lee blogs. Nadie se detiene a decirte que le gustó mucho aquello o que no está para nada de acuerdo contigo. Somos pasto de las modas. De las máquinas que trituran el presente. Yo me rindo, claro, es lo que hay que hacer.

David Refoyo, del blog Una ciudad llamada Perdición.

jueves, 25 de agosto de 2011

CORRECCIÓN por Vicente Muñoz Álvarez.



una novela de
Thomas Bernhard


Corrección


tienes que leerla


cientos de páginas
para contar
cómo se pule
y reconstruye
y destruye
a la larga
un texto


algo sublime


pero de verdad


porque si escribes
y te dedicas
como terapia
al arte
de juntar palabras


hallarás dentro
una revelación


todo se transforma
o muere

nada permanece
y al final


frente al folio
en blanco
estarás solo


y con los restos
del naufragio


podrás escribir
lo que quieras



Vicente Muñoz Álvarez
,
del blog Mi Vida en la penumbra.

miércoles, 24 de agosto de 2011

LA GRAN PREGUNTA por Pepe Pereza.


Me corrí y me desplomé en la cama, agotado y feliz.

- Te sabe distinto.
- ¿El qué?
- Tu semen.

Yo no tenía ni idea de qué el esperma pudiese cambiar de sabor.

- Sabe, no sé… más… amargo.
- No sabía que pudiera cambiar de sabor.
- Influye mucho lo que comes.
- ¿Hablas en serio?
- Claro. Por ejemplo: si has comido espárragos sabe más amargo. Como ahora.-
Pues no he comido espárragos.-
El tabaco también tiene que ver. El semen de los fumadores tiene un sabor más fuerte.
- ¿Lo has leído o hablas por experiencia propia?
- Experiencia.

Estaba claro, había llegado el momento de la gran pregunta.
- ¿A cuántos te has follado?
- No los he contado. ¿Y tú, con cuántas?-
Contándote a ti, dieciocho.
- No está mal.
- Dime cuántos han sido.
- Tendría que hacer memoria.
- Hazla.
- A más de dieciocho, seguro.
- ¿Más de veinticinco?
- Algunos más.
- ¿Más de treinta?
- Sí.
- ¿Más de treinta y cinco?
- Seguramente.
- Vale, no quiero saberlo.

Algo me revolvió las tripas. Me imaginé una fila de más de treinta hombres. Me pareció una fila enormemente larga, de pronto infinita. Y puestos a imaginar, imaginé que kilómetros de pollas entraban por tu coño y océanos de esperma salían de tu boca, como en una fuente de leche rancia y grumosa. Sí, se me revolvió el estómago, y me sentí enfermo de celos, celoso de todos los que te habían follado antes que yo y de todos los que vendrían después.


Pepe Pereza, del libro Amores Breves.

sábado, 20 de agosto de 2011

SOY EL PEZ QUE SE MUERDE LA COLA




Soy el pez que se muerde la cola
el perro del hortelano
el que tira y no afloja
el que ríe pero a la vez llora
el que quiere pero no puede
el que cree pero no reza
el que sueña pero a la vez despierta


Foto & Poema by

Julia D.Velázquez

LUGARES por Luis Miguel Rabanal.


A grandes rasgos se trata de XXII poemas de extensión variable. Es verdad que lo anterior no quiere decir gran cosa pero, de momento, es lo que hay. También infancia, Olleir, algún pasado tenebroso, lo rural, el amor, seres queridos y no tan queridos, otro poco de Olleir, el desamor, diversos absurdos muy absurdos, muerte, el deseo, dolor, memoria, el imposible regreso, el presente raro, más Olleir, enfermedad, el paso del tiempo. Una toponimia del corazón, en suma.

Información y pedidos:
ediciones.hontanar@gmail.com
aroka@telefonica.net
http://luismiguelrabanal.wordpress.com/

viernes, 19 de agosto de 2011

LA LOCURA by Vara.



"Ella cogió una ramita caída de un árbol y se frotó la muñeca hasta ver brotar su sangre. Luego, me miró"

La locura no entiende de palabras,
la locura no entiende de comunicación,
...la locura es algo más que una mirada extraviada
tras un cristal salpicado de gotas de sangre,
que brotan de heridas sin cicatrizar.
La locura es instinto primario
manifestado en forma de conductas impulsivas,
obsesivas,
compulsivas,
adictivas...
La locura es un abrazo abortado a destiempo,
la locura es la sombra de lo que fue una vez
algo parecido a una persona con autonomía cerebral;
la locura no entiende de nombres,
la locura puede envenenar una mente
que deambula en espirales,
como tú y como yo,
en la Noria Infinita de los mil millones de Delirios.

José Manuel Vara,
del blog Atrocityciberfanzine.

jueves, 18 de agosto de 2011

CHERRY TREE LANE


Áspera y dura como el cemento armado, Cherry Tree Lane (2010), de Paul Andrew Williams, es un inquietante almuerzo desnudo (un instante helado en el que todos ven lo que hay en la punta de sus tenedores, parafraseando a Jack Kerouac), que por su proximidad doméstica aterra y pone los pelos de punta.

Muy en la línea de Funny Games, de Haneke, o remóntandonos más atrás, de Perros de paja, del maestro Peckinpah, Cherry Tree Lane es un magnífico film de horror urbano, con un ritmo ominoso y pausado, deliberadamente exasperante, que desemboca en un bronco y apabullante final.

El origen de la violencia en las sociedades capitalistas modernas, la deshumanización y el extrañamiento, la pérdida de ética y de valores y la desestructuración familiar son algunas de las cuestiones de fondo que la película de Paul Andrew Williams aborda con una frialdad aséptica y aterradora.


Otra recomendación 5 estrellas 5.


Vicente Muñoz Álvarez

Trailer in You Tube:

http://www.youtube.com/watch?v=wJw3uLrNwso

NOVEDADES GROENLADIA



Escupí Sangre

http://www.revistagroenlandia.com/PDF/Escupi-sangre-Isaac.pdf


El salto del Cojo

http://www.revistagroenlandia.com/PDF/El-salto-del-cojo.pdf

Saludos

EXTRAÑAS MANERAS DE NO ENCONTRAR LA FE EN EL DESIERTO por Juan Carlos Vicente.


Caían al suelo con un golpe seco mientras el ruido de la cadena metálica poco a poco se detenía. Por un momento se le antojó la idea de que era como derribar a un hombre grande, inmensamente grande, cortándole por los pies hasta que este caía a plomo, como por una inercia superior a la gravedad y mantenía su estatus de vida hasta el justo instante en que se estrellaba contra el suelo y crujía y se astillaba como el trozo de madera (madera en proceso a cadáver) que en realidad era. Luego él, levantaba la cabeza y se secaba el sudor en su sucio antebrazo y a sus ojos todo tenía el color amarillo del desierto, a excepción de los cuerpos-árboles que yacían con los brazos-ramas abiertos de par en par esperando una salvación o una cura que nunca llegaría, y si lo hacía, ya sería demasiado tarde para salvar o recuperar cualquier vestigio que tuviera que ver con el pasado más cercano. Estas divagaciones no eran más peligrosas que las que había sufrido apenas unos minutos antes, entre la caída de un cuerpo-árbol y la evaporación sónica de la cadena dentada que actuaba como un bisturí preciso que cercenaba las piernas-troncos sin esperar, nada más, que la satisfacción provocada por un sonido seco en el desierto una tarde agotadora y terriblemente calurosa de un mes de agosto cruel. La incapacidad para apreciar cierto tipo de belleza le había atormentado una noche y le había obligado a plantearse si tal vez el problema, un problema demasiado profundo quizás, residiría en la incapacidad de sus ojos para ver ciertos colores o para creer que era suficiente con distinguir una cosa de otra totalmente diferente, sin tener que plantearse nuevas direcciones, dudas o análisis sobre la veracidad y la durabilidad de esa supuesta belleza. Hasta el mortal más común disfrutaba de pequeñas cosas como comer, beber, soñar o follar, y no necesitaba en ninguno de los momentos, ni posteriores ni anteriores, plantearse la veracidad o mejor, la autenticidad, de ninguna de ellas. Sin embargo le atormentaban esas ideas absolutamente absurdas e innecesarias para disfrutar de esos pequeños actos que hacen que los hombres se igualen unos con otros y encuentren su verdadero lugar común en ese alejamiento de lo, teóricamente, divino o místico. Pensó que, en medio de esa sequedad de boca que provocaba el polvo y el calor, en medio de la tormenta salada y ácida que caía goteando de manera continua desde su cuero cabelludo hasta sus labios, y que formaba pequeños charcos en los que ahogarse en ese lugar que hay entre la nariz y el labio, el hecho de que no pudiera apreciar la belleza de los caballos que en el desierto de al lado parecían esperar a la muerte, flacos, con las costillas marcadas, las patas arqueadas, famélicos hasta la extenuación, era en realidad un problema de los demás o del autoengaño al que cada uno decide someter su existencia. En esta laguna, casi negra y fangosa como si fuera alquitrán, nada lo poco que queda o lo mucho que quedará, de esa estructura frágil y altamente contaminada, que él, en un alarde de contemplación onírica hace de su propia cabeza desde un mundo que intenta sea solamente exterior.

Ante el comentario de su compañero, “Esto es para que baje dios y lo vea”, no puede hacer otra cosa que reír y apuntar, a modo de cicatriz, una más, en su interior, que hoy de nuevo no ha tenido noticias de dios, pero que si las tuviera, o le tuviera de alguna extraña manera en frente, en mitad de ese desierto, le serraría las piernas-tronco y le haría caer como un árbol-cuerpo para luego astillar sus brazos-ramas junto al resto de figuras yacentes sin esperar (¿por qué iba a hacerlo?) que la belleza se manifestase para convencerle de su equivocación.

Juan Carlos Vicente, del blog Matahoras.

OLD TIME NORTH BEACH by Carla Badillo.



Me encantan las fotografías antiguas, más aún si el lugar retratado es parte de mi vida. Hace un tiempo encontré este par de fotos en blanco y negro de mi barrio favorito en San Francisco: North Beach. Las encontré precisamente en una salón privado del barrio. Las tomé camufladamente, pero sólo hasta hoy recordé que las tenía. Me encanta imaginar cómo era la vida en ese entonces, y qué hubiese pasado si yo llegaba en aquel tiempo (tiempo en el que desde luego no existía ni en la más remota idea). Veo un Café, una carroza con caballo y gente elegante transitando por las calles vestida de negro. Imagino a Mark sentado en una de las mesas de North Beach Cafe tomando un africano y leyendo un libro, y de repente me veo a mí entrando con un vestido largo y ceñido al cuerpo, un sombrero de ala ancha, y mi diario bajo el brazo. Sonrío. No importa la época -me digo a mí misma- igual nos habríamos gustado desde el principio, igual nos habríamos enamorado como dementes, igual habríamos escrito, en blanco y negro, nuestra propia historia.

Carla Badillo Coronado, del blog Mujer en tierra firme.

sábado, 13 de agosto de 2011

¡OH, PATXI, MI DULCE Y SUCIO PATXI!, por Carlos Salcedo Odklas



Descubrí a Patxi como a tantos otros a través de diversas antologías, su relato mi padre, los libros reno, ned flanders y los beats, todo en la misma frase incluido en la antología Beatitud (Ediciones Baladí) me parecío una obra maestra y el relato el vértigo de spiderman del Vinalia plan 9 (Producciones Vinalia Trippers) ya me hizo memorizar su nombre y ponerme en contacto con el, descubriendome además a una gran persona tras las letras, un tipo sencillo, amable, cercano, asi como seguro de su talento, ilusionado y para nada creído, por eso al saber de la publicación de esta novela empecé a sentir esa sensación yonki de querer bucear en sus páginas cuanto antes.
Me puse en marcha por las librerías de mi ciudad.
-¿Hola, tienen algo de Patxi Irurzun?
-Creo que no ¿cómo has dicho?
-Patxi Irurzun. Pe, a, te, equis, i, Irurzun, como suena.
-No, ahora no tenemos nada en stock.
Recorrí un par de librerías con idéntico resultado. Finalmente opté por probar en la librería pastor, una de las más grandes de la ciudad, la había evitado deliberádamente con anterioridad porque es una librería grande, con un escaparate poblado de banalidades y una clientela constante e impersonal, como el goteo de un grifo, y por lo general prefiero comprar en librerías pequeñas para no dar más dinero a quienes ya tienen bastante, pero todas me habían fallado.
-¿Hola, tienen algo de Patxi Irurzun?
-¿Quién?- Me dijo la dependienta, una señora de mediana edad.
-Patxi Irurzun.
-Mmmmm....¿puedes decirme algún título?
Estuve tentado a decirle la polla más grande del mundo, pero me rajé.
-¡Oh, Janis, mi dulce y sucia Janis!
-Mmmm....Ffffff.....si, parece que lo tenemos.
-¿En serio?
-Aquí pone que si.
-Si lo tienen me lo llevo.
La señora imprimió un ticket que miró esbozando una mueca.
-Me va a costar encontrarlo.
No contesté, no se si esperaba algún tipo de comentario por mi parte, nos limitamos a mirarnos en silencio, ella volvió a mirar el ticket y finalmente salió de detrás del mostrador, me puse detrás de ella y seguí sus pasos, ojeó un par de estanterias y se dirigió a un hombre mayor que deambulaba por ahí.
-Alfonso, échame una mano con esto.
El señor mayor estudió el ticket y se dirigió a mi.
-¿Es una editorial nueva no?
-Creo que si.
Miraron por encima un par de estanterias mientras yo disimulaba.
-Quizas esté en las cajas de arriba -Le dijo el señor a la señora.
-Pufff....¿Está usted de paso?- Me dijo la señora.
-Errrr... no.
-Es que quizás nos cueste encontrarlo, ¿podría venir mañana?
-No se, supongo que si.
Se alejaron cada uno en una dirección, no sabía si me estaban dejando tirao o se habían ido a buscarlo por otro lado. Me acerqué a la estantería de mi derecha, aquella en la que ellos habían estado mirando, eché un pequeño vistazo. Y allí estaba, lo localicé enseguida, como si estuviese llamándome. Lo saqué de su prisión.
-¡Hey, está aquí!
La señora, que estaba ya inequívocamente volviendo a su posición inicial tras el mostrador, se giró con cara de sorpresa.
-Vaya, pues que bien. -Dijo.
Ya en el mostrador realizamos la transacción.
-Son 16 euros.
-Tenga.
He de reconocer que me escoció, está claro que los vale, pero para un miserable parado de larga duración como yo que hace poco ante la desesperación de su situación ha optado por dar el paso de llevar su curriculum al mc.donalds (esperando que no recuerden aquella vez que, borracho, casi prendo fuego al local ante los gritos del encargado) es un desembolso. Espero que al menos una parte razonable vaya a parar al bolsillo de Patxi.
Por fin tenía la novela, la edición es correcta, la tapa blanda y de extensión normal (206 páginas).
Ya en casa me lamenté por no tener un petilla para acompañar la lectura, nuevamente mi jodida situación financiera. Por suerte si contaba con un par de latas de cerveza marca Askania y un par de cigarros Winston. Me puse a ello.
La escritura de Patxi es agil y tremendamente entretenida, es perfectamente posible leerse el libro del tirón si te da la locura. Su estructura, en breves capítulos de unas cinco páginas, también posibilita irlo leyendo poco a poco si tu vida diaria no te permite dedicarle más que breves momentos.
Cualquiera medianamente interesado en la literatura underground y sucia en la que podría encuadrarse a Patxi seguramente estará ya al corriente de la trama. Dick Grande es un barrendero de Pamplona, un tirao que aulla a lo Bruce DICKinson en alguna jam o grupete heavy a la menor ocasión y barre las calles por la noche, no es un tipo agraciado, enclenque, feo, pero.... Hay amigos, el bueno de Dick esconde un diamante en bruto entre sus piernas, y aunque todos pensamos lo mismo en algún momento y fantaseamos con darle la vuelta a la pantalla del ordenador y ser el cabrón que se folla a todas esas tías con las que nos pajeamos a escondidas, a Dick se le presenta la ocasión tras un viaje de vacaciones a La Habana donde conoce a Janis, una jinetera, y a un par de dementes productores alemanes de porno amateur. Tras ser desvirgado en el medio y comprobar su potencial, un emocionado Dick emprende su recorrido por los bajos fondos del porno donde conocera a inverosímiles personajes y viajara a lugares a cual más bizarro por todo el globo y donde comprobará que no todo es follarse a pivones y eyacular en sus sonrientes rostros sino algo más tortuoso, como la vida misma.
La novela es divertidísima, sin más pretensiones que entretener, y aunque no pretende revolucionar la visión filosófica de la vida de nadie Patxi, con suma habilidad, introduce de vez en cuando reflexiones acerca de la condición humana (algo que en temas sexuales evidencia el verdadero ser de nuestra especie) y también se permite algunos ácidos comentarios de critica social, todo ello alejado del punto de vista oracular y mesiánico e introducido con toda la naturalidad del mundo.
En nuestro viaje en compañía de Dick y su "blackandéker" nos veremos en situaciones divertidas y bizarras y también tristes y desoladas haciendo que nos encariñemos enseguida con el bueno de Dick y queramos saber que le va a pasar ahora, la forma de narrar la historia, en primera persona, facilita también este acercamiento y consigue lo que todo escritor ansía, esto es que el personaje acabe siendo uno más de nuestros colegas.
En la etiqueta de mi ejemplar se la define como novela erótica, es cierto, de echo incluso podría decirse pornográfica (si estás pensado regalarsela estas navidades a la madre de tu pareja, la del opus, te aconsejo desechar la idea) pero es mucho más que las aventuras guarras de un actor porno de grán polla, es la busqueda de uno mismo, el afán de escapar de la mierda de las calles y elevarse sobre la masa con la polla bien tiesa para eyacular sobre todos los cabrones de abajo que nos menosprecian y coartan.
En definitiva ¡Oh, Janis, mi dulce y sucia Janis! Es una novela cojonuda, de las que mola recomendar a los colegas, divertida, muy facil de leer tanto una como varias veces, excitante (no he podido evitar pajearme tras la lectura de algunos pasajes) entrañable y cercana, sin caer en fantasmadas ni sermones, recomendadísima.
¿Se te ocurre algo mejor que hacer estas aburridas tardes de verano que transformarte en una estrella del porno (amateur)?

Escritores sucios

http://ohjanis.blogspot.com


EL VIAJANTE por Luis Miguel Rabanal.


Traía en sus baúles amarillentos medias de colores, sábanas bordadas por las monjas de Sahagún, navajas de muy extraños filos, libros de cuarta o quinta mano repletos de proezas, lápices que no era preciso mojarles la punta para escribir palabras: Begoña, Carnaval, Feldespato, Vulva, El Cuco...Era el Viajante, que venía cada tres meses a renovar los ojos grandes de los niños, y de paso, en el mostrador del abuelo Miguel, a difundir dibujos de escopetas, retales de vestidos más cortos que la tarde, y facturas y grasa para las pieles rugosas e inconcebibles. En un rincón les explicaba los últimos avances en política y en la ciencia extraordinaria del saber amar, a su manera escabrosa que reunía amor con mala leche, con mentiras y polvo del más solitario de los caminos.Nos parecía escaso el tiempo que pasaba entre nosotros, nos gustaba su modo de hablar, acalorado, tremendo en su apuesta por las marcas y los nombres de mujeres casi hermosas, nos convencía cada vez de que el mar no podría estar demasiado lejos, que una tarde de agosto nos iba a enviar, desde Gijón, botellas con agua de la playa. Cerraba sus baúles con pesar y nos besaba un poco. Se contaba de él que una noche de tormenta le alcanzó un rayo y su pelo, desde aquella, se fue desperdigando, y sus dedos fueron menos, pero más afables. Se decían de él tantas cosas: el aguacero, aquella muchacha de Salce, el barranco ante sus ojos, el accidente sin apenas ruido.

Luis Miguel Rabanal, de Casicuentos para acariciar a un niño que bosteza (Ediciones Leteo, 2011).

ROUTE by Loredhi.


Lo que más le avergüenza es subir al autobús con prisas, malditas prisas que le aceleran el corazón tom tom tom... subir los dos escalones casi jadeando y después una hora para encontrar el bono y después esa incertidumbre de no saber si quedan viajes. El uniforme verde oscuro tiene un algo de pijama de hospital que le repatea y le hace odiarlo un poco más. Otras veces lo lleva divertida y es una guerrera de camuflaje que puede con todo, esos días al subir corriendo al autobús jadea menos. El trayecto se divide en dos, un barrio apenas con movimiento y el mismo centro de la ciudad. Baja en la parada siempre de antes del quiosco y entonces eso sí, pisa segura y con la prisa más controlada. Ocho meses en la cafetería y ya se ha acostumbrado a los olores diurnos, Cruzar en medio de aquella polvareda casi sin respirar, hasta las obras forman parte de la naúsea. Fijar los pies delante de la puerta automática, sonreir disimuladamente y entrar. Un delantal negro atado a la cintura, los bolsillos y las yemas de los dedos que se tocan.

Lorehdi

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EN MI HAMBRE MANDO YO (MAREA). Próximamente

Los Marea vuelven campando por sus anchas, con nuevo disco que lanzarán el 27 de septiembre. Antes, el 23 de agosto publican un video con uno de sus temas, Bienvenidos al secadero, pero aquí va como adelanto el trailer. ¡Yeah!

jueves, 11 de agosto de 2011

Vida y locura de Ken Kesey, por Ricardo Vinos



Ken Kesey (1935-2001) fue el último héroe literario de Estados Unidos, disidente radical hasta la médula, narrador efectivamente genial de poca obra: ocho libros en total, el primero de los cuales –la novela One Flew over the Cuckoo’s Nest, de 1962– le allegó fama y fortuna cuan do apenas tenía veintisiete años. El tema de One Flew... es la locura o, más concretamente, un grupo de locos, el lugar específico donde los encierran y algunos profesionales que se encargan de ellos. La voz narrativa pertenece a Chief Bromden, uno de los “locos” que lleva años internado, un indio que ha decidido no hablar más y ha sido etiquetado de enfermo mental. El relato es prodigioso y complicado; en la enfermera Ratched, que controla la vida de los locos, Kesey realiza un fino estudio de la crueldad humana y del control como síntesis de las obsesiones puritanas en la paranoica cultura estadunidense. El relato se confina al hospital y sus rutinas, que son alteradas por el ingreso de un nuevo convicto, llamado McMurphy, que se ha fingido loco para evitar la prisión. La lucha de poder entre la enfermera y McMurphy se encamina a un desenlace trágico, con alguna ambigua esperanza: el narrador se fuga.

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Extraído de La Jornada Semanal con las pinzas de Escritores sucios

DESAHOGO SIN RETRETE, por ANTONIO YESKA


Hay cosas que son realmente importantes. Cosas que, aunque no veas, ya sea por distancia o por el simple hecho de no querer mirar, te llegan muy adentro cuando suena en tu conocimiento el gran estruendo del pasito hacia delante que acaban de dar. Para algunos es un paso atrás en sus intereses, y eso también alegra. Si piensas un momento en lo grandioso que puede llegar a ser el universo, el planeta Tierra seguramente sea una simple mota de polvo entre tantas, de un polvo distinto de las no sé cuantos millones de variedades que podría haber. Pero si te pones a pensar solamente en el planeta Tierra, la mota de polvo puedes ser tú, y no te digo ya lo que puede ser tu problema. Cuéntale a una familia de Somalia que no te comes una hoja de lechuga porque has visto un bichito negro de dos milímetros de largo… No creo que después le queden ganas de preguntarte tu opinión sobre si es mejor la playa o la montaña en el mes de Agosto.

Tiene que haber de todo, por suerte o por desgracia, pero basándome en cuestiones de respeto, diré que me da por culo cuando el pensamiento o la forma de hacer las cosas de uno es lo “diferente” y el del resto de los habitantes de este planeta, mal llamado nuestro, es lo normal. ¿Por qué lo vuestro sí y lo nuestro no? ¿Por qué todo lo llamáis utopía? ¿Cuándo Hitler contó su plan del rollo ario nadie le dijo que era utópico? ¿Y el Adán con la Eva? ¿Ese cuento no era machista?

No puedes creerte Dios y callarte lo de la Magdalena.

A lo que voy, que hay gente que se me atraganta igual que un bocado chungo a un exquisito bocata de calamares. Que pretenden que te tragues una mentira que ni siquiera se están comiendo ellos, una película mala dirigida por él, donde el protagonista es él, y las mejores cámaras se las chupa él. ¿Sí? Pues no, yo no trago. Ni con apego ni sin él. Ni con excusa ni de Blas. Ni de buen rollo ni pollas. Que no hombre, que no.

Asiento con la cabeza pero me doy el piro, sin embargo, a veces tienes la mala pata de estar atado a los prejuicios. O caes en gracia, o vete a saber. A veces no se sabe por dónde tirar pero incluso tiramos, e incluso nos tropezamos y volvemos a tropezar, pero sigues, terco, y si, por una casualidad, o porque te lo has currado, consigues una pequeña parte del fin, te sientes más orgulloso y más feliz que un regaliz. Contento contigo mismo, con una consciencia que reluce por los ventanales y te pone cara de Gusiluz. Pero otras veces, te la clavan y bien, los que no entienden de respeto, los que viven en su propio mundo y todo lo demás les da igual, simplemente es muchísimo menos importante. No desempolvan su ego porque reluce a diario. Los demás no contamos con los medios para el camino fácil, y por eso somos peores, poco menos que sus siervos. Los demás es que somos gilipollas…

No es mi intención hablar de ricos, ni de políticos, ni de creyentes, ni de faltar el respeto, de hecho me he basado en el…

Hablaba simplemente de los millones de ombligos que se creen mierda…

Y no llegan ni a pedo.