miércoles, 23 de junio de 2010

LA LUZ DEL MUNDO. Miguel Ángel Sosa.



Desde un cartel publicitario enorme nos contempla
el sonrosado rostro de un político sonriente
yacemos a la sombra de los arcos de piedra
entre cáscaras de fruta papeles latas envoltorios periódicos viejos
octavillas de publicidad cartas de banco arrugadas chicles
y cartones
del puente sobre lo que queda de río
en la mañana neblinosa
no se ven las montañas
hace frío
y del severo discurso de las ideologías
me quedan estos pantalones con el fondillo manchado de diarrea reseca

el homo sapiens es una hoguera sin leña consumiéndose a sí

misma
no croan las ranas nos las hemos comido
las palomas huyen
un vientecillo insidioso agita los árboles del parque cercano
que solemos utilizar como cagadero
limpiándonos el culo con las hojas del capital de marx
del compañero isidro

hace frío


moriremos al pie de los rascacielos

entre paquetes vacíos
de tabaco
y sonrisas torcidas
de esperanza

sin necesidad de releer

a
lorca

qué coño nos importa a nosotros el río ánemico

o el rocío de la mañana perlando los helechos en penumbra
o la alegría en las tabernas ante las vicisitudes
deportivas que atañen a unos pocos
las tonadillas de los borrachos en las calles frías de la primavera
cuando alguna ambulancia acude a llevarse al compañero
que sufre de bronquitis crónica

qué carajo, decidme, nos importan

las azules bahías
o la luz ensangrentada de los atardeceres sobre el puente
que se pierde en la niebla

cuando nosotros no importamos a nadie

somos esa sombra hedionda que molesta
mendigando un puñado de lágrimas

sin traje

sin zapatos
sin ojos
sin manos
sin esperanza

somos la luz del mundo


hace frío


moriremos al pie de los nobles edificios

panzudos relucientes recién enjalbegados
moriremos al pie de las estadísticas
bajo el canto de las gaviotas y de los coches
y de los niños del coro del colegio cercano

y no sabemos qué ratas se ocuparán de recoger

nuestros cadáveres
ni qué botellas vacías se llevará la lluvia

Extraído del blog Luces clandestinas
Foto: Patxi Irurzun

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