lunes, 15 de marzo de 2010

MI LOTERÍA por Castorín.


Todos los días por la mañana bajaba al estanco con la misma ilusión
y un solitario y latente pensamiento en mi cabeza,
hacerme rico de una vez por todas,
rellenaba furiosamente todos los boletos que había habilitados para apostar en ese día,
fuese cual fuese el juego.

Pero mi gran pasión eran las carreras de caballos,
ir al hipódromo a ver los entrenamientos y galopes,
podía pasar horas y horas con los catalejos incrustados en mis legañosos ojos,
mientras con la otra mano sostenía mi cronómetro
parando ágil el segundero,
al mismo tiempo que pasaba por línea de meta aquel pura sangre.

La gente de mi edad se dedicaba en sus ratos libres,
que por cierto eran todos,
a mirar obras y edificaciones
y sacar defectos,
o por el contrario,
pasarse la vida vegetando,
sentados en sillas jugando a infinidad de juegos carteriles.

Me gustaba descender airoso de mi aledaño en la grada
hasta los palos a pie de pista,
para sentir la respiración del corcel con su armonioso galope,
era una emoción indescriptible,
lo que daría por volver a montar,
sea lo que fuere.

Siempre he tenido la ilusión de ser abuelo,
llevar a mi nieto al hipódromo,
enseñarle a montar,
transmitirle mi sabiduría,
pero una certera e inafortunada coz de aquel gran campeón
me dejó estéril,
poco después la vida me daría la segunda patada,
la muerte de mi mujer,
ahora simplemente estoy aguardando
a ser yo el que dé el último puntapié a esta malvada vida,

Aquí me tienes,
o me subes a los cielos,
o me arrojas a los infiernos.


Castorín, poema inédito.

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