jueves, 21 de enero de 2010

LOS PLACERES DE LOS MALDITOS


Interesante artículo de Armando Álvarez Bravo en Diario de las Américas sobre la poesía de Bukowski

Un poeta vive la experiencia de serlo de muchas formas. Y aquí se puede citar a Ortega y Gasset en su precisión del imperativo de la gravitación de la circunstancia en su existencia. A esto podría añadirse una pregunta: ¿Es posible ir más allá de esa circunstancia, trascenderla? Pienso que las respuestas pueden ser de muy diverso orden. No se puede descartar que esa circunstancia en ocasiones constituye un imperativo prácticamente insalvable. De igual suerte, puede tomar otro rumbo. Y en este son decisivos el embate de la fatalidad y, no menos, la voluntad del poeta de vivir cada instante como quiere y, si las cosas le salen bien, recomponer sus jornadas, pero sin abandono del espíritu de las actitudes que ella le deparó.

Considero que lo que acabo de exponer tiene plena validez en el caso de Charles Bukowski (Andernach, Alemania, 1920 – Los Angeles, California, 1994). Este prolífico poeta y escritor, bebedor, pendenciero, mujeriego, jugador, vagabundo, rebelde, carente de recursos tantas veces hasta la indigencia, todo lo tenía a su favor para haber acabado mal y absolutamente desconocido. Entre otras cosas, por la crudeza, violencia, desgarradura y exceso de su obra en que su persona, experiencias y lo que le rodeaba siempre fueron un absoluto, no precisamente un sueño dorado. Una característica que determinó que la revista Time lo considerara en 1986, “a laureate of American lowlife”.

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