viernes, 3 de julio de 2009

LOS ÁNGELES DEL INFIERNO


Para el gran Hunter S. Thompson no había barreras. Era capaz de cualquier cosa. Los tenía bien puestos y es de los que eligieron su propia muerte (esto último me parece menos valiente). En este extenso reportaje, que Anagrama recuperará en breve en su nueva colección "Otra vuelta de tuerca", analiza todo lo relacionado con Los Ángeles del Infierno y destaca las diferencias entre la realidad y las leyendas que rodean a la banda. En los 60 tenían fama de violar en grupo, de atacar en manada, de acabar con la cerveza de un pueblo, de buscar problemas sin descanso. En el último capítulo salen los beat, que se relacionaron con ellos: Kesey, Ginsberg, Cassady. Cualquier libro de este autor contiene giros inesperados y unas cuantas sorpresas. Muy interesante. Y aquí van unas líneas:

Cuando las cosas van bien y hay juerga y cerveza y chicas en abundancia, ser un Ángel es algo bueno. Pero en una de esas tardes solitarias en las que estás soportando un dolor de muelas e intentando arañar unos cuantos billetes para pagar una multa de tráfico y el casero te ha cambiado la cerradura de la puerta y te exige pagar los alquileres atrasados… entonces no es divertido ser Ángel. Cuesta trabajo reír cuando tienes los dientes tan podridos que siempre te duelen y no hay dentista que te los toque a menos que pagues la factura por adelantado. Y, en fin, cuando la podredumbre del cuerpo empieza a torturarte, consuela el creer que el dolor es un pequeño precio que hay que pagar por las superiores ventajas y recompensas que entraña el ser un Ángel justo.

José Ángel Barrueco, del blog Escrito en el Viento.

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