jueves, 30 de junio de 2011

EL ACTO DE PARTIR by Mario Pires.


En este sencillo pero emotivo acto...
Te damos las gracias por haber venido
Te damos las gracias por estar presente
Te damos otra vez gracias y anunciamos que ya es hora de que partas

En este sencillo pero emotivo acto...
Queremos felicitarte
Te damos las congratulations
Te damos medalla
Te damos besos
Te damos abrazos
Te damos más abrazos y anunciamos que ya es hora de que partas

En este sencillo pero emotivo acto...
Hacemos banquetes en tu honor
Hacemos ceremonias, fiestas de gala, veladas encantadoras, reuniones, bailes
Hacemos más ceremonias y anunciamos que ya es hora de que partas
¡Celebramos tu partida!

En este sencillo pero emotivo acto...
Te decimos chau, adiós, bye bye, que te vaya bien, suerte en el futuro, ¡éxitos!
En este sencillo pero emotivo acto...
Te acompañamos hasta la puerta, te damos salida y cerramos la puerta
En este sencillo pero emotivo acto...
Te vemos partir con la alegría en nuestros corazones
En este sencillo pero emotivo acto
queremos que nunca más
vuelvas por acá

Mario Pires, del blog Maldición Poeta.

miércoles, 29 de junio de 2011

ENCUENTRO EN EL METRO CON LEOPOLDO MARÍA PANERO by David Pérez Vega.



Me encontraréis en la siniestra humedad
de un cubo de basura.
L. M. P.

Un escalofrío (cagadas de mono) al recorrer el andén.
Sin duda. Cuando llegó el metro y entramos
en la garganta fresca del vagón, me situé enfrente
para con discreción poder observarle.
En una bolsa de plástico dos libros de colores chillones
y la oquedad de cuatro cajetillas de tabaco rubio, cuatro,
los pantalones caídos igual que si cubrieran a un esqueleto,
el pelo enrarecido y calcinado: la brocha de Munch en llamas,
de pez fuera del agua la herida de la boca abierta
como si el aire estuviese lleno de partículas nocivas,
de animales crucificados o gritos flotando en semen,
las mejillas hundidas, los ojos perdidos, ¿qué verían?

Nos bajamos en la misma estación,
me adelanté, iba a irme pero me dije:
es él, es el gran maldito de nuestra poesía,
tengo que saludarle
. Me di la vuelta:
«Perdona, ¿eres Leopoldo María Panero, verdad?».
A pesar de mis dudas se reconoció con una sonrisa,
estreché su mano de ceniza fría, ceniza fría,
sucia y pisoteada. Salimos a la calle hablando
de él y de su hermano Juan Luis, al que confundía
con su propio destino de interno psiquiátrico.
«Está en un manicomio», dijo con voz de rencor seco
al susurro de una habitación a oscuras. Miraba al suelo.

Me hubiera apetecido invitarle a un café
o a una cerveza, pero no me atreví o sentí miedo
del fondo de sus ojos sin fondo, de las cosas negras
y temibles y sin vuelta atrás que podrían haber visto y yo no.
Esa mañana yo había quedado con mi bella amiga,
me esperaba. Sus ojos también me daban miedo.


David Pérez Vega, de Siempre nos quedará Casablanca (Baile del sol, 2011).

viernes, 24 de junio de 2011

TRIPPERS FROM THE CRYPT: Portada.

Bueno bueno, hermanitos, ahora sí que sí... Al fin tenemos lista la ultrabizarra portada de Mik Baro para nuestro inminente Trippers from the Crypt, que está ya a punto de salir de imprenta.

Todo el sabor de los Tales from the Crypt de antaño, revisitados por nuestros mejores escritores e ilustradores para amenizar vuestras pesadillas...

Cerca de 80 autores, de lo mejor y más subterráneo del panorama español, se dan cita en este nuevo número de Vinalia Trippers, que, estamos seguros, hará vuestras delicias...

Queridos Drugos:
Preparaos para la Invasión.

Lo vamos a pasar de miedo.

4850 euros, por Miguel Ángel Sosa


Nueve de la noche de un viernes de junio cualquiera. Está uno en sus cosas, facebookeando, tomando notas, saboreando una copa bien merecida mientras entra por la ventana una brisa cristalina, dulce como un manojo de alfileres refrescantes, en un estado de perfecta soledad, mientras abajo en la cala el suave oleaje hace bailar las luces de posición de los barcos desde los que llegan voces de borrachos hartos de sardinas tirándose al mar nocturno asperjado por la luz de la luna, y suena el teléfono. Es un editor de Madrid del que no daré el nombre: regenta una casa bien conocida, a nivel nacional e incluso hispanoamericano, que ha publicado un buen catálogo de literatura contemporánea y clásica que no tiene nada que envidiarle a nadie. Es un editor de los que se arriesgaban, más preocupado por la calidad de la obra literaria en sí que por el balance de ventas, algo heroico en estos tiempos de mercachifles del best seller infumable en los que sin embargo es un jodido milagro que alguien aparte de Belén Esteban lea libros. Y me dice el buen señor que está interesado en publicar un libro de cuentos mío titulado La cárcel de la noche, relato que por cierto el buen lector puede encontrar por capítulos entre el batiburrillo de posts que uno tiene publicado en Libro de Arena o en Luces Clandestinas. Una leve euforia, un pequeño chispazo, nada en especial. Ha sonado por fin la flauta, me digo; la voz del editor es pausada, su discurso amable; cuando un editor te llama por teléfono a las nueve de la noche, es que se toma en serio su trabajo, y no se le puede adjudicar la etiqueta de mercader-oficinista con horario de 10 a 6 (o ni eso) que suele ser la regla general en este país de Ferias de Sevilla, Rocíos sin blanca paloma, puentes como acueductos y días del Escritor (¿?) y demás zarandajas.
Y de pronto me suelta que por el módico precio de 4850 euros puede enviarme 400 ejemplares de mi obra –sobre una tirada de 2000- para que yo, personalmente, me encargue de distribuirla y venderla, 4850 euros de nada, total, el sueldo de un mes, calderilla, lo que yo me gasto en tabaco de pipa cada vez que voy al estanco de la calle 56 esquina Quinta Avenida de Mahón, que es una megalópolis fascinante a orillas del puerto natural más grande del Mediterráneo. Y me digo: vamos a ver, ni soy puta ni tengo más cama que la mía. ¿Desde cuando un escritor tiene que hacerle el trabajo al editor que encima se va a llevar la parte del león a la hora de hacer números? No se trata de una editorial de las que han florecido como setas en los últimos años, que primero te piden el fajo y luego te publican lo que te sale de los cojones (así están las librerías, rebosantes de mierda como una alcantarilla atorada; cualquiera es escritor hoy en día, sabiendo redactar gilipolleces), o que te hacen vender durante la presentación del libro un mínimo de cien ejemplares después de no haber hecho ni el huevo a la hora de darle publicidad al libro –ediciones Atlantis, sin ir más lejos; claro que al final acabé estafando a los estafadores, que por cierto están en el Rai-. Se trata de una editorial de prestigio, como ya he apuntado, de las que años ha decían sí o no, y punto pelota, y que al menos ha tenido la gentileza de perder unas cuantas horas en leer algo que yo he pergeñado a mi manera, artesanal, descuidada, inconstante, y sobre todo, con los cojones en la mesa, porque no sé escribir de otro modo. Y después de una charla sosegada con este buen hombre, después de explicarle la absoluta imposibilidad de llevar a efecto lo que me propone, salvo que se conforme con descontar semejante pastizara de las ventas de la primera edición, o que me mande algo que quiera traducir –lo cual me deja con dos trabajos, y ya está bien- para hacérselo a cambio de lo otro, cuelgo el teléfono, me sirvo una copa, enchufo a Mozart y me quedo rumiando dudas. Es como si Planeta te dijera: OK, danos 300.000 euros en metálico y el próximo Premio es tuyo. ¿Hasta dónde ha llegado esta puta crisis, que hasta editores serios y de probada solvencia –son muchos años editando clásicos contemporáneos- te piden financiación antes de arriesgarse? ¿Dónde están monstruos como Mario Muchnik y compañía, a los que les importaba un cojón de pato el índice de ventas? Y leo cosas sobre ese esperanzador 15 M, y 19 J, y veo imágenes de gente muy cabreada tomando calles y plazas, y noto un hormigueo en esta sangre jacobina y ácrata, y me congratulo de no andar por las calles de Madrid aunque apoye con todas mis fuerzas a este movimiento social sin precedentes. Más que nada, porque acabaría metiéndole fuego a todas editoriales después de gastarme 4850 euros en whisky, putas y marisco, para después exiliarme al lejano norte celta y traducir mis sobras completas al gaélico. Conozco una imprenta en Galway que tiene muy buenas ofertas. Y la regenta una pelirroja que está más rica que el copón.

http://lucesclandestinas.blogspot.com/

jueves, 23 de junio de 2011

TRES POEMAS DE 'QUE CAIGA EL FAVORITO' (RAMIRO GAIRÍN)


Pero la vida es plácida
en barrios VPO

juegan con las hormigas los sobrinos
se puede ver el límite
entre la nada y la ciudad

hay gente recorriendo
el suelo que pisamos con linternas

no sé como será nuestro futuro
así quiero que sean los domingos
que las casas estén sin terminar

***

Cuando el agua se convierte
en un monstruo en el armario
y se escucha su lamento
atrapado en las paredes

y tú y yo estamos dormidos
en el sofá hechos araña

el mundo se está lavando

fíjate al día siguiente


***

Que caiga el favorito
y pierda los partidos importantes
quien más dinero gasta
y el mundo no se mueva ni un milímetro

apago las noticias y te miro
y eres como encontrar supervivientes
varios días después del terremoto


Ed. Prensas univwersitarias de Zaragora (2011) Blog del autor

martes, 21 de junio de 2011

LA ODISEA DE UN ESPAGUETI John Fante



Ayer publicábamos en el blog un relato de Javier Serrano y dejábamos el enlace de su blog, en el que también hemos encontrado este cuento, traducido por el el propio Javier, del gran John Fante)

LA ODISEA DE UN ESPAGUETI


El relato "La Odisea de un espagueti" fue publicado en el diario The American Mercury en septiembre de 1933. Está incluido en el libro "The Wine of Youth: Selected Stories" (El vino de la juventud), publicado póstumamente en 1985. Se trata, en realidad, de una nueva edición de "Dago Red", que vió la luz en 1940, y que contiene además siete nuevos relatos. Por el momento, dicha obra no está traducida al español.

I


Colecciono pedacitos de información acerca de mi abuelo. Mi abuela me habla de él. Dice que cuando vivía era un buen hombre, cuya bondad más que admiración provocaba lástima. Tenía fama de ser un poco espagueti. Me habla de una noche, a él le gustaba sentarse en una mesa en un bar bebiendo un vaso de anís, sirviéndose él mismo. Se quedaba allí sentado como una niña mordiendo un helado de cono. Al viejo le gustaba aquella cosa verde, aquel anís. Era su pasión, a la gente le hacía gracia verlo sentado solo, porque él era un poco espagueti.
Una noche, cuenta mi abuela, mi abuelo estaba sentado en el bar, él y su anís. Un camionero borracho tropezó al pasar por las puertas giratoria, se agarró a la barra, y gritó:
"¡Muy bien! ¡Venid a cogerlas! ¡Las tengo encima!
Y allí estaba mi abuelo, sin moverse, su vieja lengua jugueteando con el anís. Todos menos él se quedaron en la barra, bebiendo el licor de camioneros. El camionero se giró. Vió a mi abuelo. Lo insultó.
"¡Tú también, espagueti!" dijo. "¡Levanta y bebe!".
Silencio. Mi abuelo se levantó. Se tambaleó sobre el suelo, pasó junto al camionero, y entonces ¡no hizo otra cosa más que atravesar las puertas giratorias y bajar a la calle cubierta de nieve! Oyó risas procedentes del bar mientras su pecho ardía. Se fue a casa de mi padre.
"¡Mamma mia!" sollozó. "Tummy Murray, me llamó espagueti".
Sangue de la Madonna!"
Con la cabeza descubierta, mi padre se precipitó calle abajo hacia el bar. Tommy Murray no estaba allí. Estaba en otro bar a media manzana de distancia, y allí lo encontró mi padre. Señaló hacia el lado del camionero y habló en voz baja. ¡A pelear! Inmediatamente sangre y pelo comenzaron a volar. Se echaron las sillas hacia atrás. Los clientes aplaudieron. Los dos hombres lucharon durante una hora. Rodaron por el suelo, pateando, maldiciendo, mordiendo. Formaban un nudo en el centro de la pista, sus cuerpos enroscados uno en torno al otro. La cabeza de mi padre, el pecho y los brazos tapaban la cara del camionero. El camionero gritó. Mi padre gruñó. Tenía el cuello rígido y temblando. El camionero volvió a gritar, y se quedó quieto. Mi padre se puso de pie y se limpió la sangre de su boca abierta con el dorso de su mano. Sobre el suelo, el camionero estaba con una oreja desprendida colgando de su cabeza. . . . Esta es la historia que mi abuela me cuenta.
Pienso en los dos hombres, mi padre y el camionero, y les imagino luchando por el suelo.
¡Chico! ¡Cómo peleaba mi padre!
Tengo una idea. Mis dos hermanos están jugando en otra habitación. Dejo a mi abuela y me voy con ellos. Están tirados en la alfombra, inclinados sobre lápices de colores y papel de dibujo. Miran hacia arriba y ven mi cara flameando con mi idea.
"¿Qué pasa?" pregunta uno.
"¡Te reto a hacer algo!"
"¿El qué?"
"¡A que me llames espagueti!"
Mi hermano menor, apenas cuatro años, salta a sus pies, y bailando arriba y abajo, grita: "¡espagueti! ¡espagueti! ¡espagueti! ¡espagueti! "
Lo miro. ¡Bah! Es demasiado pequeño. Es mi otro hermano, el mayor, el que yo quiero. Él también tiene orejas.
"Apuesto a que tienes miedo de llamarme espagueti"
Pero él intuye que estoy buscándole tres pies al gato.
"No," dice. "No quiero".
"¡Espagueti! espagueti! ¡espagueti! ¡espagueti! "-grita mi hermano pequeño.
"¡Cállate, tú, la boca!"
"No lo haré. Eres un ¡espagueti! ¡espagueti! ¡espagueti espaguetado!
La caja de lápices de colores de mi hermano mayor está en el suelo delante de su nariz. Pongo mi talón encima de la caja y la machaco contra la alfombra. Grita, apoderándose de mi pierna. Yo me aparto, y empieza a llorar.
"Ay, eso estuvo feo", dice.
"Te reto a que me llames espagueti"
"¡Espagueti!"
Le embisto, buscando su oreja. Pero mi abuela entra en la habitación blandiendo una correa de afeitar.

lunes, 20 de junio de 2011

'EL GUITARRISTA'. JAVIER SERRANO


No lo había vuelto a ver desde aquellos días locos en el D.F. Nos alojábamos en el mismo hostal, justo detrás de la Catedral, a apenos unos metros del Zócalo. Coincidimos varias veces en la terraza del hostal, en el bar con vistas a la noche mexicana. Aquel argentino solía llevar su guitarra y tocarla, haciendo que los viajeros que nos hospedábamos allí nos acercáramos a él. No tocaba mal su repertorio de tangos y canciones del folclore hispanoamericano; tampoco faltaban piezas de autores más modernos, desde Piazzola a Sabina... Ya entonces era tremendamente gordo; de pelo largo, descuidado y canoso, como su barba. Recuerdo también la tristeza infinita de su mirada. Le gustaba beber, eso se notaba. Uno de esos que beben para olvidar, pensé. No pude hablar mucho con él. A decir verdad, casi todo lo que creo saber sobre él viene de comentarios que hacían otras personas alojadas en aquel hostal detrás de la Catedral. Se decía que, como el resto, estaba en un dormitorio compartido, sólo que a él, al guitarrista argentino, lo habían dejado solo, nadie quería compartir habitación con él por su compartamiento extraño y por guarro. Yo mismo fui testigo, cuando coincidíamos en el bar y le pedíamos canciones al camarero, de que al menos esto último era verdad: no le importaba tirarse pedos o eructos allí mismo, en medio del grupo, algo que nos irritaba a todos, pero especialmente al camarero. Precisamente fue él, el camarero, el que me contó el episodio aquél de una noche en que tuvo que abandonar momentáneamente su puesto para ir a buscar bebida, y cuando regresó se lo encontró dentro de la barra. "¿Qué haces ahí dentro? Iba a cambiar la música". Por mucha relación que se tenga con el camarero de un bar, uno sabe que no debe traspasar ese límite natural que es la propia barra.
Creo recordar que otra noche -hubo varias noches- escuché al guitarrista argentino hablar de su vida: iba algo bebido y parecía abatido cuando echaba pestes de su viejo. En otra ocasión me habló de un pasado glorioso -también de su carrera no menos gloriosa- recorriendo el mundo, como un nómada pegado a su guitarra, sintiéndose libre, sin lastres, sin anclas... Trabajaba tocando en plena calle o por los bares, sacándose así un dinero, tampoco parecía necesitar demasiado, apenas lo justo para pagar un hostal y tomar unos tragos. Lo que me alejó definitivamente de él fue lo que ocurrió otra de aquellas noches mexicanas. Estábamos él y yo conversando con el camarero que trajinaba al otro lado de la barra. En un descuido de éste, el guitarrista tomó de la barra con movimiento felino una botella que se utilizaba para dejar propinas y la vació en su otra mano. Luego siguió conversando como si nada hubiera ocurrido. Lo miré con ojos desorbitados, fulminándolo. Debió de sentirse arrepentido pues al poco devolvía con el mismo gesto felino el dinero -poco, la verdad- a su lugar original. Creo que esa fue la última noche.
Hace unos días lo volví a ver por Lavapiés. Resulta increíble lo pequeño que se ha ido haciendo el mundo. Tocaba en una de las terrazas de la calle Argumosa. Era él, seguro. No quise interrumpirle, además podía ocurrir que él no se acordara de mí. Yo iba con dos amigos y fuimos a sentarnos a otra terraza. Al cabo de un rato, el guitarrista argentino apareció allí, donde estábamos sentados, con su guitarra y su altavoz. Empezó a tocar, recostándose sobre su silla hasta casi caer; noté que rehuía mi mirada. Me fijé en los dedos de sus manos, pese a lo inmenso del resto de su cuerpo aquellos dedos eran rápidos, como aquella noche en la azotea estrellada del D.F. Cuando terminó se acercó hasta las mesas. Le pregunté si nos conocíamos. Pareció dudar pero fue apenas un segundo, luego dijo que me había visto en el hostal del D.F., en la terraza, con un grupo de gente. Añadió que me había pedido una carta de invitación para venir a España, algo que yo había olvidado pero que me hizo recordar en ese instante. Finalmente había entrado por Italia -por allí era mucho más fácil, aseguraba- y luego había llegado a España. Barcelona, Granada y, por último, Madrid. Nuestra conversación fue fugaz, apenas unas frases; después desapareció, como en el D.F., dejándome un regusto agridulce. ¿Acaso no era lo de la carta de invitación un reproche en toda regla? Así las cosas, pensé, yo también le podía haber reprochado lo del robo de las propinas del camarero; al fin y al cabo, él mismo vivía de las propinas que le daban. No sé, acaso la próxima vez que nos volvamos a ver -sea donde sea- habrá que tocar el tema.

Extraido de http://uninstantedecaos.blogspot.com

viernes, 17 de junio de 2011

HOY EN BARCELONA




Concierto-presentación de los libros "La enfermedad del lado izquierdo", de Esteban Gutiérrez Gómez y "¡Oh, Janis, mi dulce y sucia Janis!", de Patxi Irurzun en Barcelona

La Editorial Eutelequia tiene el placer de invitarte al concierto-presentación de los libros La enfermedad del lado izquierdo, de Esteban Gutiérrez Gómez y, ¡Oh, Janis, mi dulce y sucia Janis!, de Patxi Irurzun que tendrá lugar el viernes, 17 de junio, a las 19:00 horas en la librería La Central del Raval (c/ Elisabets, 6) en Barcelona. Por simpatía hacia los autores el grupo rockero Lilith actuará durante la presentación.

jueves, 16 de junio de 2011

UN POEMA DE BEN CLARK






Por su parte, los dueños
de la empresa negaron
haber abandonado
así al trabajador.
Aunque admitieron luego
que no tenía contrato.
Según declaraciones
al diario Levante
le tiraron el brazo a la basura
"porque era necesario
continuar trabajando"



Ben Clark. Basura. Ed. Delirio. Salamanca, 2011.

VOCES DEL EXTREMO 2011. PROGRAMA


MIERCOLES 6 DE JULIO

22’00. Peña del Cante Jondo

Ramón Ruiz

Carmen Cordero Márquez

Antonio R. Almanza

José Manuel Camacho

Antonio R. Caballero

José Manuel Alfaro

Diego Ropero Regidor

JUEVES 7 DE JULIO

19’30. Fundación Zenobia y J. R. J.

Dante Medina

Francis Vaz

Marcos Gualda

Santiago Aguaded Landero

Matías Escalera

Carmen Herrera

21’00. Fundación Zenobia y J.R.J.

Paula y Ferrán Martínez Pardo

00’00. Peña del Cante Jondo

Antonio Martínez Ferrer

Isabel Tejada

Felipe Zapico

Ana Aneiros

01’ 00. Peña del Cante Jondo

Mª. Guadalupe Pérez Cerda

María Elena Rodríguez Hernández

Ferrán Fernández

David Bobis

Yolanda Ortiz

VIERNES 8 DE JULIO

19’30. Fundación Zenobia y J. R. J.

José Brú

Javier Martín Pedrós

Lupe García Araya

Francisco Murillo Zamorano

Paz Hernández Páramo

Inma Luna

21’00. Fundación Zenobia y J.R.J.

Pancho Céspedes

00’00. Peña del Cante Jondo

Ricardo Bórnez

Carmen Herrera

Mario Rodríguez García

David Benedicte

Pura López Cortés

01’30. Peña del Cante Jondo

Conrado Santamaría

Agustín Calvo Galán

Alberto Gil Albert

Begoña Abad

Ángel Fernández Fernández

SÁBADO 31 DE JULIO

19’00. Fundación Zenobia y J.R.J

Ángel Rodríguez

Ana María Castillo

Augusto Thassio

Sergio R. Franco

Eladio Méndez

20’30. Fundación Zenobia y J.R.

Montserrat Villar González

Scotta

Ana Isabel Alvea

Bernardo Santos Ramos

Daniel Macías Díaz

22’30. FIESTA CRECIDA DE LA POESÍA

Casa de las Retamas de Eladio Orta en campo de Canela (Ayamonte)

EXHIBICIÓN EN PRIMICIA DE LOS DOCUMENTAL “TAN LEJOS DE DIOS: poesía mexicana en la frontera norte" de Uberto Stabile y “PUNTA DEL MORAL” de Nacho Fernández.

PRESENTACIÓN DEL ÚLTIMO LIBRO DE LA EDITORIAL CRECIDA: SENDEROS y lectura de su autor Antonio Martínez i Ferrer.

CONCESIÓN DEL PREMIO ANTZINAKO BIHOTZ Y TRANSMISIÓN DEL LEVITICO.

EL ANARKOKANTE de José Caraoscura y el baile de Mhijea.

JAM POÉTICA CON TODOS LOS PARTICIPANTES

miércoles, 15 de junio de 2011

CUANDO ÉRAMOS REYES

CUANDO ÉRAMOS REYES (1999-2009) Documental sobre el botellón from DAVID YÁÑEZ on Vimeo.



Este documental sobre el botellón en Cáceres, de David Yáñez, forma parte de la programación del recientemene celebrado SFFF (San Fermin Film Festival),el " primer festival de cine festivo de la historia, y a través de películas, documentales, cortos, videoclips y vjs, busca analizar la manera de celebrar fiestas, rituales y reuniones multitudinarias en todo el mundo, dando a la gente material sobre el que reflexionar e inspirar sus fiestas y celebraciones, al mismo tiempo que explora el cine como elemento festivo y de diversión en sí mismo"

http://sanferfilmfestival.com/

Mamá quiero ser una estrella del rock. HECTOR GOMIS


Mamá quiero ser una estrella del rock. Quiero subirme a las barbas de la vida y estirar de ellas con fuerza. Quiero mostrarme ante masas enfervorecidas y provocar su locura. Deseo ser grande, más que la vida, aunque sea durante apenas un segundo. No pido ser un artista, no busco trascender, ni crear nada, ni conectar con nadie. Sólo quiero triunfar, lucir por un momento y saber que se siente siendo un Dios, y ser entronizado, y gozar del sexo más salvaje con quiceañeras encocadas, y provocar desmayos, y destrozar hoteles. No te pido mucho, mamá, sólo dame eso. Concédemelo y seré feliz. Quiero que mi cuerpo se infle con drogas y alcohol, y me haga volar, y que el resto me mire desde abajo. Y que me adoren, y que me odien, y que me besen y que me escupan después de haberme besado, y que el mundo se rinda a mis pies, y que saquen la foto de mi culo en la portada de una revista. Sólo pido eso mamá. No te cuesta nada conseguirlo para mí. Quiero romper guitarras contra el suelo, y que griten a mi paso, y que me concedan todos los deseos, y volverme imbécil, y olvidarme de quien soy. Y poder maltratar a quien me rodee, y que aún así me sigan amando, o incluso me amen aún más. Quiero ser un enviado del diablo y lograr que miles me sigan, y que nos llamen legión. Quiero coleccionar virgos, y traficar con vidas ajenas, que todos mis caprichos se cumplan en el acto, y que al tiempo cualquier lujo me aburra. No tiene que ser tan difícil mamá. Tú puedes hacerlo para mí. Haz que sea una estrella del rock, y que todos me miren desde abajo y deseen estar en mi lugar. Haz que mi vida sea una montaña rusa. Busca un punto lo más alto posible y lánzame hacia allí. Tu haz sólo eso, dame el impulso, que yo me ocuparé del resto. Yo me encargaré de la caída y de dejarte un bonito cadáver.


www.hectorgomis.com

martes, 14 de junio de 2011

ROCKBERTO (TABLETOM) IN MEMORIAN



Nos enteramos en el programa de Carne Cruda de ayer (el programa después de aquel en que Marky Ramone llegó tarde y se fue antes dando un portazo) que el gran Rockberto, de Tabletom murió el pasado sábado. Y ss dejamos con el precioso, o presciosérrimo, obituario que en el blog de ese mismo programa han dejado escrito:

Parece que se pusieron de acuerdo para irse al mismo tiempo. Ayer levantaban el campamento los acampados de la Puerta del Sol para trasladarse a los barrios y también se iba al otro barrio -por una puerta soleada y sin madera que la cierre a cal y canto- un cantante que cantaba con voz de cal versos tan frescos como una puerta abierta: Rockberto, Roberto González, el anarquista libertario que ponía voz de arena a los mares de versos del grupo Tabletom, esos hippies malagueños que eran frikies antes de que nadie supiera qué era eso. Y el más frikie de todos ellos era Rockberto, que en la madrugada del sábado al domingo se iba sin dar portazo alguno, como él había dicho: “El día que yo me muera que me echen tres en uno porque yo me quiero ir sin hacer ruido ninguno”. Se fue dejando la puerta de par en par o, en su caso, de impar en impar, porque él era más impar que otra cosa, era más torcido que derecho, más zigzag que línea recta, más libre que la mayoría a fin de cuentas.

ROCKBERTO Rockberto fue el primero en recoger la plaza, unas horas antes que los acampados de Sol, como si les estuviera diciendo cómo había que hacerlo, sin hacer ruido ninguno y dejando el eco de las canciones como única mancha invisible en las paredes y el suelo. Así también se han ido los acampados, dejándolo todo recogido y el eco de los cánticos resonando en el kilómetro cero. Así también se fueron sin hacer ruido, con un grito de silencio a las 12 de la noche, como si le dijeran adiós a Rockberto y le dijeran a los que gritan que se callen.

Con Rockberto se va un tipo curioso, distinto, ingobernable, anárquico y callejero, como a muchos nos gustaría ser y no sabemos pero tenemos su ejemplo en mente para seguir intentándolo. Y debe servir de ejemplo al movimiento popular que se ha levantado para protestar por una vida infumable. Se ha muerto Rockberto precisamente por tanto humo. Sus pulmones no pudieron respirar más, cascados por lo que se habían fumado, por la vida que se habían fumado. Y no me extraña, porque la vida tiene mucho de infumable y por eso los mejores se van siempre un poco antes. Antes de tiempo.

Se fue Rockberto un poquito antes que los acampados para no llamar la atención y no quitarles protagonismo a los que durante un mes han sido como él fue durante toda la vida. Sí, él fue un acampado toda la vida. Como le contó ayer Pepillo de Tabletom a nuestro compañero Ángel Carmona en el preciosérrimo obituario que ha escrito Ángel para EL PAÍS, “Rockberto siempre vivió como le daba la gana: en casas de colegas o muchas veces en la calle. Los del banco llamaban para ver si le había pasado algo porque decían que no tocaba el dinero. No tocaba el dinero para no mancharse porque las manos hay que tenerlas limpias como esas palmas de los indignados del 15M que se levantan coreando: “éstas son nuestras armas”.

Rockberto tenía las manos limpias y los pies sucios de caminar las calles (o los pies negros, como dice la prensa más rancia para desacreditar a la gente de las plazas). Rockberto caminaba descalzo por el escenario y la calle, que es otro escenario y que él pisaba con su propia planta porque era un hombre con los pies en el suelo, con los pies en las calles, aunque tuviera la cabeza en las nubes, como dice una de las últimas canciones de Tabletom. Se fue al otro barrio para seguir en las nubes, seguir en las nubes dando sol y también algo de sombra y lluvia, una lluvia tupida como su barba, que refresque cuando el sol y la sed aprieten en el futuro al 15M. Habrá entonces una nube con forma de Rockberto que remoje y dé fresquito porque él era “mojado asteroide en anís machaquito”, como dice esa emocionante letra de “Blues Rockberto”, que le escribió su amigo, poeta y letrista de Tabletom, Juan Miguel González. Una letra que dice: “Y eres lo que quisiste”. Algo a lo que todos deberíamos aspirar y a lo que aspira el 15M que debe seguir para llegar a conseguir lo que se quiere. Para ser como Rockberto y poder decir “los pájaros buscaban el sur de tu chaleco y el mar te coronó con una corona de boquerones fritos”. Qué arte. Se fue Rockberto y yo diría que los acampados se fueron cantando con él “Sigamos en las nubes”:

“Tenemos la culpa y lo sabemos por no querer bajar nunca del guindo, por nuestro trato con las musarañas, porque he perdido pero no me rindo y sigo dando caña. Porque acerté eligiendo el desatino, por seguir pidiéndole olmos a las peras, sigamos en las nubes, contra la chusma del chalet adosado, contra la turbamulta rociera (qué apropiado en este día), vivamos silenciosos y apartados de las hormigoneras, contra el viento del dios cruel y estresado comido de alopecia y dioptrías, contra el primate cibernetizado opongamos Machado y tranvías. Contra tanta poesía mercenaria, contra tanta experiencia de tendero, contra la puta nómina sectaria, contra tanto progre convertido en cuota y BMW, contra sus insaciables señorías… Sigamos en las nubes, sigamos en las nubes…Por nuestra antigua fe en la hipotenusa, por nuestra condición de perdularios, por el mal pago que nos da la musa, ¡somos libertarios! ”. Sigamos en las nubes… pero con los pies sucios de pisar el suelo, como Rockberto.

domingo, 12 de junio de 2011

RUMBO AL POBLADO. Carlos Salcedo Odklas

Foto: Samuel Sánchez (El País)


Bien, era de noche. Me la estaba chupando una preciosa gótica de diecisiete años. Yo estaba recostado en el asiento de atrás de un coche. Más allá de la ventanilla la oscuridad más profunda y absoluta. Más acá de la ventanilla, en el interior del coche, lo mismo. Y más acá aun, en nuestro interior, lo mismo.
Miraba y veía su cabeza trabajando, arriba y abajo, arriba y abajo. Lo hacía bastante bien, conocía el ritmo. Dibujaba círculos sobre mi glande y luego aumentaba la intensidad. Yo alargaba mi mano y la pasaba entre su pelo rubio con mechas rosas respirando pesadamente y escuchando el ruido de la succión.
Y no conseguía empalmarme.

Seguir leyendo

Más "Relatos sucios" como este se pueden leer en este bukowskiano blog LA VENGANZA DE LOS MADITOS, de Carlos Salcedo Odklas. Altamente recomendable.