miércoles, 26 de noviembre de 2008

POLO MONTAÑEZ


La vida está llena de casualidades inquietantes. Hoy, sin saber muy bien por qué, me he puesto a buscar por la red "La última canción", del cubano Polo Montañez. Simplemente, quería volver a escucharla, recordar el mes que me pegué en La Habana escribiendo una guía turística, y los bares, las casas, las calles en que la música de este artista se oía a todas horas y del que todo el mundo hablaba con admiración y respeto (y lo más importante, cariño). Y buscando, buscando, me he topado con una noticia que daba cuenta de su premonitoria (en esa canción) muerte: el 26 de noviembre de 2002. Es decir, hace hoy exactamente seis años. 
Polo, por lo demás, es un artista desconocido en España, a pesar de que hizo una gira europea que incomprensiblemente no incluía este país, creo recordar. Oid, oid y buscad sus discos (y tal vez nuevas casualidades) y en concreto esa Ultima canción, porque pone los pelos como escarpias.


Ahora os dejo con esto que escribí para un periódico cuando salí de Cuba. 

Patxi Irurzun.


POLO MONTAÑEZ

Hacía tanto tiempo que no me cansaba de escuchar un disco, una y otra vez, una y otra vez... Como una obsesión. Como cuando me aprendía de memoria las letras de las canciones (o las traducía del inglés al guachiguachi). Uno comienza a hacerse viejo cuando descubre que Triki ya
no es el monstruo de las galletas sino un cantante inglés.

Pero ahora Polo Montañez ha llegado para rejuvenecerme el corazón con sus canciones sencillas y desesperadas. Suenan en todos los bares de La Habana, en los bicitaxis, o desde las azoteas de los viejos edificios. Venden sus discos en el top-manta cubano los jineteros. Todos, viejos y jóvenes, le adoraban incondicionalmente cuando estaba vivo y lo han convertido en un mito de la música cubana ahora que murió.

La historia de Polo Montañez contiene ciertamente todos los componentes del mito. Hijo de un leñador, aprendió de manera autodidacta a acariciar con sus dedos gruesos de campesino las cuerdas de una guitarra y a cantarles de una manera natural a las cosas sencillas y trascendentales de la vida. Lo hacía en un garito para turistas por el que, como en las películas, cayó por casualidad un representante que se lo llevó para Colombia donde de un día para otro vendió 400.000 discos. Ya de regreso a Cuba Polo se convirtió en un fenómenos de masas. Y de repente, en el momento álgido de una fama que nunca se le subió a la cabeza ni le hizo olvidar quien era, un guajiro natural, murió en un desgraciado accidente de tráfico. Sólo 15 días antes había escrito "La última canción", un tema que pone en piel de gallina el corazón, y en la cual Polo vaticina que el último minuto de su vida debe de ser extraño, romántico y amargo. Polo,
Polito, gracias por todo y ojalá que allá, estés donde estés, de una vez, la suerte vaya a visitarte.

1 comentario:

Lou dijo...

Me paso algo curioso, descubrí recientemente a este cantante cubano, y la última canción, se me metió en la cabeza y he pasado días escuchandola, me dejo la sensación de que era premonitoria. Al buscar por la red, he descubierto que falleció hace años, sinceramente me lleve un choque tremendo, y dí de casualidad con este blog, y lo leí, no he podido menos que hacer este comentario. Me entristece, pues esta canción me ha dejado impactada, sencillamente impactada.
Es una pena, el mundo ha perdido algo hermoso, he escuchado algunas canciones de él, y son todas pequeños trozos de vida.
Lour