jueves, 30 de junio de 2016

ESTO NO ES UN POEMA POLÍTICO por IVÁN ROJO




Dos cosas:
es una guerra,
y la vas a perder.
Son más,
Ellos siempre son más.
Están por todas partes
y además
mejor armados.
Son expertos combatientes.
Están curtidos en el odio.
Nacieron para matar,
porque nacieron muertos.
Su miseria es invencible.
Así que coge lo que puedas,
lo que te quepa en las manos,
a quienes quieres y te quieren,
y deserta.
Atraviesa bosques, campos, ruinas.
Avanza hacia nuevos soles,
limpios y pacíficos.
Deserta.
Dirán que no has ganado,
y tal vez sea cierto.
Pero tampoco habrás perdido.
No del todo, al menos.
Estarás vivo.

Iván Rojo


miércoles, 29 de junio de 2016

ROJO por MIGUEL ÁNGEL BERROCAL



Dame un motivo para no arrastrar la cuchilla, uno que no pueda refutar, uno del que no pueda dudar; y coseré con tus palabras mis intenciones. Ahora, contempla el agua, mi desnudez, el vaso roto, la botella vacía, la belleza de toda esta mierda, de esa canción, y la luz, entre las cortinas, apagándonos.

Ahora, sólo en este segundo, todo es perfecto, menos el ruido de tus ojos.

Rojo.

Miguel Ángel Berrocal


lunes, 27 de junio de 2016

CUADERNO DE NOTAS por GSÚS BONILLA



14/06 [Cuaderno de notas]

Ir a tu puesto de trabajo mañana tras mañana, día a día, semana tras semana, mes a mes, y encontrarte la puerta cerrada, y no poder acceder a él, y sentarte allí ocho horas, día a día, etcétera tras etcétera, en la peana de la misma puerta de acceso, es tiempo más que suficiente para pensar en la legislación vigente, en la reforma laboral, en la reforma de la reforma laboral, en otra hipotética reforma de la reforma laboral, y concluir que el problema no es la reforma de la reforma, ni otra hipotética reforma, sino que el asunto es el legislador vigente, y, ay amigo, el legislador vigente en cada momento, se debe a redactar y establecer leyes y la ley siempre está de parte del poder y de la autoridad, la autoridad competente en ese momento, en cada momento, y entonces es cuando comprendes que estás al otro lado, por incompetencia de un incompetente o impresentable, al que, también, le beneficia la ley, o, al menos, más que a ti, que te presentas, y te presentas no solo porque estés capacitado para desempeñar tu labor en tu puesto de trabajo sino porque los tuyos tienen que comer, vestir, etc, y además, no es asunto menor, la ley te obliga a presentarte mañana tras mañana, día a día, semana tras semana, mes a mes, aunque no puedas acceder a tu puesto de trabajo, por tanto te encuentras en un bucle o espiral que no sabes cómo salir de él, y comprendes que quizá, lo mejor sea, alejarse cada vez más del punto, hoy ya, de no retorno.

Gsús Bonilla


sábado, 25 de junio de 2016

ERA UN PIEZA DE CUIDADO. Txema Maraví




A veces me pasa
cuando voy a comer
a casa de mis padres

Se me olvidan las llaves
y no hay nadie en casa

Entonces me toca esperar
sentado en el suelo de la calle
observando a la gente pasar
hasta que alguien llega
y me abre la puerta

Sin ir más lejos
hace cuatro días
me tocó esperar
un buen rato

Estaba yo sentado en el suelo de la calle
observando a la gente
cuando de repente reconocí
a un chico de mi barrio de la infancia

Uno de los macarras 

Uno de los que nos solían cascar
a mí y mis amigos
cuando éramos pequeños

Había pasado por muchos reformatorios

Era un pieza de cuidado

Lo recuerdo muy bien
era pura dinamita
tenía mucha rabia contenida
dentro del cuerpo
y siempre parecía estar

a punto de estallar

Le gustaba vacilar
y pegar a los pequeños
era el típico abusón
del colegio

Lo más curioso de todo
es que cuando lo reconocí
iba con un niño pequeño en brazos
y una chica que supongo era su novia

Parecían la típica familia feliz

La chica empujaba un carrito
y el chico acariciaba
con mucho mimo a su hijo

Le hacía cosquillitas en la nariz
con su propia nariz
y jugaba con él
y le abrazaba con ternura

y entonces pensé
que quizás la gente supera etapas
sean buenas o malas
y que hay cosas que nunca cambian
pero supongo que las etapas
están ahí
para superarlas

y que todo tiene un sentido
y que nada
es definitivo
seas o no seas
un caso perdido


Txema Maraví acaba de publicar el poemario "A través de la ventana cerrada" en Desacorde ediciones:

NATACHA GONZÁLEZ: Microrrelatos.



Me perdía en juegos de la calle, con un amigo del barrio; tirando piedras a los coches o vaciando gasolina de depósitos viejos. Jorge tenía unas cerillas que le había quitado a su madre. Como me gustaba observar ese trozo de madera, ver al fuego atravesándolo hasta convertirlo en ceniza. Nunca pude salvar a mis dedos de la quemadura, porque mi preferencia fue siempre la llama. Aquel día la gasolina me dio una lección. Y a Jorge, otra.

*

Llevo tres días cavando mi tumba. Hace calor en el jardín del abuelo. Pero es el sitio perfecto para dejar de existir. Me duelen las manos, están llenas de heridas, mi piel era delicada antes de perderme. Nunca pude regresar, por eso cavo esta fosa. Llevo tres días dándole profundidad; necesito que sea muy honda, por si me arrepiento y quiero respirar. Tengo sed. El sol es implacable. La tierra cada vez está más dura, hay rocas muy pesadas, humedad, gusanos y otros animales diminutos que no reconozco. Hace años que en esta casa no vive nadie. Es un jardín solitario, me gusta el silencio de este lugar. No hay árboles, es árido. Estoy en el fondo de mi tumba. El sol da una tregua. He avanzado tanto que no logro alcanzar el borde para salir. Tengo mucha sed. No siento las manos. Tampoco logro ver la casa del abuelo. Me tumbaré un rato en la humedad de esta fosa. Hasta el cielo está en silencio. Tengo sueño. Tengo tanto sueño.

*

Ella teje umbrales en cada distancia, no se refleja en los espejos porque es toda y cada una de las imágenes que proyecta cualquier mujer. Y se hace arena con el viento, es el mar entre mis dedos cuando en un arrebato de angustia intento tomarla. Regreso cada noche al lugar donde me hacía sangrar, no hay piedad en ese hueco, tan oscuro que ni la muerte reconoce. Ella es el cuerpo que cabe en mi pecho, la insistencia que me hace respirar un aire que se desmorona ante mis ojos. Y cómo duele mirarla cuando no está, cómo agota recorrerla sin su piel, arrodillarme ante una ausencia tan sólida. 

*

Siempre quise escribir un policial. Poner a un tipo desaliñado, maltratado por el alcohol y las drogas, pasado de cuarenta, una placa, pistola. Quizá Harry, o Jack, no sé, me valen los dos. El escenario, zona residencial, casas exactas, separadas por jardines perfectos, coches ilesos, todo ordenado. Cierro la noche, tres o cuatro de la madrugada, las luces de varias patrullas hacen eco de colores en las paredes del vecindario. Murmullos, coches que llegan, dos cadáveres; matrimonio. Una niña en camisón, unos ocho años, tiene un osito en la mano, la mirada perdida. La pondré sentada en la escalera de la entrada. Jack se agacha (con Harry). La observa, la consuela.
-Nena, ¿sabes si alguien quería hacer daño a tus papas?
Pongo a la pequeña con los ojos clavados en el inspector. Expando un silencio incómodo. Incluyo algún pensamiento de Harry “No debería presionarla”, “tan solo es una cría”.
-Sí.
-Bien, tranquila. ¿Quién odiaba a tus papás?
-Yo.


Natacha González


jueves, 23 de junio de 2016

DOLOR FANTASMA por BALLERINA VARGAS TINAJERO



Tócame con tu nada y con tu nunca.
                                        Juan Eduardo Cirlot



A veces nos duelen los cuerpos ajenos
La mano al otro lado de la mesa
El filo de la mirada que siempre
Clava su punta en otra parte
La visión de la espalda amada
                                    al alejarse

Como el final del verano
O el recuerdo astillado en la memoria
De una palabra rota

Así tu cuerpo hostil duele en el mío

Y ni siquiera han llegado a rozarse


Ballerina Vargas Tinajero, del blog Ínfula Barataria.


Imagen: © Alice Springs

miércoles, 22 de junio de 2016

MANGUIS



Corre el año 1972 en Canillejas, un barrio del extrarradio de Madrid. Todos esperan que Luis Fores, inspector jefe en la comisaría de San Blas, sea nombrado subcomisario. Sin embargo el cargo es finalmente para Jerónimo Cabezas, un inspector más joven y con nuevas ideas, como quieren los de arriba, debido al cambio político que se avecina. Esto colma el vaso de las aspiraciones del veterano inspector que decide tomarse la justicia por su mano organizando un atraco a un furgón blindado y garantizarse así una jubilación de oro. Para ello se alía con el Torre, uno de los capos del barrio, en quien delega para conseguir las armas y reunir un equipo de personas de confianza que finalmente resultan ser dos putas, un yonqui y dos politoxicómanos. En estas condiciones, después de muchas horas de negociar un plan y los porcentajes, arranca esta novela negra aderezada de costumbres y paisajes de otra época, en la que se muestran la idiosincrasia y el modus vivendi de aquellos que se ven obligados a delinquir porque son los desheredados de una ciudad que no les ha dado nada.


¿Cómo hablar de una obra que acabo de leer cuando aún me encuentro en estado de shock tras terminar con ella sin poder soltarla durante unas pocas horas? Ese es el estado en el que me encuentro a la hora de escribir unas palabras sobre Manguis, la última novela de Paco Gómez Escribano.

Manguis es la tercera obra que dedica Paco Gómez Escribano a su barrio de nacimiento, en lo que ha venido a llamar Trilogía de Canillejas. Manguis comienza situándonos en el barrio marginal de Madrid del año 1972, a punto de morir Franco y en espera de unos grandes cambios. En este barrio, antes pueblo limítrofe de la periferia, se alían dos singulares personajes para tramar un gran golpe. Por un lado el Torre, el jefe del barrio, reverenciado por los toxicómanos, putas y gitanos que le rodean, y con varios negocios nada limpios. También está Luis Fores, inspector de policía del barrio de San Blas, y que espera llegar a subcomisario en breve, aunque sus planes se ven truncados al ascender un compañero más joven, ante el beneplácito del comisario. Luis Fores ve un negro futuro a corto plazo y le propone al Torre un golpe audaz, con el cual se podrán retirar para toda la vida.

Manguis es, sin lugar a dudas, la gran consagración de Paco Gómez Escribano como escritor de novela negra española. Él ha inaugurado un género, el Quinqui Thriller, basado en los bajos fondos de los barrios marginales de Madrid, absolutamente original y que no se parece a nada de lo que se edita en estos tiempos de recorta y pega de los éxitos que nos llegan de otros lares. En sus obras, con un lenguaje cuidadísimo y con destacados detalles ambientales, discurren las vidas de seres sin futuro. Por no tener, ni siquiera tienen presente, agobiados por el mono de conseguir droga o las carencias primordiales de cualquier individuo. Pero el autor no se para en hacer una novela de crítica social, sino que nos ofrece, como así fue en la deslumbrante Yonqui, su continuación en tiempos actuales, Lumpen, y en la esplendorosa Manguis, originales obras de corte policíaco que brillan por sí solas. Y es tal la maestría de Paco Gómez Escribano que estoy seguro que, si hubiera nacido en Norteamérica, sería un número 1 en ventas y autor consagrado. Su narrativa, llena de colorido y pequeños detalles de situación, ya sea con la música de los tiempos, las marcas de coches y demás enseres, la comida de esos barrios, o el tipo de ropa de esos tiempos, nos sitúa con absoluta maestría en el barrio marginal de Canillejas de los años 70. Su maestría queda ya patente a la hora de estructurar la trama de la obra: un comienzo deslumbrante con la presentación de los personajes, un desarrollo sin una línea que no sea de interés para el lector y una consecución espectacular, rápida y original. No hay un sólo momento en el que el lector pueda poner un bostezo, ante la intensidad y la calidad del texto. ¿Qué más puedo decir? Manguis es una novela negra trepidante, original, macarra, con gran estilo, trazada con maestría única y que no puede dejar de leerse hasta llegar a la última página. ¡Ya quisiéramos los libreros recibir obras de esta intensidad para poder recomendar a cualquier tipo de lector sin peligro a equivocarse!

El Torre ha dado atracos, palos de todas clases. Su suerte es que nunca han podido probar su participación en ningún delito, salvo en los menores: tenencia ilícita de armas, posesión de estupefacientes… Está fichado, pero es escurridizo. Su gran acierto fue decir no a la heroína cuando esta empezó a poblar las calles. Ahora todo aquello está olvidado. Y sus colegas han ido desapareciendo, uno tras otro. Levanta su copa al cielo y brinda por ellos. (p. 106)

Paco Gómez Escribano es Ingeniero Técnico Industrial en la rama de Electrónica. Sus poemas y relatos están publicados en diversas antologías, ya que ha sido finalista en distintos premios. Suele frecuentar y participar en los principales festivales de Novela Negra de la geografía española. Escribe en diversas publicaciones dedicadas al género negro, en sus blogs y en su página web. Además, es particularmente activo en sus cuentas de Twitter y Facebook.

Hasta ahora ha publicado cuatro novelas: El círculo alquímico (2011) y Al otro lado (2012), ambas con la editorial Ledoria, calificadas como “Thrillers esotéricos”, con gran éxito entre sus lectores; Yonqui (2014) con la editorial Erein, y Lumpen (2015) con la editorial Pan de Letras, escrita a cuatro manos con el escritor Luis Gutiérrez Maluenda. Con Yonqui entra de lleno en el género negro. Junto a Lumpen y ahora con Manguis, las novelas comprenden un viaje físico y literario por distintas épocas del barrio del propio autor, Canillejas, situado al este de Madrid. También es músico. Actualmente toca la batería y hace coros en Ochentacos, un grupo tributo a la Movida Madrileña.? Imparte clases de Formación Profesional en un instituto público de Madrid.

Manguis es una de las mejores y más originales novelas negras españolas de los últimos tiempos. De lectura absolutamente obligatoria.


martes, 21 de junio de 2016

UNA NOVELA QUINQUI según PACO GÓMEZ ESCRIBANO



Dicen que el fin principal de la Literatura es entretener, sobre todo si hablamos de una novela. Pero si además esa novela lleva un mazo de crítica social, muchas dosis de mala hostia, poesía de la miseria y de la desesperanza y un estilazo tan lírico que será reconocible aunque el autor no firme las sucesivas obras, puede que nos encontremos ante una jodida obra maestra. Lo digo desde la admiración, desde la envidia sana, desde la confirmación del rigor histórico del tiempo en que transcurre la novela (los ochenta), desde la jodida pasmación que se me ha quedado en el cuerpo tras haber terminado el viaje por sus párrafos que parecen escritos a navajazos.

Conocí a Gabi por Facebook. Al parecer el nota se había leído alguna novela de las mías y le había gustado, lo cual, para qué vamos a engañarnos, me moló que te pasas. Y como el ser humano es cotilla por naturaleza me quedé con la copla y vi que el menda escribía. De hecho tiene publicada otra novela titulada “Ansiedad, vida de un yonqui” (http://www.edicioneslupercalia.com/colecci%C3%B3n-compacta/#cc-m-product-8005130486), además de algunos poemarios y colaboraciones con otros autores. Lo curioso del caso es que la novela vino a mí y no al contrario. Hablé con Gabi hace poco por Facebook. Una amiga común nos proponía un cambio de cromos, su novela por la mía. Pero eso implicaba gastos de envío y demás, así que le dije que no se comiera el tarro, que ya me hacía yo con la suya. Pensaba hacerlo, no inmediatamente porque tengo una cola de lectura de la hostia. Pero hete aquí que me voy un día a la Feria del Libro de Madrid, paso por la caseta de la librería Muga y allí estaba, sola, en primera fila y entre best-sellers. ¡Coño! -me dije-. Y cayó, cómo no iba a caer. He de confesar que me adentré en ella con miedo. No es fácil encontrar novelas de aquellos tiempos con esa temática que estén bien documentadas y narradas. Hay que conocer las circunstancias, la calle, el argot. Pero ese miedo inicial me duró dos páginas. Es más, cuando llevaba unas veinticinco, sin podérmelo creer me dije: ¿Será posible cómo escribe este cabrón?

La novela nos cuenta la historia de dos chavales de dieciséis años, el Boni y el Cuco, el Cuco y el Boni, dos yonquis prematuros, dos pirris de barrio, dos críos echaos p’alante cuyo objetivo en la vida fue pasarlo bien y hacer lo que les salía de los huevos, simple y llanamente. Están enganchados al tabaco, a la priva, al perico al caballo y a su voluntad. El caso es que un incidente en su pueblo con resultado de tres fiambres que están mejor muertos que vivos les hace huír a Madrid. Y como el destino es muy cabrón y la vida parece que se ha cebado con ellos, el resultado del viaje a la capital es que tienen que salir de najas y no se les ocurre nada más que volver a su pueblo, en donde acabarán perseguidos por la pasma, los picolos y un sicario de una banda de narcos. Total na.

“Rondó el silencio. La paranoia quería embestir otra vez pero la echaron de un volantazo a la cuneta. No la querían tocando el claxon en su zona de descanso. Necesitaban un alivio, un pitillo y un pico, un tiempo muerto indefinido. Abrieon la bolsa con respeto, en silencio, reverencia en cada gesto: como los monjes del templo en los tiempos antiguos; como el chamán en los sacrificios, el corazón palpitando en una mano y en la otra el machete ensangrentado; o como Moisés bajando el K2 con las tablas; Hendrix de rodillas inmolando la Stratocaster blanca, colgao del guindo en su funeral vikingo, puesto de ácido25 con la petaca de gasola y el zippo.”

Pero no es la historia en sí, que también, sino el estilo, lo más fuerte de esta novela. Gabi domina a la perfección el argot de aquellos años y, sin saber nada de él, me da que acumula las experiencias suficientes como para escribir bastantes más novelas. El caso es que uno transita por la narración de forma que parece que vas metido en el buga con esos dos pobres chavalillos, o que vas ajusticiando a esos pavos que se cargan con ellos, o que sufres incluso su angustia cuando les caen palos por todas partes. Y eso, colegas, es culpa de Gabi, que es quien ha escrito la historia, llena por otra parte de referencias musicales y cinematográficas.

“El buga tenía un loro de puta madre acogido a sagrado, haciendo voto de silencio, imposible sacarlo a la fuerza. Ultra católico el aparato, de clausura como estaba enquistado en el salpicadero. Pusieron la radio pero por más que le dieron al dial no encontraron una mierda. No tenían muy claro a dónde ir, la verdad es que no iban a ninguna parte de momento. De todas formas descartaron regresar a la pensión, eso desde luego,, pero tampoco tenían un destino concreto. Habían levantado el coche porque se puso delante, porque era imposible pasar de largo sin verlo. Ahora se deslizaban en la noche sin rumbo, cogiendo calles a voleo, rodando al son del aquelarre hasta que en una de estas vieron el Calderón a su izquierda.”

Por momentos me recordaba a esos párrafos tan de Montero Glez que hacen únicas sus novelas. Por momentos me recordaba mi propio barrio en los ochenta, a pesar de que la historia se sitúa en un barrio de León, que eso es lo de menos. Agujeros como ese existían en los ochenta como consecuencia del desarrollismo salvaje y la puta heroína en todas las latitudes de España.

Es curioso que ahora bastantes autores hayamos empezado a escribir de aquellos tiempos sin ponernos de acuerdo. Es curioso cómo parece que ahora, con la perspectiva y el poso del tiempo, necesitamos exorcizar todos aquellos fantasmas del pasado. Es curioso que hasta ahora nadie haya sido capaz de contarlo. En eso estamos. Pero este cabronazo de Gabi, joder, qué bien lo hace. La novela es intensa, amena, dramática, humorística, muy negra e histórica, pero no es una novela histórica al uso. No habla de reyes ni de príncipes ni de hazañas militares. Nos habla de la cara B de un periodo histórico que no está resuelto. De miles de muertos en las aceras, en el asfalto, en los descampados o en kelis en ruinas. Solo el cine con aquellas películas quinquis de Saura, De la Loma, De la Iglesia, Gutiérrez Aragón, etc, se acercaron a contarnos aquellas movidas. Pero les faltaba la perspectiva del tiempo, el rigor y que en sí mismas resultaban bastante patéticas, porque más que ahondar en el problema perseguían que los productores se llenasen los bolsillos.

Soy asiduo de festivales de novela negra. Y de un tiempo a esta parte se empezó a hablar deLiteratura Quinqui, un subgénero que empezaba a sacar la cabeza. Con las novelas de Gabi, la de Montero Glez y algunas otras, el subgénero se va convirtiendo en género por sí mismo, con unas características claras y precisas. Novelas en donde ni los buenos son tan buenos ni los malos son tan malos, en las que se da una inversión de roles que nadie había contado hasta ahora.

En “Una novela quinqui” (Ediciones Lupercalia), Gabi emplea la técnica narrativa del narrador equisciente, ya que él mismo fue protagonista secundario de la historia y nos la cuenta, como ya he dicho, con la lejanía del tiempo transcurrido, con el empeño de domar demonios indomables, con la voluntad de exorcizar fantasmas imposibles de exorcizar. Y lo hace con una destreza que me ha dejado to flipao.

Ya estáis tardando en comprarla, colegas, en leerla, en disfrutar de una odisea que no es homérica, sino muy de aquí, muy de barrio. Yo voy a ver si me hago con Ansiedad, muy ansiosamente.


Paco Gómez Escribano


lunes, 20 de junio de 2016

CANSADO por IVÁN ROJO



Estoy cansado, creo que esa es la explicación, estoy cansado, innegablemente cansado pero no muy cansado ni mucho menos mortalmente cansado, digamos algo cansado, que es mucho más y a la vez mucho menos cansado de lo que me gustaría estar, porque si estuviera en plena forma probablemente haría mejor las cosas y si estuviera cansado hasta la extenuación no haría las cosas ni bien ni mal, simple y llanamente no las haría y con razón, así que es una jodienda esto de estar algo cansado, este ritmo que llevamos, esto de estar siempre algo cansado, cansado de pie, cansado sentado, cansado dormido, cansado despierto, cansado en la oficina, cansado en la playa, en el campo, en la butaca del cine, todas las noches acostarse algo cansado y levantarse algo cansado todas las mañanas es un asunto mucho más grave de lo que pueda parecer, no tener la fuerza necesaria para exprimir al máximo tus posibilidades ni la suficiente merma físico-psíquica para que el médico te dé la baja, no poder creerse capaz de todo ni tampoco sentirse legitimado para tomarse unas vacaciones o una cura de reposo, sencillamente tener que seguir cansado, como si fuera lo más natural del mundo, seguir comiendo algo cansado, bebiendo algo cansado, amando y odiando algo cansado, trabajando algo cansado, escribiendo algo cansado, cansándose cansado para volver a cansarse algo cansado es agotador y el principal motivo de que la Humanidad se haya convertido en lo que se ha convertido, lo cual no quiere decir que en ocasiones y por ciertas causas no merezca la pena cansarse. Solo un poco. Digamos: algo.


viernes, 17 de junio de 2016

MAREVA MAYO en el BELMONDO BAR



la poesía me ha dado mucho en la vida, me ha salvado del naufragio en más de una ocasión, puede que gracias a ella incluso, cuando torres más altas ya han caído, todavía siga en pie, y me parece de ley devolverle, dentro de mis posibilidades, parte de su regalo... pero hablo, claro, de una poesía insobornable y feroz y al margen de lo que dicta subrepticiamente el sistema y el canon, fuera de pasillos y mamoneos, de intrigas e intereses creados, a buen entendedor sobran las palabras... y hablo, ahora, de Mareva Mayo, que para mí, sin duda, es la Poesía... mañana tendréis la oportunidad de escucharla en el Belmondo Bar, nuestra capilla sixtina del arte subterráneo, y os lo aseguro, ella sí que es un regalo...

la historia
se repite

insisto

el talento
y los corazones

no


Vicente Muñoz Álvarez


jueves, 16 de junio de 2016

OFFLine del otro lado




Una niña comía peces voladores sin cabeza
Sin cabeza comía peces voladores 

¿Qué voz puede mantener el juramento de decir todo aquello que vio, ya sea atributo o símbolo, sueño o vigilia, utopía o fuga, todo aquello que es, que es y no tiene contraseña?

La poesía suele desviarse desde la razón y desde la imaginación por un camino de fiebre sin temperatura, donde los caracteres forman significantes que atraviesan, perforan la verdad. Y cuya verdad perforada a su vez atraviesa la sombra del tú poético, a veces impersonal, otras un tú femenino, en su llama de deseo e insurrección, más allá de la esperanza y más acá de la doma, en una derrota tras otra, imbatible, infatigable escriba de esa tensión y pulsión por vivir, es decir por no renunciar a sus márgenes de libertad creadora. Se crea desde el lenguaje, y se crea vida. Y esa vida en la voz de Cecilia Quílez salta por encima de los conformismos y de las cárceles de la vertical ordenación patriarcal. Es un devenir, un nomadeo, un estar en movimiento cuidando los límites de su libertad y la potencia de su deseo.

Partiendo de una soledad radical, la voz poética es una mirada táctil, sensible, doliente, que no desvía la mirada, que la mantiene alzada, que nos pone en alza la dignidad de “los heridos graves” que diría Julieta Valero.

Como en sus trabajos anteriores la poesía desde Cecilia es un diálogo con un tú, un amante o un hermano imaginario, en un esfuerzo a no resignarse a las leyes que fragmentan la humanidad, la amistad, los vínculos, que no se resigna al ninguneo ni a la inexistencia que ofrece el triste espectáculo de la ahoridad. Esa ahoridad que tan sugerente y misteriosamente cotidiana y extraña ha sabido fotografiar Santos Perondones, haciendo del símbolo desnudez y de la desnudez cercanía y de la cercanía extrañeza, cuestionamiento, temblor. Dialogo entre la imagen y la imaginación, entre el ojo táctil y la voz que parpadea, entre dos artistas, dos disciplinas.

Vuelvo sobre los poemas de Offline, para exponer un espinoso asunto: la palabra puede liberar o ser un libelo, un engaño. Todo se juega en el lenguaje, y es feroz este combate por la libertad, por superar el logocentrismo, las dicotomías que aprisionan, distorsionan y enfrentan, la vulgaridad del sentido común al que nos obligan los censores de la cultura del pensamiento único. Por ello, la palabra en este libro es poética, desbordada cabalga sin estribos a dos metros sobre la hierba y los vallados campos. Una palabra deseante, que deviene mujer como origen del tiempo sin amo, palabra apasionada, en celo.

La palabra no sabe de medidas
Está en celo eternamente

Esta disconformidad obliga en su itinerancia a lo imprevisible y a renunciar a las promesas de protección del Sistema-mundo. La genuidad del ser es la ingenuidad, así se deviene poeta, así se nomadea contra la impotencia del sedentarismo y contra ese otro infierno que es el exilio forzoso. Se nomadea porque se lleva consigo el territorio de tu libertad, tu deseo, tu verdad, tu sombra. Offline, sí, horada en el lenguaje y en la existencia, los une en raíces que harán brotar de nuevo palabras de honor y de amor, que posibilitaran el primigenio ímpetu del habla de unir y sanar los vínculos entre las personas, entre las personas y su entorno.

Y si la bestia fuera yo

El poema advierte siempre de ese doble filo de la palabra, y la poeta, el tú que nos habla, sabe que lleva dentro de sí una estrella y un dragón (bestia), con el que tendrá que lidiar en cada texto, en cada momento de su vida. Poesía y vida son la intimidad y la política esencial que depende del cuidado, del auto-conocimiento y los “trabajos de purificación” que decía Miguel Ángel Curiel.

Se libra una lucha con lo imposible, en el lenguaje y en la con-vivencia, existir es tomar opciones, escoger la “forma” y hacerla caminar, brincar, volar. Las formas pre-fijadas de las leyes de la ortodoxia quieren la servidumbre voluntaria de sus fieles. De ese infierno renuncian estos poemas. Se sale de ese infierno a través de una pesadilla. Sueño angustioso que es oráculo abierto:

“De un vaso de sangre
Mana una flor
¿Es esto la belleza?”

La belleza es la más antigua e inconcebible expresión de lo indecible, del imposible necesario: deseo e insurrección sólo alcanzan a balbucir su posibilidad, su fragancia. Hay en la apertura y en la hospitalidad de este decir ceciano una lección de rebeldía y una revelación no nominada, que se deja en tu boca, al roce de tus labios y tu lengua, para que la paladees y la pronuncies en silencio, dentro de tu conciencia, de tu intuición y tu más íntimo gozo, lucha.

Si además, morosamente te has ido deteniendo en cada una de las imágenes del libro que Santos nos ha ofrecido con buen pulso y profundidad de significantes, la sinfonía de sentido otro que manara será un plato para gourmets de lo suficiente. ¡Disfrútenlo! Toda buena obra, de alguna manera, nos cambia tanto la percepción del mundo como nuestra propia mismidad. Y en este caso, a un servidor, le ha dado un pellizco de felicidad, tan inusual como alentador. Una exigencia. Una devolución.

Viktor Gómez Valencia, a 3 de enero de 2016


Sobre la fuerza del hierro

Desde la aparición del mismísimo daguerrotipo cierta fotografía se ha visto sometida a una carrera tecnológica imparable. Ópticas casi perfectas de definición inmaculada, veloces emulsiones argénteas de fino grano capaces de registrar en su latitud desde las luces más brillantes hasta los negros más profundos, formatos cada vez mayores, o cada vez menores pero con mayor rendimiento… Aquella riqueza en los matices, aquella perfección en la resolución no era en absoluto gratuita, pues aspiraba alcanzar o incluso superar al ojo humano en su capacidad de reflejar fielmente el mundo.

Paralelamente a esa corriente, otro modo de entender el hecho fotográfico potenciaba precisamente aquellos defectos que la tecnología pretendía corregir: la borrosidad, el velo, la mancha, la falta de contraste… Una multitud de procesos pigmentarios respondían a los fieles haluros de plata: cianotipias, bromóleos, carbón fressón, colodión húmedo, gomas bicromatadas y por supuesto, los ferrotipos. El pictorialismo se apropió de estas técnicas y las utilizó en un vano intento de imitar a la pintura más académica, buscando desesperadamente un lugar para la fotografía entre las bellas artes. Y su imitación no se ceñía a su mero aspecto técnico: los motivos que aparecían en sus fotografías también rememoraban los temas de la pintura o la literatura clásica. De este modo las fotografías se llenaron de imágenes bucólicas y pastoriles, alegorías mitológicas y estampas folclóricas.

Las imágenes que Santos Perandones presenta junto a los textos de Cecilia Quílez evocan a los antiguos ferrotipos y sin embargo su obra dista mucho del uso y la intencionalidad de aquellos primigenios trabajos. Lo primero que difiere de aquellas imágenes son los objetos fotografiados.

No aparecen aquí las grandes historias épicas, ni el exotismo grandilocuente de salón. Sobre la fuerza del hierro

Santos Perandones fija su mirada en los utensilios más cotidianos y casi ordinarios que cabría imaginar: unas monedas, un ovillo de cuerda, un sacacorchos, una navaja… y al sustituir plata por hierro, el autor distorsiona el referente, modifica el tono, aumenta la densidad de los graves, rasga el soporte, golpea el bajo vientre y consigue fundirse en la profunda oscuridad de Cecilia Quílez.

El diálogo que se establece entre texto e imagen fluye coherente, sin jerarquías ni vasallajes. Que nadie busque pie de foto en el texto, ni la mera “ilustración” de lo escrito en las imágenes. Ambos lenguajes discurren entrelazados, superpuestos, enriqueciéndose mutuamente, con una premeditada y desazonadora ambigüedad, recogiendo el testigo histórico de aquella colección de libros mítica: Palabra e Imagen, de la editorial Lumen, donde la literatura y la fotografía se hermanaban de modo hermosísimo.

Jaume Fuster, Valencia 2015. Doctor en Comuncación Audivisual por la Universidad de Valencia. Profesor de fotografía de la Escuela de Arte y Superior de Diseño de Valencia.



HIJOS DE SATANÁS

Zero Woman: Red Handscuffs 

martes, 14 de junio de 2016

COMO SI FUESEN BANDADAS DE PÁJAROS por LAURA MARTÍNEZ GARCÍA



Como si fuesen bandadas de pájaros cayendo en picado con su pico clavado en el suelo, así me levanto vertiginosa en las mañanas en que un insomnio, que lleva tu nombre,me parte el pecho y me lo recompone de nuevo al alba.Obligada a poner la cara de los alegres Viernes, cuando sobre mí se cierne la sombra de los domingos culminantes en caminatas sin horizontes, sin destino, sin más emoción que el pisar de las hojas o el crujir de una rama, el picotazo intempestivo de la maléfica tarántula que no es nada más que otro modo de llamarte,como si fuesen avatares sepultados en el puro rencor cincelado en el mármol, así me asemejo a Camille Claudel, incrustada en las esculturas hieráticas y en las hidráulicas turbinas de molinos de agua que arrastran el agua, o los hermosos epítetos que acompañan a un sustantivo viejo y desvencijado con las arrugas propias no ya de la edad, sino de la propia consumición ensimismada y ojerosa de uno mismo. Como los andamiosy los muros de contención que protegen las estructuras, las columnas macizas, así me aferro hermética, a la ardua tarea de protegerme a mí misma, contra Vándalos y Suevos, con fiereza y sin compasión, como si fuese vikinga que busca honrar a su pueblo, que es en definitiva honrarse a sí misma del indolente fracaso.


Laura Martínez García


MAREVA MAYO en el BELMONDO BAR




lunes, 13 de junio de 2016

ROCINANTE: Alfred Corn.


chaman-rocinante

ROCINANTE, DE ALFRED CORN, 
SEGUNDA ENTREGA DE LA EDITORIAL 
CHAMÁN EDICIONES

Chamán Ediciones publica el segundo de sus libros en la colección de poesía Chamán ante el fuego.

La editorial Chamán Ediciones saca a la luz el segundo de sus libros: Rocinante, del poeta y escritor estadounidense Alfred Corn.

Se trata de una antología, en edición bilingüe, que recorre la obra poética de este autor, desde su aclamada opera prima All Roads at Once (1976) hasta Tables (2013), su poemario más reciente. De diez libros de poesía publicados en Estados Unidos se recopilan poemas de siete de ellos, además de los citados, otros como: A Call in the Midst of the Crowd (1978), The Various Light (1980), The West Door (1988), Present (1997), Contradictions (2002) y Tables (2013). La traducción, selección y prólogo pertenecen al novelista y artista plástico mejicano Guillermo Arreola, autor de las novelas y libros de relatos La venganza de los pájaros, Traición a domicilio y Fierros bajo el agua, editada por Planeta México en 2014. También aparece la traducción de un poema de Corn por parte del poeta Manuel Ulacia (1953-2001), nieto de los autores del 27 Manuel Altolaguirre y Concha Méndez.

Alfred Corn (Baindridge, Georgia, 1943) es autor además de dos novelas, (Part of His Story (1997) y Miranda´s Book (2014)), un estudio de prosodia The Poem´s Hearbeat y dos colecciones de ensayos críticos (The Metamorphosis of Metaphory y Altas: Setected Essays, 1989/2007). Traductor de las Elegías de Duino de Rilke, ha sido profesor de las universidades de Columbia, Cincinnati, Tulsa, Oklahoma y Yale. Traducido a varios idiomas es un autor desconocido para los lectores castellanos al permanecer inédito en nuestro país. En lugares como Francia o Italia las críticas de sus obras lo sitúan a la altura de Michel Houellebecq y Noam Chomsky, aún distando en la forma y el estilo de estos autores.

Su obra ha sido situada dentro de los poetas llamados “New Formalism”, denominación de la que el propio autor no se considera parte, aunque sí que es cierto que algunas características de su poesía entran dentro de los parámetros de dicho grupo: regreso a las formas, versos y ritmos clásicos, uso de la rima interna y juego de metáforas y simbolismo.

El crítico literario Harold Bloom dijo sobre él: “Alfred Corn es una extensión extraordinaria e inevitable de la tradición de Nueva York y de los grandes poetas visionarios, que van desde Poe y Whitman a Ashbery. Corn logra una autoridad y una resonancia digna de sus precursores. Él ha tenido la habilidad y el coraje de enfrentar, absorber y renovar nuestra tradición poética estadounidense. Sus perspectivas estéticas son notables.” Y la periodista y poeta Carolyn Forché: “La poesía de Corn no solamente muestra sus considerables habilidades poéticas, sino que se convierte en un modo de pensamiento, una investigación sobre el arte y la pasión, los límites del dominio, la mortalidad, la divinidad, y el posible destino del alma humana”. 

Más información: www.chamanediciones.es

sábado, 11 de junio de 2016

MORADA PERFECTA por JAVIER LENCINA



Conserva el silencio
haz de tus ganas pasos
elegantes de Elefantes
sobre la pendiente del hilo
a 50 metros de altura

No hables mal de la otredad
caerás en la trampa
en la vil red

Banal igual a
ellos

eres el mejor
acabas el whisky
en tiempo récord
Tomas cerveza
con gran intensidad
y haces reposo como los dioses
junto a ellos en el olimpo
tu morada perfecta

Tú que despides
gases como los mejores
y maldices sensatamente
sobre el rostro
a tus anchas
y sin prejuicio

Eres perfecto
desagradable
e inmoral
e inepto

eres lo más puro
que la tierra pudo
otorgarnos

Tú eres el elegido


Javier Lencina



viernes, 10 de junio de 2016

EL ROJO SOBRE LA ARENA por ANDRÉS MAURICIO CABRERA



¿Quién ha escrito
Esto que hoy siento?
¿De dónde surge el
Sonido del viento,
Cuando no queda nadie?

Hoy he despertado
Con la mirada blanquecina,
En una mañana gris.

He mirado por la ventana
Y he querido
Preguntarle al polvo:
¿Dónde terminan
Las cenizas?
¿En qué momento
El gris de los días
Se diluye entre
La brisa?

En algún momento,
Los pasos titubeantes
Se aferran a la marea
Del tiempo.
Y siento el temblor
Del azul del pavimento,
El dolor de verdes pájaros,
El rojo de una mirada canina.

¿Dónde se ha ido todo,
Hoy,
En esta mañana,
En el blanco de cualquier
Día
Y el silencio
De cualquier madrugada?

¿Quién es cómplice
De la quietud?
¿Por quién será abrazado
El viento?

¿Dónde estará ese mundo
En el que vive la noche,
Y los hombres arrancan
De la tierra los pesares,
Y la vida se convierte
En el arte de los transeúntes
Que caminan sin
Conocer el fin de sus pasos?

¿Dónde podremos crear
Eso que siempre esperamos…
El rojo del corazón
Bañando la arena?


Andrés Mauricio Cabrera, del blog Navigatorghost.


martes, 7 de junio de 2016

EL MERODEADOR según PABLO CEREZAL



ME VA LA VIDA EN ELLO

Despertar sin haber descansado, preparar una generosa cantidad de café, sentarse frete al teclado, perder un rato leyendo titulares, recordar aquella palabra inicial, sorber el café, encender un cigarro, contemplar el humo, escribir la palabra, luego otra, elegir algo de música que ahuyente el silencio, dar fin a una frase, tumbarse a pensar, quedar levemente amodorrado, recuperar la vigilia con una idea entre los labios de la mente, sentarse de nuevo frente al teclado, escribir siendo consciente de que ya has cambiado las palabras que tan exactamente modelaban esa idea de la que querías dejar noticia, contrariarse, ofuscarse, encender otro cigarro... 

Contemplar cómo el reloj anuncia horarios propicios para el sueño, desnudarse, lentamente, frente al espejo del cuarto de baño, dirigirse a la cama, profanar su vientre de algodones y color desvaído, estirar el cuerpo y escucharlo quejarse de tantas horas encorvado frente al teclado, cerrar los ojos, pensar en aquella frase que no acertaste a componer, esa idea que no lograste expresar, sentir el pánico de tu difícil situación económica, también personal, pensar en el modo de seguir adelante, escuchar los bostezos de la casa en silencio, dar vuelta hacia un lado, pensar que deberías levantarte y abrir las puertas a los fantasmas que te persiguen, terminar ese texto que nadie te pagará pero en el que te va la vida como le irá, quieres soñar, a alguien, algún día, cuando tu libro esté impreso y encuentre en sus páginas esa revelación que a ti hoy se te escapa.

La vida de escritor no es bella, ni buena. El mundo oprime. El mundo nos exprime. A todos. También a los escritores. Nunca llegaremos a nada. Tampoco deseamos llegar a ningún lugar más allá de la siguiente página. He ahí el drama. Porque lo es, doy fe. Si lo hiciesen "reality" televisivo (todo se andará, mercado manda) os resultaría fascinante...

Toda esta retahíla para hablar de un libro. Un gran libro. Una obra literaria delineada con la dolorosa exactitud de quien escribe porque la va la vida en ello. Un volumen de relatos que funcionan perfectamente por separado, pero conforman, unidos, una novela inolvidable que desnuda la más cruda realidad cuando se viste de fantasía. Y viceversa.

Vicente Muñoz Álvarez. Literato de los que construye, día a día, desde hace muchos, el vocabulario anímico y sensorial de toda una generación. 
El merodeador. Una de sus más jugosas obras. La Ilíada del creador actual. La Odisea del escritor contemporáneo, en lucha continua con sus propios fantasmas con la sola intención de alcanzar algún día esa Ítaca en que, sueña, le espera la calma del abrazo amado. Vicente logra, una vez más, tocar con cada palabra la cuerda de las emociones, para arrancarle arpegios de vida. 

Vicente escribió este magnífico libro hace ya años, cuando algunos aún jugábamos a emborronar páginas soñando con edificar volúmenes que sí, llegarían, pero de nada nos servirían más allá de la satisfacción por haber cerrado otra puerta (¿la de nuestro futuro?). Hoy, el tiempo, tan horrendo a menudo, ha decidido marcar la hora de los justos, y El merodeador se reedita con una par de relatos extra que no hacen más que enriquecer la ya proteínica prosa de sus páginas primigenias, cuadrar ese círculo que ya era cuadrilátero en que peleaban los fantasmas del que se perdió en los vericuetos de la vida. Y es que El merodeador no es más que eso: un ajuste de cuentas con los espectros del día a día. Nada más. Y nada menos.

No hace falta ser escritor para, acompañando a este moderno doctor Jekyll que es el protagonista -alter ego del autor-, sentir el espinazo recorrido por los escalofríos que provoca el miedo de saberse vivo. No hace falta compartir las obsesiones de su inseparable Mr. Hyde -el merodeador del título-, que recorre las páginas como ánima en pena, para descubrir que la vida es mucho más de lo que ocurre mientras estamos dormidos. Porque, además, él nunca duerme, viste disfraz de insomnio y careta de amanecer insolente. No poder dormir, sentir el tic tac del reloj como el lamento del sepulturero, saber extraña a la que duerme a tu lado, no querer dormir solo... saber, sentir, sufrir. Luchar para que deje de doler todo aquello que nos hiere. Eso, y mucho más, es El merodeador. La epopeya del hombre actual que nos pretendemos. Si alguien desea investigar los crímenes del día a día, los homicidios que cometemos cada vez que caminamos sólo por mantenernos en pie, que se zambulla en estas páginas. El merodeador será su acompañante sabio y fiel, torpe y traidor. De paso, comprenderá los solitarios suplicios del escritor contemporáneo.

Vicente nos recuerda en estas páginas que, a pesar de todo, estamos solos. Pero, paradójicamente, mientras él escriba, sus lectores podremos sentirnos acompañados. Sus párrafos acunan multitudes y yo, hoy, me enorgullezco de ser parte del gentío.


Pablo Cerezal, 
en Vislumbres del Dorado.


A la venta en:


lunes, 6 de junio de 2016

CANCIONES QUE NUNCA ESCRIBÍ por EDUARDO IZQUIERDO


CANCIONES QUE NUNCA ESCRIBÍ - Eduardo Izquierdo

Es ya más que evidente, por tanto, que el rock —como el cine, la televisión o el comic— ha sido para algunos escritores una influencia cultural con tanto o más peso que la propia tradición literaria, aunque esta evidencia haya tenido que llegar cuando internet, las redes sociales y la sociedad de la imagen amenazan con enterrar vivos al rock y a la literatura, y sin que hayan sido tantos los escritores que han dejado constancia, que han homenajeado sin complejos a las canciones rock o que han mostrado y agradecido esa herencia recibida. Por todo ello y por mucho más (por su destreza literaria, sin ir más lejos, o porque arrancan con Me and Bobby Mcgee de Janis Joplin) estos cuentos-canciones, estas glosas-rock de Eduardo Izquierdo, creo que merecen la pena ser leídas, de modo que , one, two, three, four!!!, les dejo ya con ellas. 

Patxi Irurzun


domingo, 5 de junio de 2016

PELÍCULAS QUE ERIZAN LA PIEL

LAS MENTIRAS SE PASEAN POR TODAS LAS ESQUINAS por NURIA VIUDA



Las mentiras se pasean por todas las esquinas .Se sientan en las terracitas de verano, haciéndonos volver la cabeza dos veces seguidas, para poder asumir lo increíble. El calor se ha instalado repentinamente y la lengua de hombres deslenguados se empapa en cerveza rubia, porque ya no existen sirenitas sumisas que los consideren soportables, ni siquiera interesantes o merecedores de la más mínima consideración .No se vislumbran estrellas ni estelas de cometa. Trueno y tormenta empapan las prendas que alguien olvidó quitar del tendedero en esta noche de Junio.

Nuria Viuda García, de Crónicas de los días que pasan.

https://www.facebook.com/nuria.viudagarcia?fref=nf

Photo by Elisa M 

jueves, 2 de junio de 2016

TEORÍA POLÍTICA por PEDRO CÉSAR ALCUBILLA




Los esperamos
postrados
a cuatro patas
en el suelo

Ya sabemos
por otras veces
cómo funciona

Aun así
soñamos
con recibir
algún día
una caricia

Pero sus manos
solo se acercan
para agarrarnos
del pelo


Pedro César Alcubilla