jueves, 31 de octubre de 2013

HOJA DE RUTA. Josep Malivern




Y tantos años después
volvió a ser viernes.
La estremecida dulzura
del hueso enfermo.
El frío que da
ir sin chaqueta
al entierro de tu madre.
No cerrar la ventana
para que entren los muertos.
Tantos años después
volvió a parirte una perra mojada.
Volvió el anhelo por roer el hueso enfermo
sobre una piedra encendida.
Parar el tiempo a escupitajos
en un espeso otoño eterno.
Respirar azúcar muerto y carbón vivo.
Morder plata a todas horas
y echar los dientes en el café.
Que la vida sea siempre víspera
y que a ratos no importe estar muerto.

Extraído del blog de Miguel Sánchez-Ostiz, Liquidación por derribo

martes, 29 de octubre de 2013

¿ÉL? Guy de Maupassant





Amigo mío, ¿no lo comprendes? Lo creo. ¿Piensas que me volví loco? Tal vez sí estoy algo loco, pero no por la causa que imaginaste.

Sí. Me caso. Ahí tienes.

Y, sin embargo, mis ideas y mis convicciones, ahora como siempre, son las mismas. Considero estúpida la unión legal de un hombre y de una mujer. Estoy seguro de que un ochenta por ciento de los maridos han de ser engañados. Y no merecen otra cosa, por haber cometido la idiotez de ligar a otra vida la suya, renunciando al amor libre, lo único hermoso y alegre que hay en el mundo, y de cortar las alas a la fantasía que nos impulsa constantemente hacia todas las hembras agradables, etc. Me siento incapaz de consagrarme a una sola mujer, porque me gustarán siempre todas las mujeres bonitas. Quisiera tener mil brazos, mil bocas, mil... temperamentos, para poder gozar a un tiempo a una muchedumbre de criaturas femeninas.

Y, sin embargo, me caso.

Añade que apenas conozco a mi futura esposa. La he visto nada más tres o cuatro veces. No me disgusta, y esto basta para mis propósitos. Es bajita, rubia y regordeta. En cuanto sea ya su marido, comenzaré a desear una morena delgada y alta. No es rica. Pertenece a una familia modesta en todos los conceptos. Mi futura es una muchacha, como las hay a millares, útiles para el matrimonio, sin virtudes ni defectos aparentes.

Ahora la juzgan bonita; cuando esté casada la juzgarán encantadora. Pertenece al ejército de muchachas que pueden hacer la dicha de un hombre... mientras el marido no repara que prefiere a su elegida cualquiera de las otras.

Ya oigo tu pregunta: ¿Por qué te casas?

Apenas me atrevo a confesar el motivo que me ha impulsado a una resolución tan estúpida.

¡Me caso por no estar solo!

No sé cómo decírtelo, cómo hacértelo comprender. Me compadecerás, despreciándome al mismo tiempo; llegué a una miseria moral inconcebible.

Estar solo, de noche, me angustia. Quiero sentir cerca de mí, junto a mí, a un ser que pueda responderme si hablo; que me diga cualquier cosa.

Quiero alguien que respire a mi lado; poder interrumpir su dulce sueño de pronto, con una pregunta cualquiera, una pregunta imbécil, hecha sin más objeto que oír otra voz, despertar una conciencia; un cerebro que funcione; ver, encendiendo bruscamente mi bujía, un rostro humano junto a mí; porque..., porque..., porque..., ¡me avergüenza confesarlo!..., solo, ¡tengo miedo!

¡Ah! Tú no me comprendes aún.

No temo peligros ni sorpresas. Te aseguro que si en mi alcoba entrara un hombre, lo mataría tranquilamente. Tampoco me infunden temor los aparecidos; no creo en lo sobrenatural. Nunca tuve temor a los muertos; al morir, cada persona se aniquila para siempre.

Y a pesar de todo..., ¡claro!..., a pesar de todo, tengo miedo..., ¡miedo de mí mismo!... Tengo miedo al miedo; me infunden miedo las perturbaciones de mi espíritu. Me asusta la horrible sensación del terror incomprensible.

Ríete de mí si te place. Sufro sin remedio. Me hacen temer las paredes, los muebles, los objetos más triviales que se animan contra mí. Sobre todo, temo los extravíos de mi razón, que se confunde y desfallece acosada por una indescifrable y tenue angustia.

Comienzo por sentir una vaga inquietud que atormenta mi alma y al fin me produce un escalofrío. Vuelvo la vista en torno y no descubro nada que pueda causarme terror. Yo quisiera encontrar algo que lo motivase. ¿Qué? Algo sensible, corpóreo. Pero ¡ay!, lo que más aumenta mi terror es que no hallo su causa.

Si hablo, mi voz me asusta. Si paseo por la estancia, temo tropezar con lo desconocido que se oculta detrás de la puerta, entre la cortina, en el armario, bajo la cama. Y, sin embargo, tengo la certeza de que mi temor es infundado.

Doy media vuelta con brusquedad, temeroso de lo que tengo a la espalda. Y estoy seguro de que no hay nada temible.

Me agito; mi espanto aumenta; cierro con llave mi habitación. Me hundo entre las ropas de mi lecho, haciéndome un caracol; cierro los ojos obstinadamente y permanezco en semejante postura un tiempo indefinido; reflexionando que la bujía sigue ardiendo y que será indispensable apagarla. Ni siquiera me atrevo a moverme.

¿No es horrible vivir así?

Antes, no me preocupaban esas cosas. Entraba en mi habitación tranquilamente. Iba y venía sin que nada turbase mi serenidad. ¡No me hubiera reído poco si alguien me pronosticara que una dolencia de miedo inverosímil, estúpido y terrible me sobrecogería con el tiempo! Entonces no me asustaba poco ni mucho abrir las puertas en la oscuridad, ni acostarme tranquilamente sin echar los cerrojos, y nunca tuve que levantarme a medianoche para convencerme de que todas las aberturas de mi cuarto estaban herméticamente cerradas.

Mi dolencia lastimosa dio comienzo hace un año de un modo especial.

Era en otoño y en una noche húmeda. Cuando se hubo ido mi asistenta, después de servirme la comida, me puse a pensar qué haría yo. Así pasé una hora dando vueltas por mi estancia. Me sentía fatigado, abatido sin causa, impotente para trabajar, sin deseo de coger siquiera un libro para entretenerme.

Una lluvia menuda golpeaba en los cristales; me invadió la tristeza, una tristeza, inexplicable, unas ganas de llorar, un desasosiego verdaderamente invencible.

Me sentía solo, abandonado; mi casa me pareció silenciosa como nunca. Envolvíame una soledad inmensa y desconsoladora. ¿Qué hacer? Me senté; pero una impaciencia nerviosa me hormigueaba en las piernas. Levantándome, volví a pasear. Es posible que tuviera un poco de fiebre; notaba que mis manos cogidas a la espalda, en una posición frecuente cuando se pasea despacio y solo, abrazábanse una contra otra. De pronto, un escalofrío estremeció todo mi cuerpo. Creí que la humedad exterior penetraba, y me puse a encender la chimenea, que no había encendido aún aquel otoño. Me senté, contemplando las llamas. Pero en seguida tuve que levantarme; no podía estar quieto y sentí deseos de salir, de moverme, de hablar con alguien.

Fui a casa de tres amigos; no encontré a ninguno y encamineme hacia el bulevar, ansioso de ver alguna cara conocida.

Todo estaba triste. Las aceras mojadas relucían. Una tibieza de lluvia, una de esas tibiezas que producen estremecimientos crispadores, una tibieza pesada, una humedad impalpable, oscureciendo la luz de los faroles de gas, lo envolvía todo.

Yo avanzaba con paso inseguro, repitiéndome: "No encontraré a nadie con quien hablar". Asomándome a los cafés, recorriendo la Magdalena, sólo vi personas tristes, hombres abatidos, como si les faltaran fuerzas para levantar las copas y las tazas que tenían delante.

Así anduve mucho tiempo, errante, y a medianoche tomé la dirección de mi casa, tranquilo, pero fatigado. El portero, que se acuesta siempre antes de las once, no me hizo esperar en la calle, contra su costumbre. Y me dije: "Acabará de abrir la puerta para otro vecino".

Siempre que salgo de casa, doy las dos vueltas a la llave. Me sorprendió que sólo estaba echado el picaporte, y supuse que habría entrado el portero para dejarme alguna carta sobre la mesa.

Entré. Aún estaba encendida la chimenea; los resplandores del fuego esparcían alguna claridad por la estancia. Acerqueme para encender una luz y vi a un hombre que, sentado en mi sillón, se calentaba los pies, mostrándome la espalda. No sentí miedo. ¡Ah, ni la más insignificante zozobra! Una suposición muy verosímil cruzó mi pensamiento; supuse que alguno de mis amigos fue a verme, y el portero lo hizo entrar para que me aguardara. Y de pronto recordé su prontitud en abrirme la puerta de la calle y la circunstancia de hallarme la de mi cuarto cerrada sólo con picaporte.

Mi amigo dormía profundamente. Un brazo colgaba fuera del sillón y tenía las piernas una sobre otra. Su cabeza, inclinándose, indicaba un sueño tranquilo. Entonces me pregunté: "¿Quién será?". Y cuando puse la mano en su hombro..., el sillón estaba ya vacío. No vi a nadie.

¡Qué sobresalto! ¡Misericordia!

Retrocedí, como si un peligro espantoso me amenazara.

Luego, dando media vuelta en redondo, cercioreme de que tampoco había nadie a mi espalda. Un ansia irresistible me arrastró hacia el sillón vacío. Y estuve en pie, angustioso, jadeante, horrorizado, a punto de caer al suelo, desvanecido.

Pero soy hombre sereno y pronto recobré mi sangre fría. Me dije: "Acabo de padecer una desagradable alucinación. Todo se reduce a eso". Y reflexioné inmediatamente acerca de semejante fenómeno. El pensamiento vuela en tales circunstancias.

Que todo fue alucinación, era seguro. Pero mi espíritu no se había turbado, mi juicio funcionaba mientras sufría natural y lógicamente; luego no hubo desarreglo cerebral. Solamente se habían engañado mis ojos, y su engaño fue origen del error mental. Habían padecido los ojos un extravío, una de las aberraciones visuales que parecen milagrosas a las gentes incultas. Era un poco de congestión, acaso.

Encendí la bujía, y al acercar la mano al fuego, sacudiola un temblor, y me incorporé rápidamente, como si alguien me hubiera tocado por la espalda.

Sentía inquietud...

Anduve de una parte a otra, diciendo algunas frases, para oírme; canté a media voz.

Luego cerré la puerta con llave, y esto me tranquilizó algo. Nadie podía entrar por sorpresa. Sentado, reflexioné las circunstancias de mi aventura; después me fui a la cama y apagué la luz. Al principio nada hubo de particular. Estuve tumbado tranquilamente. Luego sentí ansia de mirar en torno y me apoyé sobre un costado.

En la chimenea sólo había ya dos o tres brasas; lo suficiente para permitirme ver con sus difusos reflejos las patas del sillón, y me pareció que había vuelto a sentarse un hombre.

Encendí una cerilla con rapidez. Me había equivocado. No vi a nadie.

Sin embargo, me levanté, arrastrando el sillón hasta la cabecera de mi cama.

Volviendo a quedarme a oscuras, procuré descansar. Acababa de dormirme cuando se me apareció, en sueños, pero tan claro como si lo viera en realidad, el hombre sentado junto a la chimenea. Despertando con angustia, encendí la luz, y me quedé sentado en la cama sin atreverme a cerrar los ojos.

Dos veces me venció el sueño, a mi pesar; dos veces el fenómeno se reprodujo. Creí volverme loco.

Al amanecer, la claridad me tranquilizó y dormí sosegado hasta el mediodía.

Todo había concluido. Fue una fiebre, una pesadilla, ¿quién sabe? Sin duda estuve algo enfermo. Sólo sentí al despertar mi cerebro atontado.

Pasé alegremente aquel día; comí en el restaurante; fui al teatro; luego, me dispuse a retirarme. Pero, camino de mi casa, una inquietud angustiosa me sobrecogió. Temí encontrarlo; no porque me infundiera miedo verlo, no porque imaginara real su presencia; temía sentir de nuevo el extravío de mis ojos, mi alucinación, miedo al espanto sin causa.

Durante más de una hora estuve arriba y abajo por mi calle hasta que, juzgando imbécil mi temor, entré al fin en casa. Iba temblando hasta el punto de que me fue difícil subir la escalera. Estuve diez minutos en el descansillo, hasta que tuve un momento de serenidad y abrí. Entré con una bujía en la mano, di un puntapié a la puerta de mi alcoba, y mirando ansiosamente hacia la chimenea, no vi a nadie.

-¡Ah!...

¡Qué gusto! ¡Qué alegría! ¡Qué fortuna! Iba de un lado a otro, decidido; pero no estaba satisfecho; de pronto, volvía la cabeza, sobresaltado; cualquier sombra me hacía temer.

Dormí poco y mal, despertándome con frecuencia ruidos imaginarios. Pero no lo vi; no apareció. Desde aquel día, todas las noches el miedo me acosa. Lo adivino cerca de mí, detrás de mí. No se presenta, pero me hace temer. Y ¿por qué temo, si no ignoro que fue alucinación, que no existe, qué no es nada?

Sin embargo, temo, y me obsesiono. "Un brazo colgaba fuera del sillón y tenía las piernas una sobre otra". ¡Basta! ¡Basta! ¡Es insufrible! ¡No quiero pensar y no se aparta de mi pensamiento!

¿Qué significa esa obsesión? ¿Por qué persiste? ¡Veo sus pies junto al fuego!

Me acobardo; es una locura; pero el caso es que me acobardo. ¿Quién es? ¡Ya sé que no existe, que no es nadie! Sólo existe como imagen de mi angustia, de mi desasosiego, de mis temores. ¡Basta, basta!

Sí; por mucho que razono, por más que me lo explico, no puedo estar solo en mi casa. Él no se aparece, pero me domina. No vuelve. Todo acabó. Pero sufro como si volviera. Invisible para mis ojos, ahora se clava en mi pensamiento. Lo adivino detrás de las puertas, dentro del armario, debajo de la cama, en todos los rincones, en cada sombra, entre la oscuridad... Si me acerco a la puerta, si abro el armario, si miro debajo de la cama, si aproximo una luz a los rincones, huye con la oscuridad: nunca se presenta. Quedo convencido, no se presenta, no existe, y, sin embargo, me obsesiona.

Es imbécil y horrible. ¡Qué puedo hacer? ¡Nada!

Si alguien estuviera conmigo, él no me turbaría. Turba mi soledad; le temo, porque la soledad me acongoja.

domingo, 27 de octubre de 2013

EL LENGUAJE DE LOS PUÑOS


Hace tan solo unos meses, por razones que no vienen al caso, pero de la más diversa índole, pensé que por el bien de mi escritura y el mío propio, debía alejarme durante un tiempo del mundanal ruido. Así lo hice. Eliminé el blog que por entonces administraba. Suprimí mi cuenta en el Facebook. Y dejé de estar pendiente del puto teléfono. Por supuesto, estaba inmerso en una depresión de cojones. Que parece que, por fin, ya ha quedado o va quedando atrás. El caso es que en este tiempo se han producido cambios significativos en mi vida, cambios parece ser que a mejor, y vuelvo a tener el ánimo necesario para, de momento, abrir este nuevo cuaderno de bitácora y con el tiempo, quizá, regresar a las redes sociales. Aquí te podrás encontrar con toda esa cultura- léase libros, música, películas, vídeos y otras historias- que hace más llevadera mi vida. Una vida muy cercana al ascetismo y dedicada ahora, más que nunca, a la escritura y al estudio. Además, en este tiempo, han visto la luz algunos proyectos más que interesantes en los que he tomado parte y de los que, aunque sea tarde y a destiempo, quiero dar cuenta. En resumen: Si te pasas por este cuaderno espero que haya algo, algún día, que sea de tu interés. Así que ya solo me queda por decir lo que suele decirse en estos casos: Bienvenido, bienvenida, a esta, así lo espero, tu casa.

David González, del  blog El lenguaje de los puños.

SUNDAY HANKOVER

sábado, 26 de octubre de 2013

CÉLINE, UN CERDO, UN DIAMANTE




Los leoneses Vicente Muñoz y Julio César Álvarez coordinan un libro sobre la brillante dimensión literaria y la infame calidad humana de Louis Ferdinand Céline.

Cristina Fanjul | Diario de León 24/10/2013

«Rotundamente, por ser una de las mejores novelas del siglo XX, que te engancha con su estilo personalísimo desde la primera a la última página, y por la profundidad y lucidez de su pensamiento, que desnuda el alma y corta la respiración». Con estas palabras, Vicente Muñoz Álvarez explica la razón por la que Viaje al fin de la noche es un libro imprescindible. Por ello, el poeta se ha unido al también leonés Julio César Álvarez para alumbrar El descrédito. Viajes narrativos en torno a Louis-Ferdinand Céline, la bestia negra francesa, el autor que colaboró con el nazismo y que escribió una de las obras fundamentales para aventurarse en los abismos del alma humana. «Nos parecía necesario reivindicar objetiva y desprejuiciadamente su legado», recalca Muñoz, que se ha hecho acompañar en este nuevo tributo literario de autores habituales en su gestaciones literarias. Bruno Marcos, Patxi Irurzun, Gsús Bonilla, Alfonso Xen Rabanal o Pepe Pereza son algunos de ellos. Pero, en esta ocasión, este ‘aquellarre’ ha sido bendecido por Enrique Vila-Matas, que hace una radiografía certera de la personalidad moral y literaria del escritor galo. El catalán titula su texto Un hombre un poco pesado y en él da cuenta de la paradoja por la cual su «inmensa calidad literaria convivió siempre con su monstruosidad moral». El autor de Doctor Pasavento lo tiene claro: «Céline fue un cerdo repugnante». Además, le despacha rápidamente y asegura que sólo tiene dos obras de altura: Viaje al fin de la noche y Muerte a crédito. «Las otras obras no son nada, o son sólo un desesperado intento de tocar siempre la misma melodía, la única que él oía: la de la muerte».

Vila Matas recuerda las palabras que sobre Céline pronunciara Jünger: «Un hombre alto, huesudo, recio, un poco pesado, pero vivaz en la discusión o, mejor dicho, en el monólogo. Cuando habla tiene la mirada fija propia de los maníacos y se tiene la impresión de que este hombre camina hacia una meta desconocida». Y, para el escritor esa meta no era otra que la muerte, «la muerte únicamente». «Al final eso: cargante, que diría Beckett», termina Vila Matas.

Destaca Vicente Muñoz que una de las premisas iniciales de este libro fue la de disociar la obra de Céline, sus impresionantes novelas, de su biografía. «Como autor, estamos ante uno de los más grandes escritores del siglo XX, cuya obra no ha sido suficientemente valorada. Como persona, ante un nihilista empedernido, que cometió el error de apoyar el Régimen de Vichy durante la Segunda Guerra Mundial. Por esto último soportó la cárcel, la tortura, el descrédito y el ostracismo en vida», subraya.

El poeta sostiene que por todo ello, Céline no ha sido aún valorado en su justa medida. «Ya va siendo hora de que ambas facetas sean diferenciadas y se valore, al margen de su vida, la genialidad de su obra», insiste. Por eso, este libro.

El autor de Canciones de la gran deriva califica la prosa del francés de «emotiva» y destaca su clarividencia para describir el absurdo humano. «Ese estilo balbuceante y brutal, lleno de exclamaciones y puntos suspensivos refleja como pocos la tragedia del hombre y de su destino», asegura.

Añade que la elección de los autores se centró en las afinidades de los antologados con la obra de Céline y concreta que lo que queda del autor en la actualidad son sus dos principales novelas, Viaje al fin de la noche y Muerte a Crédito, así como la influencia de su obra en la literatura contemporánea, «a mi juicio decisiva para entender la narrativa más reciente». En su mano está la tarea de separar la monstruo del genio creador.



jueves, 24 de octubre de 2013

ORFANATOS Y BISACODIL. Mikel García




Sábado noche. Para un veinteañero esto significa fiesta, alcohol, follar, drogas, masturbarse en Chatroulette… Pero para mí, desgraciado de mí, significa trabajar hasta bien entrada la madrugada en el McDonal’s del centro. Es una manera más de pagar el alquiler.

Pensé en hacerme chapero ya que, aun con todo, te dan por culo menos que en este sitio, pero decidí que el sexo anal forzado no era para mí.

Lo que aprendes en este lugar de Happy Meals y Big Macs, es a creer en los milagros. Si no, no se explica cómo al «hombretón» de doscientos kilos sentado en la mesa cinco y que viene a cenar aquí todos los días, a ese que no mastica la comida sino que la engulle, no le hayan reventado las arterias y el corazón de toda la basura rica en colesterol que come aquí.

Tampoco se explica cómo el chaval de la mesa siete pueda estar tan delgado cuando viene tres o cuatro días a la semana a comerse cuatro Happy Meals para poder conseguir todas las figuritas coleccionables del Caballero Oscuro que vienen de regalo con el menú. Ni lo de la anciana de noventa años a la que no le ha dado un infarto después de comerse una Cheese Burger grasienta con patatas fritas y McFlurry de postre.

De un modo u otro, creo que este lugar es una especie de Lourdes del mundo de las hamburgueserías. Un santuario. Puede que este lugar, además de mugre y suciedad, también tenga algo mágico, místico. Pasen y vean.

Somos cuatro los lacayos que trabajamos aquí: para empezar, tenemos a Francis, un imbécil integral que se hace llamar MonsterCock 69 en su cuenta Premium de Fuckbook. Tiene como foto de perfil la imagen de un pene erecto de unos veinticinco centímetros que, obviamente, no es suyo y manda invitaciones de amistad a todas las chicas jóvenes que aparecen desnudas o semidesnudas en su foto de perfil. Cada vez que dice ir al baño a «plantar un pino», en realidad, se conecta a su cuenta de Fuckbook desde su iPhone y se casca una paja con una mano mientras que con la otra chatea con una neoyorquina que no para de decirle que está caliente y que se está venga a tocar aquí y allá.

Una vez, volvió del baño con la mano llena de esperma blanquecino y se puso a manipular la comida.

—Tío, límpiate las manos antes de tocar la comida —le dije.

Y contestó:

—¿Qué más dará? ¿Es que acaso te la comes tú?

Luego, tenemos a Tracy, también conocida como «La Melones ». El porqué del apodo salta a la vista: dos tetas como mi cabeza de grandes. Y el encargado, un hombre cuarentón que se pasa por aquí de vez en cuando (cuando le sale de la punta del nabo más bien), sabe explotar eficientemente este par (enorme par) de cualidades de Tracy. Le hace llevar camisetas de licra ajustadas y con mucho escote, tan prietas que apenas dejan que el oxígeno llegue a sus pulmones. Unas camisetas que dejan el 80% de sus pechos al descubierto así como su terso ombligo.


Esto es algo que no soporto. Me parece indignante que el encargado obligue a la Melo… a Tracy a vestir camisetas tan prietas y pequeñas que no dejen lugar a la imaginación. En más de una ocasión, he estado a punto de acercarme a él y atacarlo con mis diatribas feministas de mi época de instituto, pero a la hora de la verdad me lo he pensado mejor ya que, cuando uno se masturba, un buen recuerdo (como las tetas todo prietas de «La Melones») puede ser infinitamente mejor que el video más visto de Pornhub. Además, no voy a negar que me alegra la vista todos los días. ¿Y esa cara? ¿Qué pasa? ¿Es que nunca has visto a un hipócrita?

Y por último tenemos a Dave. ¿Qué podría decir yo de Dave? Un buenazo, guapo, encantador, con mucha labia, seductor… Dios, que ganas de partirle la cara de una hostia. Lo odio, es lo más tedioso que he conocido en toda mi puta vida. Como masticar cristal. Como darse descargas eléctricas en la polla. El mero hecho de mirarlo me provoca tal repulsa que me entran ganas de arrojarle el aceite hirviendo de las patatas fritas a su bonito rostro.

El muy cabrón se tira el rollo de que de niño era muy pobre para llevarse a la cama a todas las tías. Al parecer, se crío en un barrio marginal o gueto de Detroit. Según cuenta, su padre, un alcohólico y maltratador, abandonó el hogar familiar al de poco de nacer el pequeño Dave, dejando a éste y a su madre sin nada, en la absoluta ruina. La madre entró en una depresión y se enganchó al caballo, o a la coca, o al speed (no recuerdo bien) y empezó a desatender a su querido hijo Dave para irse a jugar al bingo con el fin de conseguir algo de pasta para su próxima dosis. Nunca tenían para comer, la madre se gastaba en drogas lo poco que ganaba en el bingo. Esta situación se prolongó varios años hasta que los servicios sociales le quitaron la custodia del niño y Dave se crió desde entonces en orfanatos de mala muerte.

Al menos, eso es lo que él dice. Yo no me creo una palabra.

En mi opinión, es un rollo que suelta a las chicas para ligar con ellas.

—Yo quería ayudarla —suele decir —A pesar de que nunca estuvo ahí, yo quería ayudarla a que se pusiese bien, a que dejara la droga. Pero los servicios sociales no me dejaron, me llevaron con ellos separándome de mi propia madre.

Aquí es cuando a las tías se les caen las bragas y tienen claro que se lo van a follar.

—Pero con mi esfuerzo y el sudor de mi frente conseguí salir adelante —dice —y tener todo lo que tengo en la vida.

¿Todo lo que tiene? ¡Por el amor de dios! ¡Pero si trabaja en el McDonal’s igual que yo! Ni que fuera Bill Gates…

—¿Qué tal va el fin de semana? —me pregunta el muy asqueroso cuando entra al restaurante para comenzar con su turno.

—Hasta ahora bien, gracias.

Hay un silencio. Sabe que no lo trago y eso le jode un huevo ya que soy el único que le arrancaría la cabeza. Para todos los demás es un chico adorable. Para mí es como la gonorrea.

—Pues mi finde se presenta estupendo —dice —Antes he estado echando unas canastas y mañana…

—No me interesa —le corto, y atiendo al cliente que espera en el mostrador.

El tío al que atiendo me pide una Big Mac con patatas y Coca-Cola. Le sirvo lo suyo, pero añado un ingrediente secreto: en la Coca-Cola diluyo un buen chorro de Bisacodil sin que nadie me vea.

Para los que no tengáis un tío farmacéutico ni sufráis de estreñimiento, os diré que el Bisocadil es un laxante, más concretamente, un laxante estimulante, es decir, uno de los tipos de laxante más potentes del mercado. Son tan fuertes que si se abusa de ellos pueden causar adicción y daños en los tejidos del intestino. Cuando se abusa de su consumo, el intestino se vuelve dependiente de dicho laxante haciendo que las paredes intestinales se contraigan y que la mierda deje de fluir por tu colon si no es con la ayuda de los laxantes.

Lo que va a ocurrir a continuación, es que, todas aquellas personas a las que he vertido laxantes en sus bebidas (que son muchas), van a sentir unas ganas enormes de cagar de un momento a otro y van a ir corriendo al baño. A evacuar litros y litros de diarrea que caerá en todas las direcciones. Algunos puede que acierten y el chorro de mierda líquida caiga dentro de la taza (excluyendo los furiosos salpicones), pero la mayoría no será capaz de controlarlo y la diarrea acabará estrellándose contra el suelo del baño o la taza del váter. Algunos ni si quiera serán capaces de llegar al baño y harán sus necesidades encima.

¿Que por qué lo hago? Pregúntale a Dave a ver a quién le toca limpiar los baños hoy después del curro.






Relato incluido en el libro del autor Poetas, estrellas del porno y otros relatos indecentes.


Ediciones Lupercalia

miércoles, 23 de octubre de 2013

EL AMANECISMO VA A LLEGAR .Patxi Irurzun

La editorial Pepitas de calabaza presenta hoy en Bilbao un libro que recoge el guión original de la película «Amanece, que no es poco», con el proyecto inicial, introducción y anotaciones del propio autor y director del filme, José Luis Cuerda, que también estará presente, con sus ingles y todo.

Este libro es una biblia para los amanecistas, como se reconocen entre sí los fieles de esta película de culto, con perdón (aunque en este caso de culto no es sinónimo de «la han visto cuatro gatos», «es un truño insufrible» o «ha pasado injustamente desapercibida»); al contrario, los amanecistas son legión y resultan fácilmente reconocibles, pues suelen introducir en sus conversaciones algunas de las frases de «Amanece, que no es poco» (1988), como el celebérrimo diálogo entre Luis Ciges y Antonio Resines en una de sus escenas de cama: «Supongo que me respetarás ¿eh, Teodoro?», «¿Pero qué guarradas está usted pensando, padre?», «Déjate, déjate que un hombre en la cama es siempre un hombre en la cama», u otras no menos inolvidables como el examen en la escuela sobre las ingles («Las ingles descabaladas. Su porqué. Las ingles putas. Dibujo a mano de las ingles») o el «Calabaza, yo te llevo en mi corazón».

La calabaza a la que uno de los personajes dirige un shakespiriano monólogo en la película (calabaza que, descubrimos ahora, originalmente era una coliflor) es a la que debe precisamente su nombre la editorial que ha publicado la obra, para regocijo amanecista general, pues todos los demás libros pueden ser contingentes, pero este era necesario. «Editar este libro es un viejo proyecto, y que al fin se haya materializado todo un gustazo», nos dice Julián Lacalle, desde Pepitas de calabaza.

El libro se desgrana en un proyecto inicial que originalmente iba a ser una serie de televisión; el guión original, trufado de anotaciones del director y en el que descubrimos por ejemplo que los sudamericanos que unos días van en bicicleta y otros huelen bien al principio iban a levitar pero las bicis salían más baratas; y una profusa y a veces descacharrante introducción de José Luis Cuerda, en la que nos cuenta algunos datos autográficos que podrían dar para otra película (como, por ejemplo, que su padre se ganaba la vida jugando a póquer o que él mismo ingresó en un seminario por timidez, para no tener que confesar a la chica que le gustaba que le gustaba) y que en todo caso explican esta película y el humor y estilo joseluiscuerdianos, enraizados en Albacete como si de uno de los hombres que crecen plantados en los bancales en «Amanece, que no es poco» se tratara. Cuerda revela, por ejemplo, que muchas de las expresiones utilizadas en la película y no pocos de sus lances  o de su precursora «Total», de cuyos avatares también habla largamente en este libro, son reales. Y así Luis Ciges y Manuel Alexaindre apandando los chorizos colgados en las casas, reproducen la historia del tío abuelo de Cuerda y un amigo suyo que se dieron un atracón tras convencer a sus vecinos de que llegaba el fin del mundo y no tenía sentido ya tener las ristras de lomo y de chorizo colgadas. Total...

«Amanece que no es poco» se ha calificado en innumerables ocasiones como una película surrealista, pero su director reniega aquí de esa etiqueta, y considera más bien que es deudora de la picaresca, de Berlanga y Azcona. «Lo mío, esa es mi firme creencia, no es surrealismo, como se ha dicho, sino pegarle un revolcón a la lógica, fajarse con ella cuerpo a cuerpo y retorcerle el pescuezo hasta que vomite sus últimos argumentos», escribe Cuerda. En todo caso, en unos tiempos como los que corren en los que la surrealidad supera a la ficción, la película ha envejecido estupendamente, casi a la inversa, como uno de sus personajes, que tiene una hija mayor que ella.

«`Amanece que no es poco' aporta una forma única de mirar el mundo, tan única que es fácilmente comprensible. Y un humor culto y popular a la vez», argumenta Julián Lacalle para explicar su éxito. Éxito palpable en cada una de las multitudinarias presentaciones que están realizando, como sin duda lo será la de este miércoles en Bilbao (a las 19.00, en el Teatro Campos Elíseos, en la jornada de clausura de La Risa de Bilbao) en la que se proyectará además la película y que contará con la presencia del propio Julián Lacalle, Pedro Sarracina y José Luis Cuerda y de las ingles de todos ellos.


Publicado en
http://gara.naiz.info/paperezkoa/20131022/428868/es/El-amanecismo-va-llegar

martes, 22 de octubre de 2013

ESPERA A LA PRIMAVERA, BANDINI (John Fante). Un fragmento




Arturo Bandini estaba convencido de que cuando muriese no iría al infierno. Para ir al infierno había que cometer un pecado mortal. Él había cometido muchos, lo sabía, pero la confesión le había salvado. Siempre se confesaba a tiempo, es decir, antes de que la muerte se le presentara. Y tocaba madera cada vez que pensaba en ello: que siempre habría tiempo antes de morir. De modo que Arturo estaba archiconvencido de que cuando muriese no iría al infierno. Por dos motivos. Por la confesión y porque era un corredor muy rápido.

El Purgatorio, sin embargo, ese lugar intermedio entre el Infierno y el Cielo, le preocupaba. El catecismo decía con claridad lo que hacía falta para ir al Cielo: el alma tenía que estar limpia del todo, sin la menor sombra de pecado. Si el alma, en el momento de la muerte, no estaba lo bastante limpia para ir al Cielo ni lo bastante sucia para ir al Infierno, se quedaba en la región intermedia, en aquel Purgatorio en que ardería y ardería hasta que sus faltas se purgasen.

Había un consuelo en el Purgatorio: que, al margen del tiempo que se pasara en él, el Cielo estaba asegurado. Pero cuando Arturo se dio cuenta de que la estancia en el Purgatorio podía durar setecientos mil millones de billones de trillones de años, ardiendo y ardiendo sin parar, poco consuelo había en que al final se aterrizase en el Cielo. A fin de cuentas, cien años era ya mucho tiempo. Ciento cincuenta millones de años era inconcebible.

domingo, 20 de octubre de 2013

LA EMOCIÓN DEL NÓMADA. Miquel Silvestre



Un libro de viajes es un desnudo o no es. Es exponerse a los demás sin coraza alguna. En un relato tan largo el autor siempre deja flancos abiertos. No se puede esconder siempre la verdad de lo que uno es. Si se es pedante, se te verá pedante. Si se es falso, se verá la falsedad. Si la emoción es postiza, todo resultará ortopédico. Es lo maravilloso de los libros, que lo dicen todo de ti. Y yo soy un adicto a esa sensación, a desnudarme, a arrancarme piel a tiras para que se vea el entramado de músculos, huesos, tendones y sentimientos. Si no es así, qué le den por saco a los libros porque al final de la partida solo quedaremos el tipo del espejo y yo y los libros que entre los dos hayamos escrito. Y si no son verdaderos, entonces nada habrá tenido sentido.

La emoción del nómada es mi cuarto libro de viajes pero de algún modo es el primero. Mi libro de aventuras africanas Un millón de piedras, con sus siete ediciones y sus miles de ejemplares vendidos, es en realidad consecuencia de éste. El haberme convertido en aventurero profesional, el ser colaborador de TVE y embajador de prestigiosas marcas, en el fondo trae causa de esta historia La historia que cuento en La emoción del nómada sobre mi viaje por Asia y Oriente Medio cuando yo no tenía un solo reportaje publicado es el origen de todo. Por eso era necesario publicarlo el último, para entender qué demonios ha pasado desde entonces porque todo ha sucedido en tan poco tiempo que aún hoy me parece un sueño.

“Cada vez que despierto en una cama nueva, en una ciudad diferente, cada vez que escucho distintos sonidos a los de ayer, pienso por un instante que aún tengo que despertar, que no puede ser cierto.

Pero lo es. Soy un nómada. Aunque no siempre fue así. Una vez, no hace tanto tiempo fui un hombre sedentario de despacho y oficio gris. Me gustaría saber contar mi historia con fidelidad pero me resulta muy difícil. Rebusco entre mis escasas posesiones y saco un par de diarios garabateados con letra menuda, apretada y casi indescifrable. Viajan conmigo desde hace año y medio. Todavía no he sabido dar a estas nerviosas notas cogidas a vuela pluma forma de libro.”

Estas letras aparecen en la primera página de La emoción del nómada, luego al final he sabido darle forma, y al terminarlo sé que hay mucho más entre las tapas que un diario más o menos detallado de los hechos que me acontecieron durante el 2009 en un recorrido overland por Francia, Italia, Eslovenia, Hungría, Ucrania, Rusia Kazajistán, Uzbekistán, Azerbaiján, Georgia, Turquía, Siria, Jordania, Líbano, Israel y los Territorios Palestinos. Lo que he conseguido es desnudarme como nunca antes lo había hecho para explicar por qué un tipo cínico, motero y borrachín que lo tiene todo en lo material decide abandonar las cosas caras que lo esclavizan en la estepa asiática, creer en el Dios de los pobres y los pastores y hacerse peregrino sin fecha de regreso. Ahora yo también lo entiendo. Lo escribí en mi puntilloso diario del 2009. Solo he tenido que atreverme a releerlo.

http://www.comanegra.com/es/catalogo/item/239-la-emocion-del-nomada

sábado, 19 de octubre de 2013

HIJOS DE SATANÁS

INFLUENCIAS.Sherman Alexie



Esperamos en el auto
afuera del bar
mis hermanas y yo,
"apenas un par de tragos"
como lo oímos
tantas veces antes
como dijo Ramona 
como todos los niños Indios
lo han oído
antes

de sus padres, desaparecidos entre el humo y las risas de cualquier taberna de Reservación, apareciendo cada media hora con Pepsi, papas fritas, y más promesas. Y, como todos los Indios terminan aprendiendo, nunca confiamos en esas promesas. Recién creemos en algo cuando ya sucedió, aprendimos a confiar enla fuente de un río y nunca en su boca. Pero esto no viene a cuento de la tristeza. Esto es sobre las historias

que imaginé
en bolsas de dormir
entre puestas en marcha del auto
para encender la calefacción
porque mis padres me dejaban
las llaves.
Esto es sobre las historias
que conté a mis hermanas

para llenar esas horas largas, esperando afuera del bar, esperando a mi madre, mi padre golpeando la ventanilla, preguntando ¿Tienen frío? ¿Se están portando bien? Ya salimos, okay? A veces, nos negábamos a abrir las puertas cuando al fin llegaban, los dejábamos gesticular desaforadamente y nos moríamos de risa porque no había otra cosa que hacer. Pero esto no viene a cuento de la tristeza. Esto es sobre las historias que

yo inventé
como construí
los paisajes imaginarios que nos salvaron.
Una vez soñé con una mujer pelirroja,
que me dio pesos y señales
y contó a mis hermanas
que ella nos rescataría
de nuestro propio amor

por estos padres que siempre salen tambaleando del bar cinco minutos antes de cerrar, siempre diciéndoos"por lo menos nos fuimos antes de la última llamada". Pero los amamos igual, nos aferramos apretados a sus brazos y pescuezos alcohólicos camino a casa, les robamos el paquete de cervezas que compraron para el camino y lo tiramos fuera por la ventanilla, mientras contábamos los mojones y coyotes que aparecían al borde del camino. Pero esto no viene a cuento de la tristeza. Esto es sobre las historias, esas descripciones ásperas

que fulminaron las paredes
de la casa prefabricada de la Reserva
donde mis hermanas y yo permanecíamos despiertos
luego de que por fin llegábamos a casa
y escuchábamos
a nuestros padres dormir
respirando pesadamente
en sus sueños, roncando
como una llamada de tambores pero
en la oscuridad de la Reserva
eso significaba que todos estábamos vivos
y era suficiente

Extraído de http://www.sisabianovenia.com/LoLeido/Poesia/Alexie.htm

SEMBRANDO por Felipe J.Piñeiro.



Lejos queda ya
la siembra
la que no dio fruto

pero sí trabajo

quizás falló 
la tierra
el abono
el agua

no pasa nada

ayer salí de nuevo

a comprar
nuevas semillas


Felipe J. Piñeiro,
del poemario Cielos e Infiernos.

viernes, 18 de octubre de 2013

Javier Gallego y su "Abolición de la pena de muerte" hoy en 2013 POETAS POR KM2"


HOY VIERNES 18 a las 19:00 empiezan las actuaciones poéticas de POETAS POR KM2 en Conde Duque (Madrid)http://www.poeticofestival.es/2013/

Nosotros actuaremos a las 20:30: http://www.poeticofestival.es/2013/horarios/

Me acompañarán Javier Colis (guitarra atormentada) y Javier Díez Ena (Contrabajo profundo). Hemos montado un espectáculo que mezcla montajes radiofónicos, rock y poesía en torno al libro que acabo de publicar: "Abolición de la pena de muerte": 

La entrada es gratuita. Me encantará veros por allí. 

Os recomiendo todo el festival. Hay música, poesía y humor del bueno: Faemino y Cansado, Hyperpotamus, Neorrabioso, Miguel Noguera y su Ultrashow... 

Vuestro, 

Javier Gallego

PEINETA Y MANTILLA. El Drogas

jueves, 17 de octubre de 2013

BUKOWSKI Y EL TRAGO




Diez citas de Charles Bukowski sobre la bebida


MÉXICO, D.F.- Charles Bukowski (1920-1994) es un autor sumamente popular, aun en el ámbito hispánico y de otras lenguas. La fama de su personalidad, signada sobre todo por su irreverencia hacia las normas del buen comportamiento y la moral contenciosa del establishment y el statu quo, lo convierten en un escritor que atrae y seduce, en especial a los jóvenes, a aquellos que despiertan al mundo preguntándose por qué las cosas que son así no pueden ser de otra manera.

En el caso de los lectores en lengua española, cabe hacer mención de la circunstancia por la cual el llamado “viejo indecente” es tan conocido y aun leído. Como se sabe, en español la obra de Bukowski fue dada a conocer por la editorial catalana Anagrama, la cual comenzó a publicar la obra del estadounidense poco tiempo después de que el franquismo llegara a su fin.

Más de una generación salía de esta noche de conservadurismo y represión y se encontraba de pronto con los relatos y la poesía de Bukowski, cuyos temas y atmósferas son abiertamente desmesurados, catalizados siempre por las potencias que existen en los excesos sensuales del alcohol y el sexo.

Esa avidez por todo aquello que censuró la dictadura de Francisco Franco, explica en parte la persistencia de la literatura de Bukowski entre nosotros los hispanohablantes.

Esto, claro, sin regatearle mérito literario. Si Bukowski es reconocido como un gran escritor se debe, de inicio, a su habilidad misma, su talento con el lenguaje, pero también a que supo dar ese paso más allá, ese paso hacia el abismo, esa última decisión que requiere un texto para convertirse en literatura: en su caso, hacer ver que esta es posible aun en medio de la podredumbre y la miseria, material y espiritualmente hablando, que estas, sin dejar de ser tales, sin dejar de ser humanamente intolerables, son también otra de las materias con la que los sueños están hechos.

A continuación compartimos 10 citas de Bukowski sobre la bebida, a la manera de un aperitivo, un trago áspero y difícil de beber que, con todo, despierte o reafirme la curiosidad a propósito de la obra de este gran escritor.

1) Ese es el problema de beber, pensaba, mientras me servía un trago. Si algo malo pasa, bebes para intentar olvidar; si algo bueno, bebes para celebrar; y si nada pasa, bebes para que hacer que algo pase. (Women/Mujeres)

2) Beber es algo emocional. Te sacude frente a la estandarización de la vida de todos los días, te lleva fuera de eso que es lo mismo siempre. Tira de tu cuerpo y de tu mente y los arroja contra la pared. Tengo la impresión de que beber es una forma del suicidio en la que se te permite regresar a la vida y comenzar de nuevo al día siguiente. Es como matarte a ti mismo y después renacer. Creo que he vivido 10 o 15 mil vidas ahora.

3) Quédate con la cerveza. La cerveza es sangre continua. Una amante continua. (How to be a great writer/Cómo ser un gran escritor)

4) Creo que necesito un trago. Casi todos lo necesitan, solo que no lo saben. (Women/Mujeres)

5) Me gusta cambiar de licorería con frecuencia porque los empleados aprenden tus hábitos si vas día y noche y compras en gran cantidad. Puedo verlos preguntándose por qué todavía no estoy muerto y eso me hace sentir incómodo. Probablemente no piensen nada de eso, pero un hombre se vuelve paranoico cuando tiene 300 resacas al año. (Women/Mujeres)

6) Emborracharse fue bueno. Decidí que siempre me gustaría emborracharme. Aparta lo obvio y tal vez, si lo obvio está suficientemente lejos, no te volverás obvio para ti mismo. (Ham on Rye/La senda del perdedor)

7)Cuando bebes el mundo aún está ahí afuera, pero en ese momento no te tiene agarrado del cuello. (Factotum/Factótum)

8) En la taza se asienta mi botella como un enano que espera ganarse mis oraciones; bebo y toso como un idiota en una sinfonía, luz del sol y aves enloquecidas por todos lados, el repiqueteo del teléfono hace saltar su sonido contra los pronósticos del mar atormentado; bebo profundamente e incluso ahora, bebo por el paraíso y la muerte y la mentira del amor. (Soirée)

9) ¿Qué? ¿Quieres decir que te atreverás a beber justo después de haber estado en la cárcel por intoxicación? Es cuando más necesitas un trago. (Factotum/Factótum)

10) Ahora encendiendo nuevos cigarros sirviendo más tragos ha sido una hermosa pelea todavía es. (Cornered)

Extraído de Correo

martes, 15 de octubre de 2013

UN POEMA DE ISABEL PÉREZ MONTALBÁN



VIVIENDAS FUNDACIÓN BENÉFICO-SOCIAL
(Sector Sur, Córdoba, 1961-1965)
Arquitecto: Rafael de la Hoz

Teníamos un tiesto con claveles,
las coplas dedicadas por la radio
y un corazón de periferia
con vistas a la diáspora y al tizne.
Yo contaba dos años, tan blanca la memoria
que no recuerdo nada, pero he visto mi barrio
en una exposición de arquitectura
que muestra las vanguardias y el enjambre moderno.
La vivienda social era una huida
de los asentamientos marginales.
Así, pensando en los más pobres
y en nuestra natural inclinación
al revoltijo y a la bronca,
nos construyó el franquismo un polígono
de casas protegidas, de refugios al margen,
como nidos aislados de hipoteca.
En medio de un solar sin jardineras,
ni césped verde inglés ni toboganes,
se edificó una urdimbre de bloques tan idénticos,
con sus cubiertas de teja a dos aguas,
como idénticas jaulas de tristeza
para pájaros torpes o vidas que no logran
alzarse, y a ras de asfalto se mueven
con sus muros de carga paralelos.
Viviendas solidarias, dijeron los ministros.
No dijeron más dignas que nosotros,
criaturas sin modales ni costumbre,
casi bestias del campo a la intemperie.
Porque un techo no basta. Porque no hay dignidad
ni en la pobreza ni en el hambre.
Teníamos un cielo lapislázuli,
igual que en las películas.
Y un corazón a dos aguas de cauce turbulento,
y un corazón a dos lavas de volcán siciliano,
y un corazón a dos sangres fluyendo por los días.
Teníamos un arte de realismo puro:
fachadas de ladrillo visto,
polvaredas del natural,
secuencias al estilo de Vittorio de Sica.
Y un corazón al revés, a dos aguas.
Pero con una sola muerte.

Extraído del libro Once poetas críticos en la poesía española reciente (Baile del sol)

lunes, 14 de octubre de 2013

CÓMO ACABAR CON TODAS LAS GUERRAS. Dominguet




Aunque no se pueda vivir de la petanca, en el futuro, no se podrá vivir del trabajo. Así que no lo olvide, hay que volver a la petanca.

Cómo acabar con todas las guerras
(una propuesta para una posible obrita de teatro)

Hay días en lo que todo se me complica. Trato de acercarme a trabajar, pero el trabajo se aleja. Trato de ser disciplinado, pero aún así siempre ocurre un suceso, algo, que me impide mantener la concentración precisa.

Un hombre con barba. Voy al trabajo dando un pequeño paseo mientras atravieso el parque hasta la estación de tren de Aluche. Siempre ocurre lo mismo; me tengo que encontrar a un hombre de aspecto bíblico, con larga barba blanca, muy alto, saliendo de unos matorrales. Lleva una maleta. Se aproxima a mi, me sujeta del hombro, creo que me va a golpear, me asusto y dice con voz clara y grave "Esto es tuyo".

Hombre de larga barba: Esto es tuyo

Yo: Te equivocas, es tuyo

Hombre de larga barba: No, no, es tuyo

Yo: No, gracias, es tuyo

Hombre de larga barba blanca: Te he dicho que es tuyo

Yo: Pero es que no lo quiero

Hombre de larga barba: Utilízalo bien

El hombre de larga barba blanca desaparece entre los matorrales riéndose a grandes carcajadas, pero a mi no me ha hecho gracia. Ahora tengo que cargar con una pesada maleta hasta el trabajo. Mi ser, que es muy inteligente, me pide que tire la maleta detrás del primer seto que me encuentre. Solo la vergüenza de tirar la maleta como si fuera basura y que alguien me llame la atención, me impide hacerlo. Vuelvo a casa. Siempre hay un motivo que me impide ir al trabajo.

¿Y ahora qué? Tengo la maleta en salón. En su interior encontraré alguna gilipollez. Abro la maleta y descubro un manual que dice"Manual para acabar con todas las guerras". No está mal. Incluye un molde para construir diez mil millones de"dolitas". Al parecer se hacen con harina, y no demasiada. Esto es importante. Voy al diccionario y busco "dolita" pero no existe. Así que construyo uno. Echo harina, agua y espero diez minutos, abro el molde y aparece un hombrecito de 1,30 metros, cejijunto, de color muy amarillo. Abre los ojos y me pregunta donde está.

Dolita: ¿Dónde estoy?

Yo: Bienvenido a Mandril

Dolita: ¿A qué huele?

Yo: No sé, te juro que hoy me he duchado

El dolita se levanta, corre hasta la cocina, revuelve en uno de los cajones, saca un gran cuchillo y se aproxima hacia mi gritando. Yo también grito. Arroja el cuchillo al suelo y salta sobre el, enloquecidamente.

Después el dolita me lo explicó todo mientras nos tomábamos un té, bueno, él no bebe té, ni tan siquiera agua, tampoco come.

Dolita: Tú, ¿qué has hecho? Me has creado de la nada, bueno, con un poco de harina, y ahora mi vida será una tragedia. Estoy sujeto al destino. En cuanto veo un arma en potencia todo mi ser se inclina hacia su destrucción. Es un impulso arrebatador, no puedo evitarlo. Y lo peor de todo es que las huelo y huelen mal.

Yo: ¿Cómo te llamas?

Dolita: ¿Y a ti que te importa? Es mejor que no me cojas cariño. Mi existencia será breve

Yo: A ver...si, en el manual dice que solo vivirás 48 horas

Dolita: Eso parece poco tiempo, pero en fin, es toda una existencia, tengo que vivirla a tope. Cierra la puerta del piso con llave, me gustaría pasar el día en el sofá.

No le hice caso, y cuando pude darme cuenta me abandonó. Se fue desnudo, con lo pequeñito que es, imagino que a destruir armas por ahí. Y ahora no sé que hacer. Es cierto que con el molde para construir dolitas podría fabricar sobre quinientos al día tranquilamente y explotarlos, obligarles a que hicieran las tares domésticas, y venderlos al peso. Pero su corta duración y mi conciencia me lo impiden. Aunque la idea es fascinante, me parece aun más maravilloso la posibilidad de ver a uno de estos hombrecitos arrojarse contra la policía y arrebatarles las armas, adentrarse por los estrechos conductos del aire acondicionado hasta llegar al interior de los silos, donde se encuentran las mortíferas armas nucleares que dispone la gran ciudad de Mandril, y destruirlas como puedan con los dientes.

Yo, ahora, abandono toda escritura, todo hobby, toda fuente de placer, toda relación con las mujeres para convertirme en un demiurgo. Lo abandono todo, salvo el curre, por el tema monetario, exclusivamente, y para poder comprar harina con los que fabricar dolitas. Yo, me convierto en semidios, en un hacedor de paz.

Extraído del terrible fanzine TERRIBLE

sábado, 12 de octubre de 2013

EL DESCRÉDITO: Ya a la venta.


Ya a la venta

EL DESCRÉDITO
Viajes narrativos en torno a Louis-Ferdinand Céline

Selección y prólogos de Vicente Muñoz Álvarez y Julio César Álvarez

Puedes hacerte con uno en:


o en cualquier librería del país.

EL TIEMPO DE LOS ASESINOS: Edición Ebook.


Cada cierto tiempo asciende del infierno al purgatorio algún profeta, un visionario que embriaga con palabras, que escupe fuego y se desnuda y abrasa al mundo en sus pasiones, un ángel caído que recorre las calles con su pluma y hace de la tragedia humana una canción, un himno de vida y sentimiento que sublima en poesía nuestro absurdo.

Este ensayo es un rendido homenaje a estos pioneros, alquimistas del lenguaje que hicieron arte de sus vidas, rompiendo tabúes y abriendo nuevas vías de expresión, para demostrar que la literatura no es sólo un ejercicio de estilo y de retórica, un juego de señoritas, sino también, y básicamente, un arma de lucha y subversión.

V.M.A.

El tiempo de los asesinos 
(Semblanzas de algunos escritores malditos)

Vicente Muñoz Álvarez

Edición ebook

Longitud 60 páginas en Adobe Digital Editions

ISBN 978-84-15414-85-8 (epub)


Página en facebook


viernes, 11 de octubre de 2013

SIEMBRO BELLADONAS EN LOS DESIERTOS DE LAS CIUDADES. RALPH GÜNTHER MOHNNAU


el río

por la sierra
quiero fluir
al valle

dijo el río

              las nubes sonrieron
              nunca
              lo conseguirás

el río se tomó tiempo

cien millones de años

mira
ahora fluye al mar
espumeante
a través del tajo
                  en las montañas



Mas poemas de Ralph Günther aquí

Siembro belladonas en los desiertos de las ciudades. Ralph Günther Mohnnau
Pamiela 1993. Edición bilingüe alemán / español. 1,90 euros
http://pamiela.com/es/component/virtuemart/?page=shop.browse&manufacturer_id=274

miércoles, 9 de octubre de 2013

PRÓLOGO DE 'TRES PUNTADAS' (EL DROGAS), por Patxi Irurzun



Estoy casi seguro de que El Drogas y yo meábamos en el mismo árbol. El del camino negro. Junto a la cuesta rompeculos. Bajando del casco viejo al barrio, con la cabeza llena de un humo que intentaban disipar las pelotas de goma y el estómago de un alcohol que habíamos cambiado por espejos y abalorios de colores.

Durante muchos años, cada vez que volvía a casa, un sábado de madrugada, solía pararme en aquel árbol, tanto si la vejiga apretaba como si no: era un rito, un tributo, una contraseña. El árbol tenía una hendidura en su tronco, como una vagina, como un túnel –el túnel de Alicia—, como una cerradura, y yo me pegaba a ella y convertía mi orina en la llave que me permitía entrar al cuarto de los juguetes, aquel en que las palabras eran espadas, o locomotoras, y en el que los sueños me mantenían despierto. Cada vez que meaba en aquel árbol sentía que de alguna manera estaba entrando en un mundo subterráneo, lleno de respiraderos y escondites por los que escapar a ese otro mundo que quedaba arriba, ese mundo en el que nos tenían sometidos los que no olían, o follaban con la luz apagada, los que vivían afectados por el virus de la normalidad. Mi orina era el ron de los piratas, la pócima con la que las brujas se untaban las ingles y podían volar.

Luego seguía andando y un poco más adelante, después de cruzar el puente de la Magdalena, cuando llegaba a la Txantrea, me sentía en casa, aunque aún me quedara un buen rato de caminata; me sentía a salvo, entre los gatos que desgarraban las bolsas de basura y la ceniza de las barricadas de fuego; me sentía purificado e indestructible.

Era un rito privado, puede que una sandez, de la que nunca había hablado a nadie, pero ahora, tantos años después, me encuentro entre estos poemas de Enrique uno que dice: Hace algún tiempo/ cuando la noche me mordía / bajaba pa casa por el camino negro /y siempre paraba a mear en algún árbol /aunque no tuviese ganas./ El caso era filosofar con él /de lo que fuese/Unas veces le contaba mis penas /y otras, mis alegrías. Nunca ningún árbol / me contestó, pero daban a entender que me escuchaban/ (o eso me parecía a mí).

Y estoy seguro de que aquel árbol era el mismo árbol. Y de que sí, de que le escuchaba, y de que en realidad también le contestaba. Porque la poesía (o eso me parece a mí) debe de ser algo parecido a transcribir el silencio del árbol en que has meado con la cabeza llena de pájaros. O “la felicidad de las tumbas”, “la sed de la niebla”, “el tiempo acariciando el polvo de la memoria”… Los poemas de Enrique Villareal están repletos de imágenes como estas, de versos que te noquean con un beso en la nuca o una caricia en la mandíbula, con la contundencia de las contradicciones. Todos somos pura contradicción. “Tímido, valiente, contradictorio”, se definía en alguna ocasión el bertsolari Andoni Egaña. Todos llevamos dentro un baúl lleno de disfraces. En el caso de El Drogas, yo no sé nunca cómo preguntar por él cuando le llamo por teléfono: ¿Enrique? ¿El Drogas? ¿Eva?

Eva Zanroi fue el primero entre todos sus alter ego del que leí algunos poemas. Todavía conservo los folios que me pasó hace años, alguno de los cuales publiqué en Borraska, mi ciberfanzine de literatura subterránea, y que ya contenían muchos de los rasgos de la poesía de El Drogas, el hombre (y la mujer) de las mil caras: la evocación, el erotismo, el surrealismo, la música… Poemas con la fuerza de estos versos: Y ahora, en el abismo/la virgen me pedirá un cunnilingus;/sólo en sus espasmos lograré apreciar/el aroma/ que para mí/ está reservado.

Más tarde, lo volví a leer, ya firmando como Enrique Villareal (¿o era El Drogas?), en las colaboraciones que escribió durante algún tiempo en Gara bajo el título ‘El ojo de la aguja’, y que también recoge en este libro. A El Drogas le dieron una columna y comenzó a empujarla: en lugar de llenarla de letras como puro cemento —como suelen hacer los columnistas— las atravesó con las puntadas de sus versos. En la mayoría de las columnas de los periódicos ponen una firma y una foto arriba y con eso creen que basta. El Drogas puso su firma y su piel en cada palabra que escribió en aquellas columnas.

La tercera de las puntadas, la encuentro en este libro. Puntadas sin hilo, o con un hilo invisible, trazadas en el aire, para coserles jerseys de punto a la noche y a los gatos acurrucados en los rincones oscuros. Puntadas reincidentes, breves a veces como cuchilladas, otras asestadas a escondidas, entre versos como escudos.

La poesía de “Tres puntadas” es una poesía no recomendada para los higienistas, para los que huelen a la falsa neutralidad de lo política o democráticamente correcto, para los que no huelen a nada o a colonia y huelen a la legua a mierda, una poesía que declina los participios como se hace en las calles y no en las academias (y a pesar de lo cual no renuncia tampoco en ocasiones a recursos clásicos como las aliteraciones, la música de las palabras, o los acrósticos ocultos entre poemas como “penes de héroes muertos”; hay incluso algún poema que podía haber escrito un Quevedo con gafas de sol en lugar de con quevedos, “que los muertos si se mueven / dan mucho miedo”).

Una poesía evocadora, llena de matices, de escondrijos, de lluvia apátrida y pieles sudadas que se celebran con sexo en todos los sueños.

Una poesía despierta y alerta como la tos o como el miedo o como la memoria.

Una poesía con la voz propia e inconfundible de quien, cuando la noche oscura le muerde, mea en árboles silenciosos que dan las respuestas.


Patxi Irurzun.
http://ajustedecuentos.blogspot.com
Tres puntadas. El Drogas
www.desacordeediciones.com

lunes, 7 de octubre de 2013

EL DESCRÉDITO: Book Trailer by Velpister.



Vicente Muñoz Álvarez y Julio César Álvarez se empeñaron en sacar adelante este libro difícil de encajar en editoriales corrientes, por motivos de sobra conocidos en torno a este escritor. Nos pidieron a una serie de autores un texto cuyo centro tendría que ser la figura de Céline. El requisito era un texto, ensayo o relato, cuya temática siempre llevase a hablar y a tener en cuenta al propio escritor. No un texto al estilo de, sino un texto repleto de citas y referencias, tanto a él como a sus libros. 

Después de mucho tiempo buscando editora, apareció Ricardo Moreno y su editorial Lupercalia. Sin duda una apuesta arriesgada y valiente.

Nos econtramos con tres artistas comprometidos, los dos primeros por reunir a los autores y mover un libro "maldito" sin caer en el desaliento y al tercero por aguantar todas las hostias que sin duda le llegarán al tener una editorial independiente y pequeña, llevada por él solo y que apuesta por títulos de una calidad incontestable. Por no hablar de las dificultades económicas que suponen un empeño semejante, apostando por autores desconocidos, apostando por poesía, por poesía, colegas, que ya se sabe que no dará ni un céntimo y apostando por textos difíciles de colocar en estanterías de grandes superficies y franquicias y libreras.Y una de las cosas que más me gustan de esta editorial y de otras del estilo, es su dedicación al mundo artístico underground, mundo del que formo parte y del que no tengo intención de salir.

Este tipo de artistas e intelectuales sostienen de una manera muy importante la cultura y el arte de este pobre y desgraciado país.

Así que gracias a los tres. 

Estoy convencido de que se publica un libro necesario.

Pídelo en 



ROBERT CRUMB EN BILBAO


Nuestro admirado Robert Crumb estuvo el pasado sábado 5 de octubre en el Festival La risa de Bilbao, donde fue entrevistado por Santiago Segura, y  dejó rastro:

http://www.elcultural.es/noticias/LETRAS/5393/Robert_Crumb-_Dibujar_la_verdad_es_meterte_en_problemas

http://cultura.elpais.com/cultura/2013/10/05/actualidad/1380992997_948377.html

http://www.deia.com/2013/10/07/ocio-y-cultura/cultura/la-risa-de-crumb-contagia-a-bilbao

http://www.abc.es/cultura/libros/20131006/abci-entrevista-robert-crumb-201310051831.html

http://www.elcorreo.com/vizcaya/ocio/201310/04/bilbao-al-fondo-festival-risa.html

domingo, 6 de octubre de 2013

LA HAMBURGUESA HUMANA

By Ricard Millàs

VISIONES DE JOANNA


No conozco personalmente a Jorge Heras. Apenas sé nada de él: que firma a menudo con el pseudónimo de Baptiste Bleu (evocando a Louis Aragon y su Aniceto o el panorama. Novela); que tiene un estilo muy personal, híbrido de diversas tendencias y estéticas, pero intenso y reconocible; que le han editado en la red un poemario titulado Apología de la Muñeca de Bellmer (Groenlandia, 2010); y que gestiona un blog llamado Je est un autre, donde sube regularmente sus textos. Eso es todo cuanto sé de él a día de hoy y, sin embargo, he aceptado su invitación a escribir este prólogo, porque sinceramente creo que la ocasión lo merece: 15 Imágenes de Joanna en Varsovia (como todo lo que he leído hasta ahora suyo) es un poemario inclasificable y atípico, fascinante y magnético y, de algún modo, no tengo reparo en decirlo, tocado por el talento y la gracia.

En cualquier caso, lo cierto es que hay poéticas sobre las que es fácil escribir y otras sobre las que no, y la de Jorge Heras, no me cabe duda, pertenece a estas últimas. Sus poemas son densos y ambiguos, a menudo delirantes, caóticos e imprevisibles, llenos de imágenes y de matices y susceptibles de ser leídos e interpretados de diversas maneras. Aunque lejos del hermetismo y la frialdad de la poesía pura, del distanciamiento y la abstracción que la caracteriza, hay algo tremendamente cercano y cálido en ellos, nostálgico y coloquial, y eso, a mi juicio, es lo que los hace especiales.

En primer lugar, la banda sonora que los acompaña: Bob Dylan (y su Visions of Johanna, que parece inspirar el título del libro), Leonard Cohen y Nacho Vegas, a los que el autor cita expresamente al comienzo y cuya presencia y acordes flotan cadenciosamente a lo largo de todo el poemario, confiriéndole un aire pop que contrasta con la profundidad de los poemas.

También la temática de fondo que abordan, el amor visceral y arrebatado, tan universal como la propia poesía, aunque desarrollado aquí con una voz muy poco convencional, como comprobará el lector nada más leer los primeros versos del libro.

Y finalmente la efervescencia casi lisérgica con la que están escritos, un discurso psicodélico, exuberante y febril, que destila optimismo y vitalidad por los cuatro costados, pura celebración del presente.

Todo ello sin menoscabo del ritmo y la musicalidad, importantísimos en este poemario, que son la piedra angular sobre la que se sustentan sus versos, más allá (mucho más) del significado que aparentemente transmiten, sumiéndonos en una especie de trance hipnótico y revelador.

El libro, estructurado en quince capítulos (imágenes), rememora un viaje iniciático del autor y su compañera, Joanna, a Varsovia. Tomando como punto de partida algunas fotografías del mismo, Jorge Heras despliega todo un arsenal de recuerdos y citas, de emociones e imágenes que giran como sombras chinescas frente a los ojos del lector, precipitándole a una especie de realidad aparte (que diría el maestro Castaneda) o universo paralelo, caleidoscópico y distorsionado, como reflejado en un espejo hecho añicos.

Universo o realidad, la de este libro, que al menos a mí me recuerda mucho a la de un (buen) viaje de LSD, intuitiva, caótica, imprevisible y deliciosamente marciana. 

Cada lector, en cualquier caso (y esto es lo que engrandece a la poesía), extraerá de este poemario un mensaje distinto, ya que hay en él muchos niveles y capas temáticas superpuestas, pero lo que está claro es que a nadie le dejarán indiferente las asociaciones poéticas y el lenguaje utilizado, gaseoso y enfebrecido, sorprendente y alucinado, como llegado de otro planeta, y el ritmo hipnótico con el que están engarzados los versos.

Las citas de Leopoldo María Panero (omnipresente en todo el poemario), las imágenes vaporosas de Varsovia, los fantasmas de los nazis, los hoteles, la nieve y el frío, el eco de los surrealistas, la nicotina, las canciones de Dylan y, muy en especial, la presencia tutelar de Joanna, sobre la que gira todo el discurso del libro (y sus muchas digresiones), son el contrapunto musical que armoniza esta peculiar sinfonía que Jorge Heras ha compuesto para nuestro personal disfrute.

Aunque, vuelvo a decirlo, 15 Imágenes de Joanna en Varsovia es un poemario para ser leído, más que declamado o analizado, porque su encanto reside en la sonoridad y luz interior de los versos, en las asociaciones mentales que evocan sus palabras y en esa peculiar mixtura de cultura pop(ular) y vanguardia, de música y filosofía (no en vano se cita a Hegel y Schlegel, entre otros), que resulta de lo más refrescante e innovadora.

Personalmente tengo la sensación, cuando lo releo, de estar escuchando un LP de 15 canciones con un hilo conductor común, Joanna, que me tocan fibras ocultas al fondo del corazón y me transportan a luminosas realidades paralelas.

Ahora les toca escucharlo a ustedes.

Sintonícenlo en sus aparatos y disfruten la experiencia.


Vicente Muñoz Álvarez, prólogo para 15 Imágenes de Joanna en Varsovia, de Jorge Heras (Ediciones la Baragaña, 2013).



sábado, 5 de octubre de 2013

BABILONIA por Ricardo Moreno Mira.


Babilonia: La tierra de los ángeles. Ciudad quemada. En brasas. Babilonia: La tierra de los demonios. Babilonia: La puerta de los dioses. Babilonia: La puerta del cielo. Babilonia: La primera ciudad de la tierra. Babilonia: La primera de las ciudades del hombre, hace miles de años. Babilonia: De dónde salió Abraham para pastorear ovejas, y su prole es tan numerosa ahora como las estrellas del cielo. Cristal, mecánica. Babilonia, llena de ángeles, llena de demonios. No es posible ser feliz en Babilonia: pero puedes comprender bien al hombre, q es y q busca, y lo q puede esperarse: Vanidad. Verdad. Idiotas. Payasos. Bobos. Obeliscos. Alaridos. Gozo. Santas vestidas de látex. Con una robusta tranca?? de plástico. Idiotas. Culos en carne viva. Grandes centros comerciales. Chapa. Uralita. Pagodas. Coca-Cola. Campanas luminosas. Trenes bala. Gusanos. Railes. Verdad. Fe. Grafito. Carbono. Alcohol. Desinfectante. Ácidos tan poderosos, q pueden perforar una plancha de hierro. Aluminio. Yihad. Zoos. Caballos. Búhos. Serpientes. Una excavadora como un alacrán, con pinzas y cola retráctil y articulada. Cristos de PVC. Papa Noel. Terrarios. Largas lenguas q atrapan moscas. Plásticos pegajosos. Hornos industriales. Espirales de muchos colores. Agua blanca. Cemento ardiendo. Hormigón en llamas. Torres de cristal. Ídolos abominables, repugnantes. Pequeñas cosas q trepan. Fetiches bastardos y salvajes, con miembros desproporcionados y ridículos, q contaminan su preciosa civilización. Pero q ya estaban allí, antes de levantar la ciudad del hombre. Cosas q no puedes comprender ni entender. El sol brillando en su caparazón metálico, blindado, fuertemente acorazado. Fustas para los hombres de la virtud. Negros q caminan como ángeles. Fumando. Todos los venenos. Herejía. Culpa. Adoración. Santos q se comen el corazón de los perros. Bolas de acero. Prensas hidráulicas. Sensores. Árboles q crecen como tumores en medio del asfalto. Cucarachas. Ratas. Dioses. La lepra en los ojos de Paris Hilton y Evangelline Lilly. Obama-Satán. Rubias con ojos de cobalto, vestidas como monjas. Cerdos q chillan como demonios. Sirenas. Fábricas. Nada. Polvo. Nubes de polvo. Enjambres de pájaros. Grandes enjambres. Tuberías. Poleas. Engranajes. Dolor. Bendición. Luz. Alcantarillas. Túneles q cruzan hombres revestidos de oro como Incas. Cenáculos. Ritos. Hospitales. Sacerdotes. Niños. Penes. Babas de caracol. Grandes sapos. Enfermedad. Corrupción. Plagas. Peste. Amor. Parques. Baños públicos. Simetría. Aspas. Grandes aspas q giran. Inyectando energía a todo. Creando corrientes de millones de voltios. Nódulos. Raíces. Gasolina. Mujeres pariendo. Columnas. Un gran río q arrastra grasa y aceite industrial. Miles de vacas sacrificadas. Mugiendo mientras las ejecutan, destripan y trocean. Toneladas de mierda, procesada, evacuada, y enterrada. Sierras mecánicas. Clavos. Estacas. Empalizadas. Muros. Y puertas. Grandes puertas. Y por ellas llega la agonía. Xq en Babilonia vive Dios. Y su amor. Y su amor es como un río de mierda. Un gran río de mierda q acaba con el enemigo del hombre, Dios. Y los hombres saben agradecer eso. Son demasiados, los hombres. Saben humillarse y medrar. Exhibirse. Pero tienen Ciencia suficiente. Suficiente para ver las estrellas. Construir prodigios. Levantar máquinas capaces de todo y casi todo. Y se sienten mejores q los otros. Más dignos. Que los otros hombres. Y piensan q podrán. Pero no entienden esto: el Amor de Él, lo destruye todo.

Ricardo Moreno Mira


viernes, 4 de octubre de 2013

LA MUSA by Jorge M Molinero.


para Ana Curra

He visto la fronteriza belleza de los perros verdes,
enrabietados por el dolor de custodiar
durante una eternidad abismos & infiernos,

los ladridos mellados por no dejarse poner el collar de fuerza.

He visto la delicada (y turbadora) belleza de los perros verdes
en los ojos de La Musa, los mismos que
levantaron fantasmas, cimientos, arrasaron cosechas.
En aquellos ojos, yo hallé un remanso de paz.


Jorge M Molinero