lunes, 30 de abril de 2012

PEAJE. Patxi Irurzun

A veces, cuando vuelvo de dejar a los niños en la escuela y luce el sol, pienso que ha habido una catástrofe nuclear, unos días, y otros que estoy en  Salou o en Benidorm en un mes de temporada baja. Los bloques de apartamentos baratos, los árboles desnudos, las tiendas cerradas… Pero después, al final de ese desierto de calles peatonales, no aparece el horizonte luminoso del mar o un gran hongo naranja de humo radioactivo, sino polígonos industriales, descampados con esqueletos de nuevas VPO,  el skyline de piedra de la vieja ciudad; la vieja ciudad, de la que nos echaron; la vieja ciudad donde quienes viven tiene apellidos viejos y largos y respetables, apellidos de toda la vida que no se mezclan con los Chumbé, Bulgakov, Benjeloun que se leen en nuestros buzones.
El barrio me recuerda a los barrios en los que crecí; barrios de descampados y toboganes oxidados, con bajeras vacías que se convertían en videoclubs que luego se convertían en peluquerías que luego se convertían en bares, eso nunca fallaba.  Ahora  nos mandan a las afueras de las afueras, y todo es igual que entonces, la gente abre y cierra farmacias, centros de estética, bazares chinos, y bares, también bares, eso sigue sin fallar. La única diferencia es que ahora en las azoteas de las casas en vez de tendederos hay placas solares, y a eso lo llaman progreso. Pero nosotros cada vez estamos más lejos del centro. Más lejos de todo.  
A veces, cuando vuelvo de dejar a los niños en la escuela, veo a otros supervivientes por esas calles. Caminan arrimados a las paredes o tomando atajos por callejuelas. No quieren encontrarse con nadie, dar explicaciones, no quieren que nadie descubra en su aliento el herido de muerte que arrastran en su interior, el  hedor adherido a sus chandals, o a su piel insomne restregada contra sábanas como sudarios. No quieren contar que les han echado del trabajo, repetir cuándo se les acaba el paro… No quieren mentir otra vez: “No, de vez en cuando hago alguna chapucilla”…. Yo los entiendo. Yo también mentí durante muchos meses, cuando tú te fuiste: “¿Mi marido? Es que trabaja fuera”.  No quieren sentirse todavía más insignificantes. Los entiendo. Y los evito. Porque yo ahora estoy al otro lado. Y me pregunto si alguno será uno de ellos. Me lo pregunto también, mientras esperamos a que los niños entren, cuando hablo con algún padre en el patio de la escuela, y me sonríe de un modo extraño, sucio, cómplice. Pienso si al llegar a casa abrirá un botellín de cerveza o encenderá el ordenador y se masturbará para aliviar todo el sufrimiento durante unos segundos y a continuación sentir cómo la culpabilidad hace el abismo más profundo.
A veces, cuando vuelvo de dejar a los niños en la escuela, me meto otra vez en la cama y duermo una o dos horas. Recupero poco a poco todas las que he perdido en el peaje de mi anterior vida. Cuando tenía que levantarme de madrugada y conducir cincuenta kilómetros hasta la cabina de la autopista, entrar en ella y protegerme del relente de las noches con el abrigo que había tejido en el aire helado mi compañero del anterior turno.  Con su respiración y el humo de sus cigarros y la incandescencia de los pensamientos de una cabeza sola en mitad de la nada y de la oscuridad. Veinte años desperdiciados, viendo como todos se dirigían hacían algún lugar y yo me quedaba allá, encerrada. Veinte años manoseando constantemente dinero, para llevarme al final de mes solo un puñado de monedas.    
Pero ahora todo eso se ha acabado. Todo va a cambiar. Las cosas van bien. Quizás pronto me pueda largar de este barrio. No pido mucho, solo que haya cerca un centro de salud, o que el colegio no sea un prefabricado. Vivir tranquilos. Poder irme con los niños de vacaciones a Benidorm y Salou en temporada alta. Me lo repito cada vez que, después de tomarme un café, o levantarme por segunda vez de la cama, pongo en marcha el portátil.  Sé que al otro lado están todos ellos: los habitantes de la vieja ciudad, con sus apellidos largos y respetables de toda la vida; los supervivientes de las catástrofes nucleares de cada día, los que habitan más muertos que vivos las ruinas en las afueras de las afueras; y tú, sé que tú también estás ahí. Lo sé, pero no pienso en todos vosotros. Solo pienso en mí, y en los niños. Es eso, en lo único que pienso, cuando enciendo la webcam y empiezo, lentamente, a desnudarme. 
Patxi Irurzun. Premio de Cuentos Villa de Murchante 2011

domingo, 29 de abril de 2012

VAMPYR


Alucinada y onírica, surrealista y extraña, turbadora y bellísima, Vampyr (La bruja vampiro, 1932), de Carl Theodor Dreyer, conserva intacta su atmósfera de pesadilla romántica y ensueño de opio, y es una de las películas sobre vampiros más sugerentes y elegantes de la historia del cine.

Basada en la novela Carmilla, de Sheridan Le Fanu, Vampyr nos introduce de lleno en un mundo de presagios y sombras, visiones y aparecidos, donde la fotografía y puesta en escena transportan, al margen del propio argumento, a inquietantes realidades paralelas.

Repleta de memorables secuencias (el labrador con la guadaña, el sueño del ataúd, el desdoblamiento del protagonista, la muerte del malvado doctor), hipnótica e inclasificable, esta película de Dreyer figura por méritos propios en la mejores compilaciones del género (pese a no ser, en realidad, un film de horror) y sigue fascinando por su halo fantasmal pese al paso del tiempo.

Una maravilla del séptimo arte.


Vampyr in You Tube:

lunes, 23 de abril de 2012

MARIHUANA PARA LOS PÁJAROS


Editorial Baile del Sol. 209 páginas. 1ª edición de los poemarios 1970-1983. Ésta edición de 2008.

Hace ya 4 años, cuando Baile del Sol, publicó esta poesía reunida de Raúl Núñez (Buenos Aires, 1946 ó 1947 – Valencia, 1996), bajo el título de Marihuana para los pájaros (palabras tomadas de uno de sus versos), recuerdo haber leído comentarios elogiosos sobre este autor en el blog Hankover (lo tengo enlazado a la derecha), gestionado por los escritores Vicente Muñoz Álvarez y Patxi Irurzun. Hankover, que ahora funciona como un fanzine literario, nació para promocionar un libro donde un grupo de autores rendían un homenaje aCharles Bukoswki, narrador y poeta con el que Vicente Muñoz Álvarez relaciona a Raúl Núñez. En su blog, Muñoz Álvarez escribe sobre Núñez: “Un autor al que venero con especial devoción, el heredero hispano de la Beat Generation y el pionero del realismo sucio en nuestro país”.

Me informé sobre Raúl Núñez y pronto me llamó la atención su poderosa aura de autor maldito: su poesía -publicada en España en la década del 70 y el 80 del siglo XX- sobrepasado ya el año 2000 estaba casi olvidada, salvo para un grupo de incondicionales y amigos; y sus textos descatalogados eran muy difíciles de encontrar. Gracias principalmente a la labor de Alfons Cervera y de Uberto Stabile, poetas y amigos de Raúl Núñez (autores además del prólogo y del epílogo, respectivamente, de Marihuana para los pájaros), se han podido reunir sus innecontrables libros de poesía y una editorial pequeña, pero con un fuerte afán de difusión cultural, como es Baile del Sol, pudo publicar en 2008, en un solo volumen, sus 5 títulos de poesía (más un poema inédito).
Y lo curioso es que si se habló –siempre a un nivel restringido- de este rescate de Raúl Núñez hace unos pocos años, para la mayoría de los interesados en la literatura fue una sorpresa; fue, por completo, la aparición de un nombre nuevo. Yo, sin ir más lejos, no había oído nunca nada sobre él, y lo extraño, lo que convierte su olvido en algo sangrante, es que durante al menos algunos años de la década de 1980 Raúl Núñez tuvo que gozar de cierto éxito literario: dos de sus novelas, Sinatra. Novela urbana (1984) y La rubia del bar (1986) las editó Anagrama, y además, ambas, tuvieron su adaptación cinematográfica; la segunda dirigida en 1986 por Ventura Pons y la primera por Francesc Betriu en 1987.

El año pasado, a la hora de cobrar mis derechos de autor por la publicación de mi novela Acantilados de Howth en Baile del Sol, le pedí unos cuantos libros a la editorial, entre los que estaba Marihuana para los pájaros, que reúne los siguientes libros de poesía: San John López del Camino (1970-1971), Poemas de los ángeles náufragos (1969-1970),  (1983), Jougla rock (1971-1972) y People (1974).

Lo primero que me ha llamado la atención de Marihuana para los pájaros es que los poemarios no están ordenados de forma cronológica. Especulo que esto se debe a la búsqueda de un equilibrio para esta compilación: los dos últimos libros son bastante diferentes a los otros tres.

Yo, para facilitarme la tarea, los voy a comentar por orden cronológico:

Continúa leyendo aquí:


David Pérez Vega

miércoles, 18 de abril de 2012

DUERMO EN LA CALLE. Toño Benavides / BAJO EL PUENTE. Maite Hernández Mateo




Duermo en la calle
con aquellos que ahora son mis hermanos,
a los que no hurto la mirada,
que no son transeúntes de baño diario y desayuno continental.
Me arropan de injurias cuando están más que borrachos
y me agreden con su ternura húmeda y maloliente
desde sus ojos nublados donde aún vuelan los pájaros
de la infancia más lejana que podáis imaginar.
Me buscan, millonarios de tabaco y litrona, filósofos, adivinos, poetas
para enseñarme el secreto de su éxito y de paso
el sentido mismo de la vida y por qué
el barro mal cocido de los hombres que pueblan las oficinas
las aceras, el metro, los tanatorios.
Velan por que no me vaya mal en la vida, se desesperan
y veo un terror suplicante en su rostro vencido
cuando sonrío como si no escuchara
desde los pájaros perdidos
de mi propia infancia.
No tengo miedo
pero aprendo los trucos de la huida
y me escondo en los agujeros que evitan mis vecinos,
donde el sufrimiento se hace más pequeño-cucaracha que escapa
por la poca sombra que van dejando sus mejores intenciones,
como el perro apaleado que ya no se fía
del afeitado y las camisas limpias, dientes en línea
en paz con Dios, calculadora inocencia con gafas
con que nos abruman los planes de negocio
el seguro de vida y el funeral pagado
del buen samaritano.
He dejado de hacer planes
porque son demasiados golpes y mi pecho
no es un yunque,
aunque a veces lo parezca y así estoy dispuesto a jurarlo, pero
he dejado de hacer planes
para ser, tener o buscarme
allí donde sé que no estoy
ni estuve nunca y cómo aventurar
bajo qué lámpara rota de sueños
despertaré mañana,
en qué cuarto desordenado, qué intemperie,
sonámbulo por un calendario que cuenta los días por tropiezos,
dando tumbos entre sarna de gatos, esquinas de azufre
y bomberos que riegan el adiós de la madrugada.
Estoy atento a la vida
como un duende en lo alto de la cabeza de un niño
que abre los ojos sin temor al vértigo y se inclina sobre el vacío
dispuesto a reír en la cara del lobo y sé
que no hay nadie que tenga menos y pueda pedir más.
Tengo tantas magulladuras por todo el cuerpo
que tomo lo que llega como un regalo inmerecido
y disfruto del paisaje envuelto por el mismo aire
que brama en las orejas del suicida
cuando, poco antes de saltar, sonríe.

Toño Benavides 
http://gentedigital.es/comunidad/metroblood/2012/04/16/duermo-en-la-calle/#comments

domingo, 15 de abril de 2012

ESTO NO RIMA: Antología de poesía indignada.


Los poetas reunidos en esta asamblea de papel también convierten sus palabras en palabra pública, de todos, para todos. Es poesía para ser dicha, en voz alta, en grupo, en la calle. Poesía que rompe la privatización de la palabra poética, que rechaza que la poesía sea un acto íntimo, silencioso, individual, y apuesta por socializarla, leer hacia fuera, leer en la calle, convertirla en palabra pública, es decir, en palabra política, que como tal es una amenaza para quienes sólo quieren vernos en las plazas cargados de bolsas, y sólo quieren oírnos si hablamos con sus palabras.

Isaac Rosa

Libro solidario. Los derechos de autoría de los participantes así como del antólogo y un porcentaje de la editorial, se destinan a beneficio del Comedor Social Paris 365 de Pamplona

La Editorial Andaluza Origami, fundada hace poco menos de un año, presenta 'Esto no rima', una antología de poesía social cuyos derechos de autoría de los participantes ,así como del antólogo y un porcentaje de la editorial, se destinan a beneficio del Comedor Social Paris 365 de Pamplona.

Este poemario nace entre los meses de mayo y junio de 2011 de la mano del leonés Abel Aparicio, su coordinador. Según Aparicio, el objetivo de la obra es “denunciar mediante la poesía la situación actual en la que nos encontramos, donde los dirigentes políticos en los que depositamos nuestra confianza a través del voto en las urnas son incapaces de solventar la situación. El nivel de malestar aumenta cuando vemos cómo el número de casos de corrupción crece cada día – continúa Aparicio -, mientras los políticos implicados en ellos andan libres por las calles y siguen ocupando sus puestos. El dinero es malgastado en dudosas construcciones, el número de parados aumenta mes a mes, el modelo de sanidad y educación pública está siendo ultrajado, la justicia, pilar fundamental de una democracia, no es igual para todos y todo esto – según el coordinador - tiene su raíz en la erróneamente llamada modélica transición, donde los culpables de una dictadura no fueron juzgados y sí premiados con cargos tanto públicos como privados, siendo el segundo país del mundo con más desaparecidos sólo por detrás de Camboya. Este, es uno de los principales problemas, la inmadurez democrática, junto a la falta de trasparencia, la sumisión de los partidos políticos a los bancos y a las grandes empresas que sufragan sus campañas, olvidándose de cual es su misión fundamental: llevar a cabo lo que pide el pueblo al que gobiernan”. Y concluye: “Mientras eso no ocurra, seguiremos sumidos en esta crisis de valores y de humanismo, pilar fundamental de la crisis económica.”

Un número importante de escritores, escritoras y dibujantes unió sus fuerzas para que este proyecto viese la luz el pasado mes de marzo, cuya puesta de largo será el sábado 21 de abril a las 18:00 en la librería Traficantes de sueños (C/ Embajadores nº 35, Madrid). Numerosas ciudades como Ponferrada, León, Gijón, Jerez de la Frontera y otras más acogerán, próximamente, las presentaciones del poemario.

El libro se podrá conseguir tanto en las presentaciones, en las librerías o a través de la página web de la editorial:http://www.editorialorigami.com

Si desean más información, pueden ponerse en contacto con el coordinador a través de su correo electrónico abel.aparicio@gmail.com

A continuación se detalla la lista de participantes.

Antólogo:Abel Aparicio

Prólogo:Isaac Rosa

Poetas e ilustradores:
Gsus Bonilla
Casilda García Archilla
Velpister
Adrián Arias
Ana Pérez Cañamares
Abel Aparicio
Esteban Gutierrez Gómez
Sofía Castañón
Ainda
Alfonso Xen Rabanal
Roxana Popelka
José Naveiras
Viktor Gomez
Ángel Petisme
Francisco M. Ortega Palomares
Cristina Morano
Héctor Castilla
Ricardo Bórnez
Alberto García-Teresa
Felipe Zapico
Manuel Ferrero
José Manuel Vara
Jorge Espina
Toño Morala
Francis Vaz
Emilio Gancedo
Sergio C. Fanjul
Alberto Flecha
Vicente Muñoz Álvarez
Ángel González González
Miguel Ángel García Argüez
José Daniel Espejo
Ángel Guinda
Pepe Ramos
Miguel Ángel Gara
Fran Allegre
Diana García Bujarrabal
Carlos Salem
Antonio Díez
Beltrán Laguna
Javi Das
Marcos Ana
David González
Jorge Riechmann
Carlos Huerta


http://www.editorialorigami.com/tienda/index.php?route=product/product&product_id=63

sábado, 14 de abril de 2012

viernes, 13 de abril de 2012

LOS CUADERNOS DEL HAFA



El mítico Café Hafa, en la ciudad de Tánger, es el punto de inicio de un viaje sobre un mapa de sentimientos, trazado con un escalpelo que nos permite mirar más allá de los exotismos de postal turística de Marruecos, descubriendo una realidad deliberadamente oculta a los ojos del extranjero. Un viaje en que se cruzan pasado y presente a través de iconos de la vanguardia del underground de los años 60 como William S. Burroughs, Brian Jones, Jane Bowles, Brion Gysin, Anita Pallenberg, y un largo etcétera que reviven en la fantasía del protagonista, llegando a ser activos acompañantes durante su periplo magrebí. En Los cuadernos del Hafa se dan la mano lo onírico y la más cruda realidad, mediante un sutil juego de espejos frente a los que Pablo Cerezal sitúa los sentimientos humanos, evidenciando lo delgado de la línea que separa las “culturas” occidental e islámica, y desplegando ante los ojos del lector fantasías y certezas que, como piezas de un rompecabezas, van consolidando un fascinante espacio físico y sensorial.

BILL

En 1954 William S. Burroughs alcanzaba la costa norte de África. Llegaba a Tánger quizás huyendo de un tortuoso periplo de calabozos mexicanos, búsqueda de raíces psicodélicas y mágicas por tierras sudamericanas, desórdenes amorosos, desconcierto, confusión mental, y una larga estela de infortunios nacida del agujero que había redondeado la frente de su esposa, Joan Vollmer, en una noche aciaga de cantina mexicana y tequilas huraños, al son de una ranchera ebria y mortal que despertó en su córtex cerebral recuerdos de vidas ajenas, de caballeros medievales, y una imagen desdibujada (al estilo de las estampitas religiosas que guardaban en su bolsillo los chamanes de la ayahuasca) de Guillermo Tell en estado de embriaguez. El bueno de William no alcanzó la manzana imaginaria y le reventó el cerebro, de un tiro, a su amada esposa. Un disparo certero y revelador que le enfrentaría a sus fantasmas y le obligaría a maltratarlos, incendiarlos, sodomizarlos y exorcizarlos en sus textos. El detonante del génesis de la obra de Burroughs fue el disparo de un revólver, estallido del que pretendió huir durante un tiempo. Y en su huida arribó al puerto de Tánger.

Los jubilosos trámites burocráticos de la llegada, de cualquier llegada ociosa. Alegres por la ociosidad, que no por la burocracia. Observar de reojo a los gendarmes porque mi vista se desplaza, magnetizada, hacia la kasbah, ese regocijo de cal y azulejos que hace de la costa tangerina un sueño cubista de arquitecturas iluminadas por la herrumbre del tiempo y la improvisación. Paredes encajadas al azar de la necesidad espontánea de techo, adosadas unas a otras en una sola de noche de insomnio festivo a la luz de la luna del ramadán. Semeja tan vieja la kasbah que parece que la edificaron ayer mismo y resulta, al fin y al cabo, menos vetusta que la mano del gendarme, parsimoniosa y leve, hojeando mi pasaporte, buscando nada en la blanca nada de páginas descoloridas por el propio color en que fueron fabricadas.

Y ya tengo el beneplácito del Protectorado Internacional, ya la estampita en mi pasaporte, ya sujeto mi maleta y busco la salida del puerto, acercándome a la medina que comienza a revelárseme puzzle de blancas pesadillas de alguna noche perdida en los sueños de la morfina, agigantándose a cada paso, ya se acerca, ya me aproximo, ya casi estoy, ya puedo tocar con las yemas de mis dedos culpables el salitre que me horadará el cerebro y me llevará a encerrarme en una habitación a garrapatear palabras que pretendan explicarme el caos en el que anido, a deambular por el zoco siguiendo a ése rapaz moreno de bigote aún neonato y sonrisa embaucadora, a trepar la árida colina sobre la que se derrama el Hafa, a derramarme yo mismo en una silla esperando una nueva vaharada de humo hipnótico mientras el amigo Paul me desgrana sus últimos descubrimientos.

Me siento extraviado a la salida del puerto, no sé por dónde ni cómo empezar, y qué mejor manera que sonriendo a éste joven de chilaba sucia y dulces dientes de beso mamario que me arrebata la maleta y me hace indicaciones de que le siga, desgranando entre carcajadas la palabra ho-tel, ho-tel. Yo que pensaba alojarme en el Intercontinental, tan claro lo tenía que me pierdo en una sonrisa y me abandono al deambular de callejuelas tras los flecos de una chilaba morena como los muslos que la portan, sin importarme el destino, el ho-tel o la cama en que derrumbaré mis huesos de café con leche vespertino, esta noche, espero que acompañado, sin preguntar el destino, sólo sonriendo e intentando atrapar su espalda con amistosas palmaditas coloniales que pretenden transmitir la idea de que me siento cómodo tras sus babuchas, subiendo las fatigosas cuestas de la medina, dejando abajo el puerto, el chillido esquizofrénico de las gaviotas, el ulular de las sirenas, la vida que no me sigue, la que ya no tengo, la que recuperaré esta noche cuando el caminar marchito se desinfle en ese hotel escondido, tal vez tras este recodo, al calor del humo de pan fragante que sale del horno escondido, subiendo peldaños que nunca lo fueron, trepando los recovecos de la medina, subimos a buen ritmo, el que marcan sus pasos, el que marca su sonrisa que se da la vuelta para comprobar que sigo detrás suyo, intentando acercarme, siempre a punto de alcanzarle, otra esquina, otra escalera, subimos y ya queda abajo el puerto, ya acecha nuestro caminar la entrada a la kasbah, he-re, ho-tel, good, la puerta desvencijada, la suciedad de mi deseo tristemente abotonada tras el tergal coagulado de mis pantalones y el marroquí sonriente que me hace reverencias y me invita a pasar, no, no, espera, ¿y él?, ¿no quiere nada?, no, no, luego, esta noche, ¿ha dicho eso?, ¿ha dicho esta noche?

La chilaba se difumina en una acrobacia de fuga. Desaparece, en un grito de color desteñido, tras la última esquina doblada.

Subo las escaleras, entro en una estancia oscura, limpia y con un colchón como único mobiliario, per-fect!

La ventana da a un patio que vomita aromas de cordero especiado. Tengo hambre. Ya he subido. Ya he llegado, estoy arriba.

Bien, ahora lo importante, antes de abrir la maleta, es depositarla cuidadosamente en algún lugar lo suficientemente vistoso para que, esta noche, el chaval afiance su impostor deseo en la condición económica del acaudalado extranjero, en el rincón mas luminoso del cuarto, el menos oscurecido por el moho y el tizne del tiempo…déjame ver: apenas 4 metros cuadrados, si es que no me fallan ya mis lejanamente (en el tiempo) adquiridos conocimientos de geometría y matemáticas, un ventanuco arañado por el salitre y por un jirón de cortina que quiso ser distinguida hace tiempo, la puerta de color indefinido y la gran mancha de la pared frente a la cama hundida y con el fósil rectilíneo de algún viajero del tiempo esculpido en su colchón, el pequeño lavabo oxidado en la esquina más mugrienta, sí, ése sería el lugar oportuno si no fuera por el goteo insomne de la tubería y el valor de lo que la maleta esconde, no puedo dejar que se humedezca la merca, he de evitar a toda costa que se malogre el sueño, aun no sé lo que encontraré en estas tierras, seguro que no es tan bueno, quizás deba pensarlo después, y abrir ahora la maleta, deslizar la hebilla de cuero gastado y desenvolver las golosinas, sí, ¿por qué no?

Ahí esta la jeringa, las hipodérmicas, mi cuchara, diamantina en su brillo desaseado, la bolsa con la heroína, el mechero, todo perfectamente dispuesto, como los instrumentos de una orquesta metódicamente distribuidos antes de que refulja la batuta al alzarse y se disponga a chisporrotear en dos gruñidos contra el atril, toc toc, toc toc, toc toc, toc toc: la puerta, están tocando la puerta, ¿sí?, no gracias, no necesito nada, de verdad, thanks, sukram sukram, jodida hospitalidad oriental, ¿Marruecos se considera oriente?, supongo que sí, que todo lo que no son los Estados Unidos y Europa ya es Oriente, con mayúsculas, supongo…ya no sé que quería hacer además de pegarme un chute, ya no sé que hago aquí ni si debo esperar al chaval, tirado en este colchón tras picarme, o correr en su busca por las calles de la medina y dejar para después la gloria inmunda del abandono interestelar y quizás si tengo suerte podré entonces anestesiar también al chico con los vapores de la adormidera para que su verga se vuelva insensible y, amoratada, ataque y ataque y penetre y socave y continúe hasta que la almohada deje de ser ante mis ojos un sucio borrón de tiempo echado a perder en los desagües azul podredumbre de una vida perdida entre vaivenes de giróvago aletargado por el viento de pergamino rancio que levantan a su paso los barcos que cruzan el estrecho de Gibraltar.

***Disponer los útiles del desvarío y enfrentarme de nuevo a mi rechazo por la náusea que siempre me ha producido el pico en vena. Quizás deba probar un pique subcutáneo esta vez, qué más da un nuevo absceso, ya casi desaparecieron los que me provoqué durante la travesía del Atlántico, en el cochambroso cuarto de baño del camarote de tercera que tuve por hogar durante ya ignoro cuántas jornadas, aunque mejor sería una dosis rectal: limpia, indolora, agradable si se alarga, pero excesiva siempre, siempre se me va la mano cuando me sodomiza la heroína y no ando sobrado de dilaudid, ni paracodina, no puedo arriesgar, en vena siempre controlo mejor la dosis, siempre apuesto a la baja, no me gusta esa sensación de alfiler que cose mis venas a un reflejo azul cobalto en que se enredan mis pánicos físicos como el hilo de seda negro de los caftanes de fiesta que vendían ahí abajo, en la esquina anterior a ésta en que se encuentra mi ho-tel.

Así que elijo la hipodérmica y aminoro la dosis para abreviar el ponzoñoso picotazo.

Qué curioso….cuchara…sólo hace minutos que pisé Tánger…mechero…y ya metaforizo con caftanes…cerilla…caftán: túnica de seda brevemente abotonada por el pecho…el alcohol impregna la mecha…alargada en sinuosos pliegues hasta los tobillos…subcutánea mejor, sí, mayor dosis…en Marruecos es ropa femenina…la cantidad justa que se hace hembra en la cuchara…dicen que en el antiguo Imperio Otomano era atuendo masculino…las burbujas macho de la combustión…Imperio Otomano el mundo a sus pies…succionar con la hipodérmica el elixir evanescente…perfumes del Oriente victorioso…níveo algodón…pálidos sultanes altivos de largos mostachos afelpados…purificar de sudor y microbios con el algodón la cara externa del muslo izquierdo…sultanes de fuerte complexión devorados en el desvarío del harén…coger un pellizco breve de piel entre los dedos…cambalacheados sus músculos vigorosos en traqueteos de locomotoras femeninas…la aguja en ángulo de 45º con la piel sostenida entre mis dedos…derramando chorros de deseo ante los rostros abotargados de los eunucos…empujar el émbolo despacio…anexión, cópula, coyunda en que el caftán se volatiliza, se gasifica, se deshidrata, cae al suelo metamorfoseado en mármol rosa…excursión del veneno, romería del plasma para acariciar a su virgen de pecado negro, danza mayestática de los linfocitos y los glóbulos rojos blanqueados por el elixir de opio…escabroso baile de cuerpos, cabello y sudores en las dependencias prohibidas del Palacio de Topkapi, Estambul, Imperio Otomano, potencia generadora…impotencia ante el leve vuelo de una mosca…hedor a victoria y deseo…anulación del sistema motriz, abandono, campo de visión constreñido a la suciedad incolora del dedo gordo de mi pie izquierdo…sultanes sudorosos, derrengados, sin caftán, desnudos como mi pie izquierdo, como tú esta noche a mi lado si tengo fuerzas para salir a buscarte después de pasar revista a las posibilidades poéticas del extremo mayor de mi pie izquierdo, quizá tengas que venir tú solo, ¿vendrás?

viernes, 6 de abril de 2012

BLACK PULP BOX


Al fin nos ha llegado la portada de la Black Pulp Box, el nuevo proyecto de Aristas Martínez, homenaje al género blaxploitation, en el que hemos colaborado con nuestro sello, Vinalia Trippers, algunos de los narradores e ilustradores habituales de la revista.

En el otoño del año pasado, poco después de editar nuestro fanterrorífico Trippers from the Crypt, Cisco Bellabestia, el editor de Aristas Martínez, nos propuso colaborar con una colección de relatos ilustrados en esta caja pulp, que contiene seis publicaciones y más de 900 páginas de textos, cómics e ilustraciones dedicadas al género.

Nos pusimos manos a la obra y, en el plazo acordado, les entregamos nuestros trabajos, que junto a los de otros muchos colaboradores integrarán la caja.

A continuación, nuestra nómina de autores para el monográfico:

Narradores: José Ángel Barrueco, Patxi Irurzun, Pepe Pereza, Toño Benavides, Julio César Álvarez, Juanjo Ramírez, Juan Carlos Vicente, Felipe Zapico, Safrika & Arturo Méndez Cons, Octavio Gómez Milián, José Naveiras, Alfonso Xen Rabanal, Vanity Dust, Vicente Muñoz Álvarez.

Ilustradores: H. Valdez, J. Kalvellido, Pablo Gallo, Toño Benavides, Andrés Casciani, Fernándo Centrángulo, Pobreartista, Julia D.Velázquez, Silvia D.Chica, Carlos Aquilué, Rodrigo Córdoba, Sien, Mik Baro, Miguel Ángel Martín.

Seguiremos informando

miércoles, 4 de abril de 2012

RELATOS DE HUMO Y HACHÍS según Bacovicious.


Nada más abrir el blog de El laberinto de Noé, coincidiendo con la publicación del libro en 2008, empezó el cibercontacto con Pepe Pereza. Consiguió el libro, disfrutó de la lectura y, lo que es más, pregonó los beneficios que aquel libro tenía para él.

Nos cruzamos algunos correos en los que hablábamos de literatura, de cómo acabar un relato o si era mejor dar a entender que manifestar. Todo en nuestros correos era literatura: cómo hacer que un relato fuese intenso, economía de palabras, ¿has visto la naturalidad de Carver?, la teoría del iceberg de Hemingway, el juego de Cortázar, la pulsión doméstica de Cheever… Me preguntaba y yo intentaba darle respuestas. Él lo ignora, pero muchas veces hacía que revisase mis libros de teoría porque iba más allá de lo que aparentemente ofrecía un texto, y eso me venía bien para no fosilizarme, para seguir enriqueciéndome por dentro.

Seguía sus pasos en el blog, sus relatos cada vez iban siendo más consistentes. Empezó a publicar en fanzines y revistas (ya sabéis) y a publicar libros electrónicos con Ana Patri y su Groenlandia.

Estábamos en contacto. Él, como yo, es un enfermo de literatura y necesita ese contacto entre leprosos del silencio. Iba acumulando lecturas que a su vez le iban formando (lecturas que nos recomendábamos mutuamente o que señalábamos en el blog). Iba desechando textos antiguos con la vergüenza del niño que crece y abomina sus juguetes infantiles. Estaba contento. Tenía un trabajo que le permitía volcarse en la escritura, dedicar muchas horas al día a escribir y eso era ya un poso acumulado. Iba escribiendo… cada vez mejor... mejor…

Nos conocimos el verano pasado, durante la celebración de la Semana Negra de Gijón. Allí estábamos Patxi Irurzun y yo con los rockeros de Simpatía por el relato y con nuestras nuevas novelas, y allí fue él, a conocernos... como si no nos conociésemos ya. Eso dijeron nuestras miradas al cruzarse: qué bien que pongo ojos a tus palabras. Y seguimos hablando de literatura: del tono narrativo, de la significación de la primera persona, escribir es corregir, Buko sí que sabía, ritmo de rock y ritmo de blues, las leyes de Propp, lo importante es coger al lector por los huevos y no soltarlo hasta el final … Me habló de este libro, creo que te gustará…

Relatos de humo (y hachís) es, amigos, un libro imprescindible. Todas esas horas de escritura, todo ese tiempo de lectura y corrección, todas esas lecturas han formado a un autor maduro que ofrece a los lectores un libro de cuentos tan sólido como una roca. Los amantes de Carver y de Cheever no pueden perderse esta joya literaria. Divida en tres partes (no ficción, híbridos, ficción) desgrana unos relatos escritos con una cercanía tal que el lector se encontrará dentro de la historia desde las primeras líneas. En muchos de los casos la trama principal parece un hecho banal, sin embargo, ese hecho será el determinante, el que quedará grabado en la mente del lector, el que acudirá a él por la noche. Al igual que los caballos en la niebla de Carver, hay en una historia unos patos (relato “Los patos”) que significan mucho más de lo que parece, que se asoman a la ventana de los ojos del lector cuando duerme, que lo intentan, pero no pueden echar a volar... y en otra un perro ladrador… y en otra un caballo muerto...

Solo en la primera parte, en la que Pepe Pereza narra historias que le ocurrieron en realidad (hace literatura de no ficción), hay tres cuentos antológicos (cuentos de los que hay que leer para comprender de qué hablamos cuando hablamos de relatos), con buenas historias, bien narradas y finales certeros. Las voy a nombrar sin añadir nada más: “Un mal día, “Eligiendo un camino” y “Un día cualquiera”, relato que Pepe Pereza me ha cedido para publicar con la reseña.
Juzgad vosotros mismos.

Tres muy buenos cuentos en un libro de relatos ya hace que merezca la pena adquirirlo y disfrutar de su lectura, pero en este caso hay más, algunos más como “A la brasileña” o el nombrado “Los patos” en la zona de relatos de base real pero ficcionados que el llama “Híbridos”. No voy a explicar los motivos, creo que es mejor guardar el secreto…

Y ahora voy a por la tercera parte, a por sus relatos de ficción…

Ya me lo anticipó Gsús Bonilla: lo vas a flipar...

Y lo estoy flipando.

Bacø, 2012

El botón de muestra:

UN DÍA CUALQUIERA

El sol se perfilaba en las siluetas de los edificios y la luz cambiante del alba teñía de ámbar y grana el conjunto de nubes que flotaban por encima de los tejados. Las cigüeñas volaban hacia los basureros y los aviones dejaban líneas blancas en el cielo como si fueran rayas de cocaína sobre un espejo. Yo disfrutaba del espectáculo desde mi ventana, sujetando con ambas manos una taza de café y un porro en la comisura de los labios. Desde la ventana tenía una amplia panorámica de la ciudad. Cuando el sol se asomó por encima de los tejados percibí en la cara una caricia de luz y calor que me hizo estremecer. Las semanas anteriores habían sido una retahíla de días grises y lluviosos, por eso la presencia de un sol primaveral era tan de agradecer. Expulsé el humo y contemplé anonadado la simbiosis de las volutas y los fotones de luz. Ver amanecer era de mis espectáculos preferidos y siempre que podía desayunaba delante de la ventana admirando el acontecimiento. Sin duda era la mejor manera de empezar el día. Estuve así hasta que llegó la hora de ir a trabajar.

Conduje hacia el Palacio de Congresos escuchando una emisora de música rock. Dentro del coche el ambiente estaba demasiado cargado así que abrí ligeramente la ventanilla para que se despejase del humo. Llegué a la rotonda de La Fuente de Murrieta y traté de hacerme un hueco entre los demás vehículos. Odiaba esa maldita rotonda, y más a esa hora cuando toda la ciudad circulaba por ella. Después de girar a la derecha y tomar una carretera menos transitada me sentí más relajado. Aspiré del porro pero estaba apagado y tuve que sacar el encendedor. Al hacerlo aparté la vista de la carretera y estuve a punto de golpear al coche que me precedía. Afortunadamente conseguí pisar el freno a tiempo. Me maldije a mí mismo por el descuido y dejé el porro en el cenicero. Subí la ventanilla y centré toda la atención en la carretera. En la radio la locutora hizo la presentación del siguiente tema. Era Nick Cave haciendo una versión del tema “I´m Your Man” de Leonard Cohen. La canción alcanzó todo su esplendor, seguí el ritmo tamborileando con los dedos sobre el volante. Al poco llegué a las inmediaciones del Palacio de Congresos. Enfilé la rampa que llevaba al aparcamiento y dejé el coche junto a la puerta de entrada del muelle de carga. Era el único coche del aparcamiento. Consulté la hora, eran las nueve menos tres minutos. Me extrañó que no hubiera nadie esperando, normalmente los chicos de carga y descarga solían llegar antes. Apagué el motor y subí el volumen de la radio. Nick Cave sonaba de maravilla a esas horas de la mañana. Me fijé en el Palacio de Congresos y en la enorme sombra que proyectaba sobre el camino que bordeaba la orilla del río. El vapor del rocío brotaba de la hierba y de inmediato era atravesado por los rayos solares. A contraluz pude ver algunos insectos volando de aquí para allá. La canción llegó a su fin. Me encendí la raba, me ajusté las gafas de sol y salí del coche. El “Clip, clip” de la cerradura electrónica resonó por toda la explanada espantando a un grupo de gorriones que picoteaban junto a los jardines. Me acerqué a la puerta metálica del muelle de carga y me apoyé en ella. Era agradable estar allí, como un reptil calentándose la sangre. No obstante tuve el presentimiento de que me habían hecho venir una hora antes. Viendo que eran las nueve y que nadie aparecía cogí el móvil y llamé a Raúl.

- Raúl, ¿a qué hora hemos quedado?
- (Con voz somnolienta) A las diez.
- ¡Me cago en la puta! Ayer me dijiste a las nueve.
- Hostia, me confundí.
- ¡Joder, tío!
- Lo siento.
- Aprovecharé para tomar un café. Nos vemos a las diez.

Raúl era el jefe de los técnicos, mi jefe. No era la primera vez que me hacía algo así. Me cagué en todo lo sagrado. Clip, clip. Entré en el coche y arranqué. Puse rumbo a una cafetería.

Le tocaba el turno a la camarera rumana que me tenía medio enamorado. Estaba de suerte. Por otro lado, la barra estaba a tope y todos los periódicos ocupados. Cuando me llegó la vez hice gala de mi mejor sonrisa y pedí un cortado. La camarera carente de cualquier signo de simpatía se limitó a darme la espalda para preparar el café, cuando estuvo listo lo dejó sobre la barra sin mirarme siquiera. Reconócelo, esa mujer nunca será tuya, me dije mientras me tomaba el café.

Regresé al Palacio de Congresos y aparqué en el mismo sitio que lo había hecho antes. Seguía siendo el único coche del aparcamiento. Me lié un porro. Dudé entre fumármelo dentro escuchando la radio o salir a caminar por la orilla del río. Salí del coche. Clip, clip. Se estaba bien bajo el sol. Las aguas del río bajaban bravas y turbias. Al otro lado de la orilla había una carretera que se extendía en paralelo siguiendo el recorrido del torrente. De vez en cuando las aguas arrastraban algún tronco arrancado por la crecida, comparé la velocidad de estos con los coches que circulaban por la carretera, haciendo apuestas imaginarias por unos y otros. Por los alrededores algunos ancianos paseaban, también había unos tipos corriendo. Yo tenía que trabajar y no me quedaba más remedio, pero no conseguía entender por qué la gente madrugaba para algo tan insustancial como hacer footing. Decidí obviarlos a todos y concentrarme en las aguas del río. Recordé los veranos cuando era un adolescente y me iba con los amigos a bañarme junto a la presa, por aquel entonces las aguas estaban más limpias y no dudábamos en zambullirnos en ellas. Apuré el porro y tiré la colilla al río. De pronto algo llamó mi atención, algo grande que arrastraba la corriente. Me quité las gafas de sol para ver mejor. Era el cadáver de un caballo. Tenía la tripa hinchada y la fuerza de la corriente le hacía girar sobre sí mismo. Cuando el cuerpo del equino pasó por delante, me fijé en que no tenía ojos, tampoco labios, con lo cual la dentadura quedaba al descubierto. El gesto macabro del cuadrúpedo me revolvió las tripas. El cadáver siguió girando sobre sí mismo corriente abajo, levantando las patas al cielo para luego sumergirlas en las aguas. Necesitaba nicotina y me encendí un cigarro. Eran las diez menos diez. Me quedaban unos minutos para disfrutar del sol. A lo lejos las extremidades de caballo seguían entrando y saliendo de las aguas. Me puse las gafas y regresé junto a la puerta metálica. Un coche enfiló la rampa del aparcamiento. Era el de Raúl. El vehículo se detuvo a la entrada, Raúl bajó la ventanilla y accionó el mando a distancia de la puerta metálica, los mecanismos de ésta se activaron y comenzó a elevarse.

- Esta hora la pienso cobrar.
- Claro, sin problema. Y siento mucho el despiste.

La puerta terminó su ascenso y Raúl metió el coche dentro. Seguí fumando apoyado en la pared. Me esperaba un duro día de trabajo y decidí tomármelo con calma. Cuando el cigarro se consumió lo arrojé por encima del hombro, me despedí del sol y entré en la oscuridad del muelle.

LA TIERRA PURA: Impermanencia.


Hola amig@s,

es un enorme placer para mí presentaros la exposición que tendrá lugar en Curitiba, Brasil, en el Instituto Cervantes, del 16/04/2012 al 02/06/2012.


Una muestra de 27 fotografías con el título:

La Tierra Pura: impermanencia

Desde 2006 llevo haciendo y recopilando fotografías en el blog La Tierra Pura. Ésta es una muestra que intenta hacer un pequeño recorrido a través del tiempo, el baile de las estaciones, en plena naturaleza, con sus cambios y su impermanencia.

Y para los que no puedan visitar la muestra en Brasil... próximamente también se mostrará en León en el Hotel Quindós.

Gracias a todos aquellos que seguís el blog y que me dais la fuerza para seguir disparando.

http://curitiba.cervantes.es/FichasCultura/Ficha79256_14_1.htm


Besos y abrazos para todos


Silvia D. Chica


La Tierra Pura es el enorme sentido natural de Silvia D. Chica aplicado a lo que está ahí fuera, el sabor exacto a lo valioso, lo fundamental, lo salado y lo medianamente dulce, eso que pasa por nuestros ojos y nos transforma sin apenas darnos cuenta, y que también nos instala en la mejor de las realidades, sí, justo esas cosas vivas que tanto escondemos bajo facturas, hipotecas, horarios y tickets de la compra. Hay, creo, dos formas de entender el mundo, una es dejarse perder por todo esto que digo, por un azulejo roto o una lenta humedad en la pared (que cantaba otra leonesa, Kikí d´akí), o esta otra forma pura y honesta de comunicarnos con nuestro entorno, con la vida gritando muda y la belleza mordiendo poco a poco nuestro ser de fragilidad y prisas. A algo tan valioso se ha venido dedicando Silvia con un empeño vital y lúcido, trasparente y ligeramente espiritual, un sueño o tal vez un lujo que comparte sin pedir demasiado, tan sólo una leve sonrisa o el amor tenue (aunque constante) a todo lo que ama. De amar la vida, de eso se trató siempre.

Julio César Álvarez

domingo, 1 de abril de 2012

FOXY BROWN


Sexo, droga, ultraviolencia y funky del bueno, con alguna que otra pincelada de humor negro, es lo que, como blaxpoitation paradigmática, nos ofrece en grandes dosis Foxy Brown (1974), de Jack Hill.

Si alguien no sabe aún de qué fuentes ha bebido Tarantino para rodar la mayor parte de sus películas (en especial Jackie Brown, digno homenaje al género), Foxy Brown le dará muchas claves para valorarlas.

Sólo por la exuberante Pam Grier, neumática y tremenda, merece ya la pena videarla, pero también, desde luego, por muchos otros aspectos notables: los créditos de inicio y fin, psicodélicos y frenéticos, el convincente guión del propio Jack Hill, las escenas de lucha bizarra, el delirante vestuario afro de los protagonistas y la banda sonora del gran Willie Hutch, memorable y grandiosa.


Concebida como una secuela de la explosiva Coffy (1973), Foxy Brown se merece por derecho propio un puesto de honor en mi lista de cult movies imprescindibles.

No os la perdáis.

Vicente Muñoz Álvarez

Trailer in You Tube:

http://www.youtube.com/watch?v=TgTv0VrsWhs

TITO ALDAMA (HERTZAINAK) IN MEMORIAN





El pasado martes falleció el que fuera saxofonista en los primeros tiempos del enorme grupo de rock vasco Hertzainak. En el video de arriba se le puede ver (el sonido no es muy bueno) en un concierto en el Anaitasuna de Pamplona, a mediados de los 80. Abajo, "Pakean utzi arte", del primer disco de los de Gasteiz, una canción por la que no pasan los años: ESTATUARI GERRA! GERRA BETI! PAKEAN UTZI ARTE! (¡GUERRA AL ESTADO! ¡GUERRA SIEMPRE! ¡HASTA QUE NOS DEJEN EN PAZ!)