jueves, 30 de abril de 2009

Postal Navideña de una puta de Minneapolis. Tom Waits





Oye Charly, estoy embarazada vivo en la calle nueve

justo sobre una sucia librería que da a la avenida Euclides.

Ya no me drogo y he dejado el whisky.

y mi gordo toca el trombón y labura de camionero.

Dice que me quiere aunque el niño no sea suyo,

y dice que le ayudará a crecer como si fuera su propio hijo

y me regaló un anillo que lucía su madre

y me lleva a bailar todos los sábados, por la noche.


Oye Charly, pienso en ti

cada vez que paso por una gasolinera,

debe ser por toda esa grasa que te ponías en el pelo.

y todavía tengo aquel disco

de Little Charlie & The Imperials

pero alguien me robó el tocadiscos

¿Qué te parece?


Charly, casi me vuelvo loca cuando trincaron a Mario,

así que volví a Omaha, a casa de mis viejos,

pero todos mis conocidos estaban muertos o en prisión

así que volví a Minneapolis

y esta vez creo que para quedarme.


Me parece que,

por primera vez desde el accidente, soy feliz.

Ojalá tuviera todo ese dinero que nos gastamos en drogas:

me compraría un parque de coches usados

y no vendería ni uno de ellos:

conduciría uno distinto, cada día,

según cual fuera mi estado de ánimo.


Oye Charly, por el amor de Dios,

¿quieres saber la verdad?

No tengo marido, no toca el trombón

y necesito un préstamo para pagar al abogado.

Y oye, Charly, pronto me concederán la condicional

allá para San Valentín.



miércoles, 29 de abril de 2009

Un poema de LA PUTA VERDAD, de Mariano Schuster



CONSEJOS, NADA MÁS...

 

A partir de cierto punto no hay retorno posible. 

Ese es el punto al que hay que llegar.

Franz Kafka, Consideraciones acerca del pecado.

 

Dejate el pelo hasta los pies

y prendé esa maría.

Tocá un rock and roll

hasta las cuatro de la madrugada.

 

Caminá por el barrio chino

buscando la iluminación zen

sin presumir.

 

Y enamorate de todo

hasta perderte.

 

Llamala ahora

y recitale uno de Rimbaud

y si no lo entiende

no lo dudes:

tenés que dejarla.

 

Emborrachate con aristócratas y obreros

y, por las tardes,

sentite un dandi

caminando solo en un mundo

que se derrumba

cuando te manejás sin zapatos.

 

Y si ves a un vagabundo

extendele tu mano,

porque el reserva algo

que vos no podes darle.

 

Sabelo: hay personas

que no van a encontrar en vos

más que un montón de mierda,

pero hay otras

que van a verte como un guía.

 

Sin embargo, eso no es importante ahora.

 

Pensá en los berlineses

que construyeron el muro

y hacé uno alrededor tuyo.

Ya va a llegar alguien que te lo sacuda.

 

Y cuando tu mente esté distraída

no dejés que te atrape

esa sensación común de felicidad

que carcomió a los falsos talentos.

 

Y recorré todos los viejos moteles

y los viejos bares

donde gitanos y malditos

fueron dejando sus pieles.

 

Y cuando necesités una mano

acudí a un manco.

Él sabrá explicarte porqué

sólo es necesario tener corazón.

 

Pero por sobre todas las cosas

movete

como un nómada moderno

hasta que el absurdo

se haga estupidez.

 

Y sabé

que la razón

termina con la muerte

y que la muerte no termina con nada.

 

Y no tomes estos consejos como algo personal,

y no escribas poemas

si no estás muerto.

 

A Julián Galante, nuevo Kerouac oculto de una generación brutal

http://marianoschuster.blogspot.com/

7 huevos cocidos y 500 gramos de carne picada en un florero de cuello estrecho, según Khuruts Begoña


Khuruts Begoña (Gernika, 1976) realiza trabajos en soporte audiovisual (videoarte, cortometrajes de ficciòn, videoclips, reportajes). Colabora como vj con varios grupos musicales, etc. Uno de sus últimos trabajos es esta adaptación de este poema de Bukowski: 7 huevos cocidos y 500 gramos de carne picada en un florero de cuello estrecho

CADA HOMBRE. Nivaria Tejara


Cada hombre lleva dentro de sí mismo

un perro solitario que yerra y que gime sin detenerse nunca

un perro que muerde la luna y come estrellas y se nutre de esta nada

una ventana de viejo hierro plena de arañas que no se abre nunca

y también viejas y poderosas hormigas

que miran tan lejos que uno no puede seguirlas

y un polvo que gira siempre

como gira la oscuridad del ciego en el mundo.

Cada hombre lleva dentro de sí mismo

una tierra enorme 

una tierra toda negra y húmeda

que lo hunde lentamente

pacientemente

en la muerte.


Este poema lo robamos también de Con tinta en las botas, y buscando información apresurada sobre Nivaria Tejara encontramos esto: Nació en Cienfuegos en 1930, aunque pasó parte de su infancia en Canarias. Se dedicó desde la adolescencia a la literatura y colabora en las más prestigiosas revistas de la Isla, Orígenes, bajo la sombra de Lezama Lima, y Ciclón, publicaciones ambas de profunda influencia en la cultura latinoamericana de los años cuarenta y cincuenta. Tejera apoyó inicialmente la Revolución cubana, siendo nombrada agregada cultural de la embajada de Cuba en Roma (1961-1962) y en París desde 1962 a 1963, cuando decide exiliarse. Desde entonces reside en la capital francesa.

RED WATERS. Lluis Pons Mora

A S. le tocó una entrada para un concierto de Roger Waters a través de un sorteo del periódico. Fue la hostia, me contó. Estábamos en su salón, bebiendo birra y fumando yerba del bote de cristal. Le comenté que Tom Waits tocaba el mes de julio en Donosti y Barcelona, y que la entrada más barata costaba unos cien, ciento y pico euros. ¡Qué pasada!, dijo Ll. Sin duda mucha pasta, respondí, pero si la tuviera la pagaría. Mi miraron raro. Luego fuimos al bar de debajo su casa. Los seis. Las tres parejas. Pedimos bastantes rondas. La conversación se centró en los controles de alcoholemia. S. decía que le parecía estúpido que con apenas par de tragos diera positivo, que él, que todos, habíamos bebido mucho más y peor tiempo atrás [aunque de algún modo eso no era del todo cierto]. Cuéntales eso a la Guardia Civil, decían ellas. ¡Oh, sí, eso es lo que haré!, respondió. Lo que pasa es que por suerte nunca me han parado para hacerme soplar. Estaría bien que me pararan, que mi hicieran la prueba, y reventar el puto chisme ese, ¿o no, Chicha?. Claro, contesté, habría que reventar el puto chisme ese. Ellas decían que estábamos fatal, que Ll. era el único que tenía cabeza. Y recuerda esto: en ese aspecto ellas casi siempre tienen razón.

S. empezó a trabajar en una planta de biogás en Víznar, a 7 kms. del centro. Por ahí mataron a Lorca, en algún lugar de la carretera que va de Víznar a Alfacar. En documentos oficiales expedidos en Granada puede leerse que F. García Lorca Falleció en el mes de agosto de 1.936 a consecuencia de heridas producidas por hecho de guerra. S. trabaja los fines de semana, veinte o treinta horas. No cobraba demasiado mal. En un día le explicaron cómo iba todo aquello. Le indicaron qué parámetros debían mantener los indicadores de la maquinaria y cómo reiniciarla. Poco más. Tenía una caseta de obra con dos ordenadores, una cama, tv, y un microondas. Pasaba tardes y noches junto a Cat, viendo las olimpiadas de Beijing, la fórmula uno, o los partidos, si todo iba bien. Si todo iba bien incluso dormía. Cat era un bull mastif descomunal, cojo y viejo y con una polla impresionante. Ese animal daba auténtico miedo. Era un tanque con músculos y mandíbula. Al principio marcaba las distancias, pero S. aprendió rápido su código, le trató con dignidad, como a un igual incluso, y el perro le aceptó. El perro le cogió cariño a S., tengo la certeza, hemos hablado de ello. Y comprendo a Cat.

La última vez que pasé por la ciudad supe que durante su turno hubo un incendio en el terreno colindante a la central. S. vio que las llamas podían llegar hasta la planta y llamó a emergencias. Llamó por teléfono y se encaminó hacia el fuego. Tres veces pasó la avioneta, Chicha, y no se enteraba. Llegó la pasma, y flipó, no sabían que aquello existiera. Al llegar la policía S. les guió por el camino de tierra. Cuando la avioneta soltó el agua me caló entero, chorreando, de pies a cabeza, y rojo, porque el agua llevaba algún tinte o alguna movida así.

Y esa es la imagen que conservo: S. plantado en un cerro en la noche, bailan las llamas, suenan los helicópteros de The Happiest Days of Our Lives de los Pink Floid y las sirenas mudas del coche patrulla centellean. Cae del cielo un gran charco de agua rojo, se estampa contra el suelo y contra todos ellos. La tierra humea. S. comprueba si se le ha mojado el tabaco. La cámara gira, y gira, y gira... Cat se sacude y empieza a ladrar.


Extraído del blog del hijo de Satanás Lluis Pons Mora  Con tinta en las botas


martes, 28 de abril de 2009

Presentación de Cinta transportadora de Ángel Petisme


ZARAGOZA.Miércoles 29 de abril. Librería Antígona.

Intervienen Beatriz Pitarch (periodista), Ignacio Escuín (editor y poeta) y el autor. 20 h.


"Pero les recomiendo otro libro, este nada desasosegante, aunque su autor, Angel Petisme, tenga la sana obsesión de enfrentarnos en cada verso a la cambiante y tantas veces negra realidad y a boicotear fronteras nacionales, históricas y de géneros (literarios) en cada palabra que escribe para leer o cantar. El inventor de aquel hermoso concepto de Hijos del Cierzo para denominar a los aragoneses y aragonesas que incluyó en 1997 en su esplendoroso libro-disco llamado Cierzo, acaba de ganar ahora el Premio Internacional Claudio Rodriguez con Cinta Transportadora, un poemario en forma de maleta viajera sin destino, que se trae de cada puerto y cada desierto un trozo del alma humana y toda la visión crítica de la que es capaz un ser humano para luego destilarla en gotas de amor. Empecé a leerlo por el final (una tonta costumbre que adquirí cuando descubrí los periódicos hace décadas), por el delicioso poema en prosa llamado Moleskine. "

Fernando Rivarés. El Periódico de Aragón. 25-abril-09

ÚLTIMO CAPÍTULO DE 'LA VIRGEN PUTA'


-Usted no parece un madero.

-Gracias, soy periodista.

 -Tampoco parece periodista. 

-Gracias- repetí.


Este diálogo y la ilustración de Juan Kalvellido, pertenecen a la novela juvenil "La virgen puta" (la reedición de mi primera novela, Cuestión de supervivencia), que hemos ido publicando por capítulos en http://lavirgenputa.blogspot.com. En breve colgaremos en ese mismo blog el texto en formato PDF para que se pueda descargar gratuitamente. Gracias a todos los lectores y seguidores de las andanzas de Felisín, el detective punk, y su fiel escudero Picio.Patxi Irurzun.


CARTA DE UN EDITOR DE LIBROS. Agustín Sánchez Antequera


 

CONCLUSIONES sobre el MUNDO EDITORIAL tras un año con LEGADOS.
(No siempre ocurre así, ADVIERTO, pero es la regla general).

- Los libreros no cogen nuestros libros, prefieren los que se venden como churros. No hablo sólo de las grandes superficies comerciales, sino de pequeños libreros que van con la bandera de "alternativos" por la vida.
- Las distribuidoras no distribuyen lo que no es comercial. Muchas veces las propias editoriales distribuyen por su cuenta, porque no se fían, aun cuando tengan una distribuidora a su servicio. No hay más que ver los catálogos de un distribuidor: Códigos da Vinci, Los caballeros del Santo Grial, literatura erótica y libros fantásticos para adolescentes.
- Los medios de comunicación no promocionan más que lo que les reporta beneficios a sus propias empresas de comunicación. Sólo en los blogs y revistas virtuales se puede tener cierto eco.
- Algunos periodistas nos piden dinero a cambio de una reseña. Eso se llama publicidad, no periodismo. A un periodista debe pagarle su medio, igual que a nosotros nos deben pagar los lectores.
- Los medios sobreviven gracias a la publicidad. Es otro tipo de AUTOEDICIÓN (para los críticos con la edición de autor, habría que mencionar la cantidad de dinero que les da a los grandes periódicos los anuncios de prostitución que ayudan a sostener a las mafias que luego critican).
- Algunos jefes de redacción revenden los libros no reseñados en sus medios (al menos 100 títulos a la semana) a libreros y así se sacan un dinero extra (300-400 euros a la semana). No lo hacen ellos directamente, son tan cobardes que mandan al portero o vigilante de la empresa.
- Los críticos tampoco se interesan más que por aquello que publican sus amigos literarios. Incluso tienen muchos problemas para publicar sus reseñas cuando son demasiado “alternativas”.
- El público prefiere gastarse 20 euros en libros comerciales antes que 8-12 euros en un libro de un autor que está empezando. Y contra eso pocos argumentos se pueden ofrecer cuando una editorial pretende sobrevivir gracias a sus ventas (sin más ingresos que los de sus lectores, sin subvenciones ni autoedición).

NO ES SIEMPRE ASÍ: hay buenos lectores, libreros, periodistas, críticos, blogueros y distribuidores que están interesados en la buena literatura y con ellos colaboramos. Pero por desgracia, son una minoría.

Esto es un SUPERMERCADO, tiene poco que ver con la cultura. Eso sí, a todos estos gremios se les llena la boca al declararse los grandes defensores de la “cultura”.

Contra esta manipulación, sólo quedan las redes sociales alternativas, especialmente Internet. Aunque ya hay intentos de control por parte de los estamentos oficiales.

Con estas circunstancias, es cada día más complicado resistir. Pero seguiremos intentándolo.

Agustín Sánchez Antequera, editor. Legados Ediciones.

Saquear el blog de José Angel Barrueco, Escrito en el viento, de donde hemos extraido esta carta, se está convirtiendo en una costumbre. Pero es una buena costumbre.

OBITUARIO. Javier Ortiz.


Falleció ayer de parada cardio-respiratoria el escritor y periodista Javier Ortiz. Es algo que él mismo, autor de estas líneas, sabía muy bien que sucedería, y que por eso pudo pronosticar, porque no hay nada más inevitable que morir de parada cardio-respiratoria. Si sigues respirando y el corazón te late, no te dan por muerto. 
Así que en ésas estamos (bueno, él ya no).
Javier Ortiz fue el sexto hijo de una maestra de Irún, María Estévez Sáez, y de un gestor administrativo madrileño, José María Ortiz Crouselles. Sus abuelos fueron, respectivamente, un señor de Granada con aspecto de policía –lo que tal vez se justifique considerando el hecho de que era policía–, una señora muy agradable y culta con allure y apellido del Rosellón, un honrado y discreto carabinero orensano con habilidades de pendolista y una viuda de Haro casada en segundas nupcias con el recién mencionado, Javier Estévez Cartelle, del que se derivó el nombre de pila de nuestro recién difunto. Si algún interés tienen todos estos antecedentes, cosa que dista de estar clara, es el de demostrar que, en contra de lo que suele pretenderse, el cruce de razas no mejora el producto. (Obsérvese qué gran variedad de procedencias se puso en juego para acabar fabricando a un vasco calvo y bajito.)
La infancia de Javier Ortiz transcurrió en San Sebastián, ciudad que le venía muy a mano, porque nació allí. Se dedicó básicamente a mirar lo que había por sus cercanías, en particular el pecho de las señoras –ahora que ya está muerto podemos descubrir ese inocente secreto suyo–, y a estudiar cosas tan peregrinas como las ciudades costeras del Perú, de las que no logró olvidarse hasta su postrer respiro. Los jesuitas trataron de encauzarlo por el buen camino, pero él descubrió muy pronto que era comunista. Eso malogró del todo su carrera religiosa, ya de por sí poco prometedora, sobre todo desde que notó con desagrado el interés que algunos sacerdotes ponían en sus partes pudendas.
Su primer trabajo como escribidor, aparecido en una página del periódico del colegio, fue, curiosamente, una necrológica, con lo que cabría decir que su carrera como periodista ha resultado capicúa, singular circunstancia de la que muy pocos podrían presumir, aún en el improbable caso de que lo pretendieran.
A los 15 años, hastiado de las injusticias humanas –algunas de las cuales seguían teniendo como referencia obsesiva los pechos femeninos–, decidió hacerse marxista-leninista. Los años siguientes tuvo que emplearlos en averiguar qué era eso que acababa de hacerse, a lo que contribuyeron decisivamente algunos esforzados miembros de la Policía política franquista.
A partir de lo cual, se dedicó con gran entusiasmo a cultivar el noble género del panfleto. Sin parar. A diario. Año tras año. Fue cambiando de punto de residencia, no siempre por voluntad propia –ahí merecen especial mención sus estancias carcelarias y su exilio, primero en Burdeos, luego en París–, pero jamás varió su inquebrantable afán de agitador político, que él pretendía haber adquirido, por absurdo que parezca –y sea, de hecho–, en la lectura de Los documentos póstumos del Club Pickwick, de don Carlos Dickens, y de las Aventuras, inventos y mixtificaciones de Silvestre Padarox, de don Pío Baroja.
Burdeos, París, Barcelona, Madrid, Bilbao, Aigües, Santander... Recorrió incontables sitios y holló innúmeros parajes sin parar de escribir, erre que erre.Zutik!, Servir al Pueblo, Saida, Liberación –y Mar, y Mediterranean Magazine– y El Mundo, y una docena de libros, y varias radios, y algunas televisiones... Por escribir, incluso escribió para otros y otras, ejerciendo de negro en momentos de particular penuria. También lo hizo a veces por amistad.
Movido por la lectura del Selecciones de Reader’s Digest y otras publicaciones estadounidenses tan aficionadas a ese género de operaciones, un día decidió calcular cuántos kilómetros cubrirían sus escritos, en el caso de colocarlos todos en una sola larguísima línea de cuerpo 12. El resultado de la estimación fue concluyente: ocuparían la tira.
En materia de amores (de la que sería injusto decir que careciera de alguna experiencia), también fue capicúa. Decía que las mejores mujeres, las más cariñosas y las más nobles con las que compartió sus días (sin desdeñar dogmáticamente a ninguna otra), le resultaron la primera y la última. Aunque la favorita le apareciera por medio: su hija Ane.
Y todo para acabar con algo tan vulgar como la muerte. Por parada cardio-respiratoria, como queda dicho. En fin, otro puesto de trabajo disponible. Algo es algo.
______
Javier Ortiz, escritor y columnista, nació en Donostia-San Sebastián el 24 de enero de 1948 y murió ayer en Aigües (Alicante), tras dejar escrito el presente obituario.

VICENTE MUÑOZ MERODEANDO POR VALLADOLID

Vicente leerá sus textos el miércoles 29 de abril a las 21:30 en el café-bar La Curva (C/ José María Lacort, 28).

HE INICIADO OTRA REVOLUCIÓN DE OCTUBRE by María Eloy García.



en todo mi julio
tarde como siempre
acomodando a mis cosas la fiereza
de una lucha contra el poder que me establezco
empecé siendo tirana
luego algo de despotismo ilustrado
ahora subo la escalinata y me encuentro con la reina
me miro frente a frente
y qué bolchevique se pone mi mirada
en el espejo qué rostro de ejecución
me sublevo me canso me lastimo
soy la guardia roja de decirme
que ya derrocho sangre por la idea
y al final empiezo la etapa
de matarme para darme la salida
qué joven de repente
qué cicatrices le salen a la bayoneta
con la que marqué mi cara tan dura
y pido tiempo al insurrecto para rehacer
el país de entenderme
que se contentará con la idea de la soberanía imposible
pero que secretamente sabe que como siempre
ellos vuelven
matarán la ilusión de la huída hacia el aire respirable
yo misma doy el golpe de estado con las mismas ideas
de mi revolución pido para mis campesinos
hartos de trabajar en tardes de martirio
clamo a dios que me ayude en la parte de acabarme
y muero en la balanza
no peso
no rondo
no respiro
con la cara de nada yo me aclamo
qué corte general qué enmienda
qué fin
se disuelve en el ácido pánico
me pisoteo y me acostumbro
espero en el punto de abril
para empezar de nuevo
otro tierno nacimiento

María Eloy García, de 23 Pandoras: Poesía Alternativa Española (Baile del Sol, 2009).

lunes, 27 de abril de 2009

DELANTE DE LOS GRISES


Saludos desde los suburbios, amigos. Os enviamos una modesta muestra de la literatura que nos gusta y la cabecera de nuestro blog: http://delantedelosgrises.wordpress.com.  


Hermes & Holmes

El viejo tomó la botella y se sirvió una dosis generosa. Probó un sorbo. Rellenó el dedo de licor que se había bebido y le hizo un gesto de ofrecimiento a la mujer. Ella sonrió y dijo que no cortésmente.

− No bebo, gracias.

− Usted se lo pierde. No se ve un tokai como éste todos los días.

− Disfrútelo a mi salud, señor Bukowski.

− Charlie, por favor.

− No creo que deba…

− Es una tontería preocuparse tanto por lo que se debe o no se debe hacer. Por mucho que la sociedad se empeñe, no te llamaría señora Austen ni por todo el oro del mundo…

− Claro que no; señorita, en todo caso –le interrumpió ella.

− Jane es un nombre precioso. No lo desperdicies.

− Como prefiera −, suspiró ella, resignada ante la terquedad del viejo escritor.

Se sentó en un sillón enfrente de la dama, a espaldas de la ventana. Así podía disfrutar de la luz que ella acaparaba y observó su corsé con la curiosidad de un niño. Jane no perdió el tiempo:

− He venido por Clarisse. Tengo algunas preguntas.

− Esa loca del diablo −, rió él −. ¿Amiga tuya?

− No se te ocurra hablar así de ella −, respondió Jane desechando su cortesía por un momento −. Es una extraordinaria mujer y, perdona que te lo diga, no te la mereces.

− Ya veo que sí sois amigas.

− No deja de hablarme de ti…

− Eso es perfectamente normal -, sonrió como un lobo.

− Y a juzgar por lo que me ha contado, no has sido muy honesto con ella.

− Si es por el asunto de la puta, no tienes ningún derecho a recriminarme nada. Clarisse es una mojigata. Encantadora e inteligente, pero una mojigata. Y yo no acostumbro, al contrario que tú, a reprimir mis impulsos.

Jane no pudo hacer otra cosa que enmudecer, los ojos como los de un búho. Le habría gustado que el viejo no fuera tan débil ni estuviera tan enfermo para poder partirle la cara.

− Apuesto a que ahora mismo querrías partirme la cara, pero te lo impide tu puritana educación −, se mofó él.

− No, me lo impide mi sentido común. Y aunque tengo impulsos, como tú los llamas, soy yo quien elige lo que hacer, mi cerebro, no mi estómago −, y se envalentonó, una vez empezó a soltarse −, y no debería extrañarte que una mujer no quiera acostarse contigo. Excepto las prostitutas, claro.

− Oh, una forma muy británica de decirme que doy asco.

− Asco no, Charles. Das pena. No esperaba esto del hombre que escribía aquellas cartas a Clarisse. Te creía un tipo brillante.

El viejo esbozó una sonrisa.

− ¿Crees que no amo a las mujeres, que por eso me acuesto con putas?

− Creo que muchos hombres obtienen más de lo que se merecen de las mujeres. Y tú, en concreto, no pareces amar más que a ti mismo. Y de las mujeres de la calle, prefiero no hablar.

− No me jodas, Jane. Soy muy mayor, he hecho muchas cosas en mi vida, y de lo único de lo que puedo estar orgulloso es de haber amado a las mujeres. A todas sin excepción, desde mi madre hasta la puta con la que me acosté anoche, pasando por mis novias, aventuras y ex mujeres. Si nos limitamos a las que han sido mi pareja, déjame preguntarte algo. ¿Tú piensas que una mujer se acuesta con un hombre si no puede obtener alguna garantía?

− Pues… no, supongo que no. Pero depende de a qué garantías te refieres.

− Algunas quieren amor y sexo, sin compromiso ni formalidades, sin nada más –ésas son mis preferidas, las divertidas, pero también las más raras −. Otras quieren una relación seria, probablemente larga y que termine en una casa con hijos, como tu amiga Clarisse; estos ejemplares nunca te avisan antes de sus intenciones. Otro tipo de mujeres quieren exprimirte y manipularte. Otras quieren dinero. Al menos las putas te dicen antes qué es lo que esperan de ti, tú se lo das de antemano, y para mí, que simplemente quiero pasar un buen rato y recordar por qué me gusta tanto ser un hombre, son más honestas que la mayoría de las mujeres. Esa honestidad es un valor jodidamente raro, y no las hace menos mujeres, por eso las quiero. No puedo querer a una sola persona, dudo que lo soportáramos ambos. Eso es lo que Clarisse no entendió.

Jane se sorprendió de haberle entendido. No podía decir nada en contra de la verdad, ni de los sentimientos de aquel viejo, ni tampoco en contra de su amiga, a la que era leal. Optó por callarse.

− Y veo que tú sí lo entiendes −, le sonrió el viejo, entendiendo el silencio.

EL TREN DE BURDEOS. Marguerite Duras


Una vez, tuve dieciséis años. A esta edad todavía tenía aspecto de niña. Era al volver de Saigon, después del amante chino, en un tren nocturno, el tren de Burdeos, hacia 1.930. Yo estaba allí con mi familia, mis dos hermanos y mi madre. Creo que había dos o tres personas más en el vagón de tercera clase con ocho asientos, y también había un hombre joven enfrente mío que me miraba. Debía de tener treinta años. Debía de ser verano. Yo siempre llevaba estos vestidos claros de las colonias los pies desnudos en unas sandalias. No tenía sueño. Este hombre me hacía preguntas sobre mi familia, y yo le contaba cómo se vivía en las colonias, las lluvias, el calor, las verandas, la diferencia con Francia, las caminatas por los bosques, y el bachillerato que iba a pasar aquel año, cosas así, de conversación habitual en un tren, cuando uno desembucha toda su historia y la de su familia. Y luego, de golpe, nos dimos cuenta que todo el mundo dormía. Mi madre y mis hermanos se habían dormido muy deprisa tras salir de Burdeos. Yo hablaba bajo para no despertarles. Si me hubieran oído contar las historias de la familia, me habrían prohibido hacerlo con gritos, amenazas y chillidos. Hablar así bajo, con el hombre a solas había adormecido a los otros tres o cuatro pasajeros del vagón. Con lo cual este hombre y yo éramos los únicos que quedábamos despiertos, y de ese modo empezó todo en el mismo momento, exacta y brutalmente de una sola mirada. En aquella época, no se decía nada de estas cosas, sobre todo en tales circunstancias. De repente, no pudimos hablarnos más. No pudimos, tampoco, mirarnos más, nos quedamos sin fuerzas, fulminados. Soy yo la que dije que debíamos dormir para no estar demasiado cansados a la mañana siguiente, al llegar a París. Él estaba junto a la puerta, apagó la luz. Entre él y yo había un asiento vacío. Me estiré sobre la banqueta, doblé las piernas y cerré los ojos. Oí que abrían la puerta, salió y volvió con una manta de tren que extendió encima mío. Abrí los ojos para sonreírle y darle las gracias. Él dijo: "Por la noche, en los trenes, apagan la calefacción y de madrugada hace frío". Me quedé dormida. Me desperté por su mano dulce y cálida sobre mis piernas, las estiraba muy lentamente y trataba de subir hacia mi cuerpo. Abrí los ojos apenas. Vi que miraba a la gente del vagón, que la vigilaba, que tenía miedo. En un movimiento muy lento, avancé mi cuerpo hacia él. Puse mis pies contra él. Se los di. Él los cogió. Con los ojos cerrados seguía todos sus movimientos. Al principio eran lentos, luego empezaron a ser cada vez más retardados, contenidos hasta el final, el abandono al goce, tan difícil de soportar como si hubiera gritado.
Hubo un largo momento en que no ocurrió nada, salvo el ruido del tren. Se puso a ir más deprisa y el ruido se hizo ensordecedor. Luego, de nuevo, resultó soportable. Su mano llegó sobre mí. Era salvaje, estaba todavía caliente, tenía miedo. La guardé en la mía. Luego la solté, y la dejé hacer.
El ruido del tren volvió. La mano se retiró, se quedó lejos de mí durante un largo rato, ya no me acuerdo, debí caer dormida.
Volvió.
Acaricia el cuerpo entero y luego acaricia los senos, el vientre, las caderas, en una especie de humor, de dulzura a veces exasperada por el deseo que vuelve. Se detiene a saltos. Está sobre el sexo, temblorosa, dispuesta a morder, ardiente de nuevo. Y luego se va. Razona, sienta la cabeza, se pone amable para decir adiós a la niña. Alrededor de la mano, el ruido del tren. Alrededor del tren, la noche. El silencio de los pasillos en el ruido del tren. Las paradas que despiertan. Bajó durante la noche. En París, cuando abrí los ojos, su asiento estaba vacío.

BUKOWSKI CLUB EN 'EL PAÍS' & FELICIDADES CARLOS



En el diario El País, dedicaban este reportaje al Bukowski club, en el que se cita a varios amigos y colaboradores de este blog. Aprovechamos para felicitar a Carlos Salem -que va como un tiro- por un nuevo premio, en esta ocasión el Seseña de novela romántica, por su obra “Cracovia sin ti”

PRIMAVERA GUERRILLERA

Hola amigos:
.
Carlos Ortega, Jorge tinoco y yo vamos a hacer
uno de esos recitales musicales que hacemos muy de vez en cuando.
Esta vez no será la presentación de nada,
lo haremos porque hoy es hoy
y porque nosotros lo valemos
El recital será el martes a las 21:00 en el Rinconete,
por si os apetece pasaros.
Adjunto cartel con los datos.
Besos y abrazos:
.
Pepe Ramos

AL OTRO LADO DEL ESPEJO


MIÉRCOLES 29 DE ABRIL 20:00h
c/José Hierro nº7
(Getafe) Madrid
.
SÁBADO 2 DE MAYO 12:00h
(Teatro del Mar) mesa 11.
(Punta Umbría) Huelva
.

sábado, 25 de abril de 2009

ANTOLOGÍA EXPANSIVA de Sor Kampana


La esperada caja de Sor Kampana, con su libro Poesías, lamentos y otras vicisitudes (Antología poética 1991-2008), que compila todos sus míticos y buscados poemarios (Poesía asfaltica, Depreversos, etc.), y tiene prólogos de 8 autores (4 de ello hijos de Satanás: Kike Turrón, Kike Babas, Josu Arteaga y Patxi Irurzun; además de Natalia Vicente, Rafeta, Marro -recientemente fallecido- y Rampova); ese artefacto en el que también se incluye un CD con canciones con letras del poeta,interpretadas por músicos como Kutxi Romero, Caldito, La banda del abuelo... y una carpeta con, obras plásticas, fotos, etc. de diferentes artistas que se inspiran en sus poemas... Ese artefacto imprescindible, por fin ha sido lujosamente editado. Aquí os dejo con uno de los poemas de esta obra imprescindible:

Envenenamiento místico

Recostado sobre nubes de poliexpán,
tiñendo de sangre el paisaje, cierra los párpados el calor del sol,
un viento helado aúlla entonces desesperado
agrietando las óseas catacumbas del ser,
que en un último intento, aterrado y caótico,
de acabar con el dolor y la soledad emprende viaje,
por envenenamiento místico, en busca de la luz
y que le llevará a las fauces del alma
(esa bestia imaginaria que nos inoculan desde el primer soplo de razón,
ese parásito virtual que nos consume
penetrando con sus profundas raíces
cada nicho de los abismos de la conciencia);
y así, quizá definitivamente, el dogma emponzoña la mente,
maniatándola a la silla del fanátismo.

Sor Kampana

Y este es el prólogo de Patxi Irurzun: Poetoxicomanía
Y un artículo de Rampova que deja claro quién es Sor Kampana y que empieza así:


Porque te quiero a tí, porque te quiero,
dejé de ser monja de clausura e hice la carrera.
Porque te quiero a tí, porque te quiero,
me hice asesina en serie
y maté a todos los diputados del P.P.
Tu nombre me sabe a Sor Kampana,
la monja libertina que transformó la teología en
punky-lesbiana

Además, en este web (aún en pruebas), aparecerá todo lo relacionado con este proyecto (videocreaciones, poemas, etc): http://www.aleacionweb.com/
Y aquí un vídeo de los conciertos de presentación de Antología expansiva. con Kutxi, Sor Kampana y otros bandoleros en acción.

ANTROPOMETRÍA DE CULO HUEVOS & POLLA o cómo se pinta un cuadro by Velpister.

Hay momentos en los que los artistas nos tenemos que dejar de vanidades absurdas, de secretismos en cuanto a la técnica empleada en la elaboración de nuestras obras de arte.
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De algunas obras, por su transcendencia y por su gran espiritualidad, escondemos como un tesoro el método y la técnica empleadas. Pensamos que de ninguna manera otros colegas artistas puedan enterarse de las técnicas exclusivas que creemos utilizar. Seguimos teniendo la esperanza de que algún día podamos vivir, nosotros y nuestra descendencia, con la venta de un solo cuadro. Muchas veces me han preguntado cómo hice algunas obras, sobre todo la técnica del óleo plastificado, pero con gran insistencia en la de "antropometría de culo huevos y polla". Pues bien, se trata de una obra homenaje al gran Ives kleyn, y diré de entrada que en ningún momento mis órganos genitales (porque son los mios, no como Warhol, por ejemplo, que utilizaba a sus empleados para diferentes funciones físicas o fisiológicas) se mancharon con óleo ni con trementina ni aceite de linaza. No tuve que embadurnarme, qué fácil hubiese sido. Yves klein embadurnaba a sus modelos (otro ejemplo claro de egoísmo y falta de sacrificio personal) que, en algunas ocasiones, se estampaban contra los lienzos en público, a la vista de multitud de personas. A estas obras las llamó antropometrías, y se conocen como antropometrías de la época azul.
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Mi procedimiento fue el siguiente. La idea era la de sentarme sobre la tabla y presionar con mi pene y testículos al mismo tiempo. Prontísimo pensé que iba a ser difícil que algo se notase así, de modo que decidí sentarme con el pene erecto. Este tipo de cuadros se han de realizar de un tirón, ya que una espera excesiva puede estropear el resultado final. Preparé las dos tablas. En una coloqué el plástico y pinté de blanco con bastante aceite de linaza. La otra tabla la pinté de azul celeste (creo recordar) en cantidad considerable. Se trata de que al sentarme se provoque la mezcla con mucha pintura y sienta mullida la obra de arte. Cuando las dos tablas estuvieron preparadas, las junté y solté el plástico de manera que quedó el blanco por el interior del plástico y a su vez sobre la tabla azul. Ahora llega la parte física.


Me convierto en brocha humana, en verga pintora, en huevos gestuales, en nalgas azules. Tenía una cerveza en una mano, un canuto en la otra y la pinté con la polla, como hubiese dicho Vincent (Van), aunque él habría añadido “con la polla del diablo”. Cuando estaba la tabla preparada para sentarme en ella, me desvestí, como es natural, y comencé la tarea de ereccionar mi miembro. Era de mañana y hacía frío, además siempre que pinto me estreso, así que no conseguía más que una penosa y mínima tiesura, mas bien lo llamaría una ligera elevación, un pequeño empinamiento. Comencé a sudar, por el evidente meneo y por la urgencia de mi espíritu siempre que pinto, repito, estresado, ansioso, pero no empalmado. Llegó Susana de la calle, me pareció que estaba todo arreglado, así que la llamé. Me la encontré en el pasillo,- hola, aquí me tienes, soy tuyo-, le expliqué rápidamente y le pedí ayuda. –Oye, que tal si…- Ella no se extraña ya de nada desde hace tiempo, pero me mandó a hacer puñetas sin posibilidad de acuerdo: –¡quita guarro!. –No, no, no estoy manchado ni nada, venga, que yo no puedo-, le repetía persiguiéndola con la polla medio tiesa. De modo y manera que me las arreglé como pude y cuando ya estaba sudado y cansado, con la polla apenas en condiciones, decidí que me sentaría de todos modos y apretaría con fuerza para que se notase el prensado. Así fue, me senté, apreté con sacrificio mis huevos, los apreté hasta que me dolieron, y lo mismo hice con la polla. Pensaba que en el momento en que la apretara contra la tabla, mi amor por la pintura me la pondría dura, pero en esa ocasión no fue así.


Por eso el aspecto final del cuadro es de una picha penosa, salchichonera y morcillona.
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Velpister, artista multidisciplinar.